Finaliza con éxito el Festival de cine francés en Cuba

por © Frank Padrón (Cuba)-NOTICINE.com
Alain Resnais
Alain Resnais
Algunos estrenos comerciales suficientemente motivadores y la Semana de cine alemán no han disminuido el interés que el festival de cine francés en Cuba, el cual desde hace un mes corre por salas capitalinas y de otras provincias, inyecta en numeroso público. Estas últimas semanas han dado la oportunidad, por ejemplo, de revisitar la obra del maestro Alain Resnais, a quien se rindió un homenaje mediante una retrospectiva.

Admira reafirmar la variopinta paleta estilística en que este bastión de la Nouvelle Vague cimentó su cine, trascendiendo el revolucionario movimiento de los años 50 y principios de los 60 para abrirse a otros sistemas estilísticos, otros modos narrativos en los que siempre sentó la originalidad de todo un sello y de una cosmovisión; digamos, la manera en que juega y subvierte los códigos del "Melodrama" en la cinta homónima (1986), la constante desdramatización  del relato mediante trozos de canciones populares francesas en "Conocemos la canción" (1997), el ensayo fílmico que entrecruza varias líneas narrativas ("Mi tío de América", 1980) o, más centrado en la dramaturgia, el multiplot de historias que convergen y confluyen ("Corazones", 2006) sin olvidar aquellos monumentos "nuevaoleros" que siguen en pie desde sus innovaciones sintácticas ("Hiroshima mon amour", "El año pasado en Marienband") o reverenciar sus excelentes cortos documentales (fundamentalmente "Toda la memoria del mundo", dedicado al arte africano, o "Noche y niebla", sobre los campos de concentración nazis).

Respecto a estrenos y primeras obras, la cita con esta siempre motivadora parcela del cine europeo dejó, come d´habitude, inconformidades y satisfacciones. Para centrarnos en las últimas, nos referiríamos a una madura opera prima como "El nacimiento de los pulpos", de Celine Sciamma, que focaliza iniciaciones adolescentes eróticas,  femeninas, no sólo conformadas con inteligencia y sensibilidad a nivel de personajes sino de plasmación en tanto historia, o "La cabeza de mamá", de otra fémina, Carine Tardieu, en torno a la peculiar relación de una joven respecto a la presunta enfermedad de su madre: el ingenio del guión, a medio camino entre el drama y la comedia, encuentra una adecuada plasmación en pantalla, acaso algo extraviada en la última mitad, pero de todos modos aplaudible, y donde la novel Chloé Coulloud se mide nada menos que con la experimentada y siempre grande Karine Viard.     

Sin embargo, resultó decepcionante un thriller como "13 m²", en torno a unos frustrados asaltantes de banco que coinciden en el estrecho espacio que da título al filme tras un golpe: el intento de conferir sustancia a esos caracteres diversos, de tomarle el pulso a la convivencia de personalidades diferentes en un tiempo y lugar exiguos fracasa todavía más que el atraco dada la impericia del director Barthélemy Grossmann para insuflarle organicidad y credibilidad al discurso.

En tanto el resto de los estrenos, confluyeron en cartelera desde una adaptación de Agatha Christe ("La hora cero") hasta la común historia interétnica ("Mala fe") pasando por el simpático animado infantil ("La reina Sol") y otras intersecciones drama-comedia ("Si me quieres, sígueme"). La versión gala sobre la inmarcesible autora de historias terribles, llevada a pantalla esta vez por Pascal Thomas enrumba el relato de manera convencional, pero al menos entretenida, y contando con un profesional elenco (Danielle Darrieux, François Morel, Melvid Poupaud, Chiara Mastroianni…), de modo que hay que perdonarle la payasada final con el descubierto asesino.

Los problemas que deben afrontar el musulmán encarnado por Roschdy Zem y la judía que anima la grácil Cecile de France respecto a sus respectivas familias, arroja una historia repleta de los imaginables escollos y dificultades en este tipo de relatos, nada originales en el cine francés, como es sabido, dado el mosaico de nacionalidades que conviven en la Ciudad Luz; con sentido del humor, situaciones notablemente elaboradas y satisfactorios desempeños dramáticos, la cinta se deja ver, sin constituir tampoco un estudio demasiado profundo, ni mucho menos novedoso, sobre el tema.

Por último, "Si me amas, sígueme" (Benoit Cohen) en torno a un médico recién graduado que abandona la profesión para rearmar lo que constituye su verdadera pasión: una banda de rock, implica un entramado de personajes y circunstancias entre humorísticos y enrevesados que, de cualquier manera, estructuran un trayecto que inquieta e interesa hasta su  imprevisto desenlace.

Desenlace que, en el caso del cine francés, resulta feliz: las múltiples tendencias, los felices matrimonios entre drama y comedia (o ambos, suficientemente puros, lo cual es, dicho sea y no de paso, cada vez más escaso), los nuevos talentos descubriendo sus múltiples posibilidades para seguir llenando la gran tela blanca de historias interesantes, la insistencia en el cine de género, el musical, el drama histórico y la biopic coexistiendo con procederes narrativos mucho más audaces y experimentales ( a veces  conseguidos, otras no tanto) constituyen el panorama de una producción que sigue convocando en Cuba a legiones de cinéfilos, aún cuando, como ocurrió en esta edición, las conferencias, actividades colaterales o incluso, la climatización adecuada en los cines, brillaran por su ausencia.