Exclusiva: Hablamos con Daniel Hendler sobre el estreno de "Un cabo suelto" en Venecia

por © Jon Apaolaza-NOTICINE.com
"Un cabo suelto" y su director
"Un cabo suelto" y su director
El actor y director uruguayo Daniel Hendler vive el que quizás pueda calificarse como el momento más álgido de su carrera. Estrenaba este miércoles en la Mostra de Venecia su realización "Un cabo suelto", mientras en televisión tiene dos series en diferentes plataformas, "División Palermo" y "Los Mufas: suerte para la desgracia", y este mismo mes lanzará en San Sebastián otra cinta que acaba de dirigir, "27 noches", que abrirá el festival. Cansado y feliz, apura viajes y presentaciones soñando con unas merecidas vacaciones.

- Su agenda debe de ser más grande y más apretada que la Biblia, ¿no?
En este momento sí, la verdad es que sí, pero bueno...

- Usted ha estrenado una serie, está a punto de estrenar otra y además tiene dos películas. ¿Cómo se hace eso?
No sé bien cómo se hace, lo estoy experimentando por primera vez. Estoy agradecido porque son proyectos que me gustan y que son una oportunidad para mí. A la vez, por supuesto, ansío el descanso que llegará en breve.

- ¿Cómo se ha dado todo esto? ¿Ha sido casualidad?
En realidad las películas anteriores me habían llevado bastante tiempo escribirlas y conseguir financiación. Siempre fueron procesos largos. En el caso de "Un Cabo Suelto" se dio más rápido: era una idea que venía rondando, imágenes más que una idea clara, y cuando empecé a escribir el proceso fue fluido. Ganamos concursos en Uruguay en las primeras instancias y eso permitió avanzar rápido. En el caso de "27 Noches", fue una propuesta de Agustín Ayambí Campbell y Santiago Mitre, de La Unión de los Ríos. Ellos tenían el proyecto para Netflix y me propusieron dirigirlo. Sabía que se iba a empalmar con "Un Cabo Suelto", pero me animé. Fue atípico, pero me dio buena experiencia en el set.



- ¿Se puede decir que "Un Cabo Suelto" es más personal que "27 Noches"?
No diría eso. Son diferentes. "Un Cabo Suelto" es más artesanal: la hice con mi socia, la productora Micaela Solé de Cordon Films, en un proceso más íntimo, casi casero al inicio. Pero en ambas películas puse algo personal y mucho cariño, así que no las compararía en ese sentido.

- ¿Qué imágenes o ideas fueron las primeras que le llegaron para hacer "Un Cabo Suelto"?
La primera imagen era la de un hombre disfrazado de policía, usando el uniforme para sobrevivir en un lugar que le era ajeno. No sabía dónde ni por qué me atraía. Luego entendí que tenía que ver con mi propio recorrido: me mudé de Montevideo a Buenos Aires casi por accidente, y esa frontera siempre me hizo pensar en lo absurdo y arbitrario de los límites. Eso empezó a resonar en el guion y en el peregrinaje del protagonista, Santiago.

- En la película aparecen bromas recurrentes, como lo del cinturón de seguridad o el mate. ¿Quiso usted marcar que para quienes no son uruguayos o argentinos no hay mucha diferencia entre ambos países?
Sí, claro. El acento es parecido, y aunque tomamos mate en ambos lados, la molienda y el secado de la yerba son distintos. Eso genera diferencias culturales que me resultan divertidas. Para el protagonista, en cambio, esas sutilezas lo delatan: está intentando camuflarse, pero esos pequeños detalles lo ponen en evidencia.

- Desde el inicio no sabemos por qué persiguen al protagonista. ¿Tuvo claro desde el principio que el espectador no debía tener esa información?
Sí. Yo mismo no tenía esa información y no me interesaba inventarla. Me parecía más honesto enfocarme en el tránsito del personaje, en su presente absoluto, con un pasado misterioso y un futuro incierto. Eso era lo que me interesaba mostrar.

- ¿Cómo se siente al debutar en la Mostra de Venecia?
Muy contento. Nunca habíamos venido. Somos una delegación pequeña, pero con mucho afecto hacia la película. Llegó Sergio Prina, el protagonista, también la productora Micaela Solé y el coproductor Ezequiel Borowinski. Y además, la ciudad es fantástica.

- ¿No le parece raro que una película con intriga y comedia sea seleccionada en festivales?
Sí, nos sorprendió. Es una mezcla de géneros difícil de definir: tiene algo de comedia, de road movie extraña, de policial del litoral uruguayo… y quizá hasta de comedia romántica. Después de Venecia iremos a San Sebastián, a Horizontes Latinos, y luego seguirá un recorrido en otros festivales. Estamos agradecidos por la buena acogida.

- En San Sebastián tendrá usted dos películas, algo poco común, y con "27 Noches" inaugurará el festival. ¿Cómo lo vive?
Es inusual y para mí inaudito. Me sorprendió mucho. Estoy tratando de disfrutarlo y de sobrellevar los nervios que provoca.

- ¿Qué le atrajo de "27 Noches", el proyecto de Netflix?
Es un caso interesante ocurrido en Buenos Aires hace unos veinte años. Me atrajo el personaje principal: una mujer anciana y adinerada, cuya salud mental se pone en duda porque derrocha su dinero y toma decisiones poco convencionales. Es una historia sobre cómo vivir el paso del tiempo y los últimos tramos de la vida, más allá de lo que la sociedad espera de ti. Aún estamos terminando la película: estamos en la música, en los últimos detalles.

- ¿Cómo sobrelleva tanto estreno, rodajes, actuar y dirigir?
La verdad es que no sé bien cómo lo hago, pero las piezas han encajado bien. No tuve excesos de tiempo libre para que la neurosis se disparara, y eso ayudó. Trabajé con equipos fantásticos y productores de confianza. Creo que eso fue clave.

- ¿Es este el momento más álgido de su carrera?
En términos de intensidad laboral, sí. Y también en cuanto a reconocimiento, porque las películas están encontrando su camino y su público.

- Aparte del descanso, ¿qué proyectos tiene?
Ahora se estrena "Vieja Loca", con Carmen Maura, en Sitges, y también series como "Los Mufas" y "División Palermo". Aunque parezca que hago todo a la vez, en realidad son proyectos de años que coinciden ahora en sus estrenos. Para el año que viene voy a actuar en dos películas, una de Victoria Galardi y otra de Federico Beiroj.

- ¿Cómo ve usted la situación actual del cine argentino?
Argentina dejó de ser un país barato para filmar y faltan políticas de fomento. Más que una discusión ideológica, parece un ensañamiento con la cultura. Eso pone en riesgo empleos e industrias pequeñas como el cine, que funcionaban muy bien. Habrá que ver cómo resistimos y qué salidas se encuentran.

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