Con "Un prophète", Francia se adelanta en la carrera por la Palma de Cannes

por © E.E. (Cannes)-NOTICINE.com
Audiard
Audiard

La nueva película de Jacques Audiard, uno de los autores galos con más salida al exterior, se ha convertido en seria contendiente por la Palma de Oro, este sábado en Cannes. "Un prophète" es un "thriller" carcelario con tintes dramáticos, que ha sido bastante mejor acogido que la demasiado ligera comedia de Ang Lee "Taking Woodstock".

En la que puede ser una de las cintas más comerciales de su carrera, Audiard cuenta la historia de un joven de raíces magrebies, aunque extraño a cualquier influencia islamista, que por un delito menor se ve en la prisión con seis años de encierro por delante. Allí, en aras de su supervivencia, se convierte en protegido del jefe de la mafia corsa, quien controla e impone  su ley tras los barrotes. Su primera responsabilidad será asesinar a otro interno que le ofreció droga a cambio de sexo, una misión que le hace ascender a lugarteniente del mafioso.

La violenta e intensa "Un prophète" llama la atención por diferentes motivos, entre ellos el trabajo más que estimable del debutante Tahar Rahim, que lleva sobre sí todo el peso de una película de la que es protagonista absoluto. Por su parte, Audiard modera sus florituras autorales sin por ello dejar de ofrecer una mirada propia y en buena medida novedosa del muy manido género carcelario.

"Con el título de "Prophète", se puede pensar a un concepto religioso, pero yo lo he elegido con ciertas dosis de ironía. En este caso es más el anuncio de algo nuevo, de un tipo diferente de criminal. como el que interpreta Tahar, alguien que no es necesariamente un psicópata, sino un ser inteligente y angelical", ha dicho el realizador francés en rueda de prensa.

Añadía que la elección de la mafia originaria de Córcega no responde más que a la necesidad de mostrar un grupo muy cerrado y unido. "En las cárceles, los corsos se mantienen agrupados, como podían haberlo hecho presos de origen serbio o vasco. Lo que me interesaba realmente era tratar con una entidad no accesible. También quería mostrar un ambiente con estructuras que empiezan a ser caducas y necesita una renovación, pero no he hecho ninguna profundización en las raíces culturales o sociológicas de los corsos".

Tras películas tan importantes como "Deseo, peligro / Lujuria y traición" o "Brockeback Mountain:  En terreno vedado / Secreto en la montaña", se esperaba mucho de "Taking Woodstock", crónica del como y por qué se gestó el macro concierto de finales de los años 60 que revolucionó la sociedad norteamericana. Ya sabíamos que el tono que Lee y su habitual colaborador en los guiones James Schamus se habían decantado por un tono de comedia ligera, pero el resultado tiene aún menos peso del previsto y dudamos mucho que llegue a ser recordado entre sus mejores films.

Bien es cierto que Lee se mueve mucho mejor en el terreno del drama, pero por amable que se quiera hacer este retrato generacional no debería haber olvidado que la risa le viene muy bien a la comedia. Ang Lee ha contado a los periodistas que cuando el concierto de Woodstock el era muy joven y vivía en Taiwan, por lo que sus impresiones de la época eran que aquello había sido una fiesta de hippies con buena música. "Más adelante se demostró que tuvo un significado simbólico: la inocencia de una nueva generación que emergía de las viejas estructuras, tratando de encontrar un camino más refrescante, respetuoso hacia el resto de los seres humanos, incluidos los de culturas y razas diferentes. Woodstock significa también vivir con respeto a la naturaleza", aseguraba el cineasta chino-americano, quien dice que conscientemente dejó a un lado esa otra imagen de Woodstock como una orgía de sexo, drogas y rock & roll.