El Festival Vivamérica se despide con una herencia rica en conocimiento
- por © José Daniel Díaz-NOTICINE.com
Tras cuatro días de celebración de la unión cultural entre Latinoamérica y España, el Festival Vivamérica llegó a su fin en Madrid el pasado domingo. Desde el punto de vista cinematográfico hubo cosas interesantes que ahora detallaremos, pero en el Anfiteatro Gabriela Mistral y la Sala Iberia, sitas ambas en la Casa de América, se desarrollaron aparte de las actividades relacionadas con el Séptimo Arte de esta edición también debates, coloquios, clases magistrales... una oferta muy completa.
El mexicano Guillermo Arriaga, guionista de la trilogía compuesta por "Amores perros","21 gramos" y "Babel" de Iñárritu, hizo una de las mejores exposiciones de esta edición. Con su ponencia "Estructura de personajes" presentó al público su visión personal sobre su manera de prepararlos. Aseguró que siempre le gustaron los personajes extremos, aquéllos que sufren un acontecimiento tras el cual no hay vuelta atrás. Le gusta ponerlos al límite y desarrollar un carácter y una personalidad (el carácter es lo que eres y la personalidad cómo afrontas las situaciones) a raíz de ese momento.
Comentaba que en alguna ocasión le habían preguntado si se inspiraba en Tarantino y, con cierto sentido del humor, aseguró que empezó a ver películas de ese director para conocer la persona en la que se inspiraba. De todas formas "no tenemos nada que ver. Él ve la violencia como algo divertido y yo, que la he vivido de cerca y la conozco, la utilizo como algo dramático sin retorno", dijo con cierta amargura.
También tuvo su oportunidad la argentina Lucrecia Martel que preparó una charla sobre la importancia del sonido en el cine. La directora de "La mujer sin cabeza / La mujer rubia", seleccionada en Cannes en 2008, expuso con cierto nerviosismo lo que significa el sonido, englobado dentro de la post-producción, para que una película genere las sensaciones que el cineasta busca. Con aportes científicos y de comportamiento humano aseguró que el cine actual no está dando la relevancia necesaria a esa parte fundamental del rodaje. Casi nunca hay presupuesto para desarrollar un buen sonido y eso el film lo nota y se resiente.
Entre las proyecciones de esta edición destacó "Francia", de Israel Adrián Caetano. Se trata de una historia sencilla que el director calificó de "apta para todos los públicos", pero que denota mucha amargura, tristeza y pocas posibilidades de salida. Premiada con una mención especial en el pasado Festival de San Sebastian, cuenta la historia de una familia formada por una pareja divorciada y su pequeña hija (que además es la hija del director en la vida real) y sus problemas económicos y personales. Con pocas localizaciones y escasos medios el director logra acaparar la atención alternando toques de humor, "algo que nunca había hecho antes" dijo Israel, con dramatismo y desesperanza.
La conversación con el cineasta uruguayo fue larga y entretenida. Contó anécdotas como los problemas que tuvo para que en el Festival de Venecia dejaran pasar a la proyección a su hija, protagonista del film junto a la argentina Natalia Oreiro. También se atrevió con la situación social que vive Argentina donde cada vez se premia más en la televisión a marginales delincuentes convirtiéndoles en estrellas y líderes de opinión.
En otra jornada se proyectó el documental "La pérdida", de Javier Angulo y Enrique Gabriel. Esta película documental narra con mucho sentimiento el exilio al que se vieron obligados muchos argentinos durante la dictadura que sufrieron entre 1976 y 1983. Lo cierto es que Argentina ha estado muy presente en esta edición.
Con un enfoque igualmente documental se presentó "El diario de Agustín", de Ignacio Agüero. A través de unos estudiantes e investigadores de la Universidad de Chile revela cómo desde las páginas del periódico "El Mercurio" se desinformó, ocultó información y promovió la violación a los derechos humanos asociados con el régimen de Pinochet.
Con la Marcha tradicional donde cada país latinoamericano recorre las calles de la ciudad al ritmo de sus bailes tradicionales, se dio por concluída una nueva edición de este certamen que ya cuenta con 3 ediciones y parece que se mantendrá durante muchos más, además de disponer de ediciones paralelas en Santo Domingo, Bogotá y Cádiz. Su único punto negro en esta ocasión fue la mala atención a la prensa, cuyo trabajo no fue precisamente facilitado por la organización.
El mexicano Guillermo Arriaga, guionista de la trilogía compuesta por "Amores perros","21 gramos" y "Babel" de Iñárritu, hizo una de las mejores exposiciones de esta edición. Con su ponencia "Estructura de personajes" presentó al público su visión personal sobre su manera de prepararlos. Aseguró que siempre le gustaron los personajes extremos, aquéllos que sufren un acontecimiento tras el cual no hay vuelta atrás. Le gusta ponerlos al límite y desarrollar un carácter y una personalidad (el carácter es lo que eres y la personalidad cómo afrontas las situaciones) a raíz de ese momento.
Comentaba que en alguna ocasión le habían preguntado si se inspiraba en Tarantino y, con cierto sentido del humor, aseguró que empezó a ver películas de ese director para conocer la persona en la que se inspiraba. De todas formas "no tenemos nada que ver. Él ve la violencia como algo divertido y yo, que la he vivido de cerca y la conozco, la utilizo como algo dramático sin retorno", dijo con cierta amargura.
También tuvo su oportunidad la argentina Lucrecia Martel que preparó una charla sobre la importancia del sonido en el cine. La directora de "La mujer sin cabeza / La mujer rubia", seleccionada en Cannes en 2008, expuso con cierto nerviosismo lo que significa el sonido, englobado dentro de la post-producción, para que una película genere las sensaciones que el cineasta busca. Con aportes científicos y de comportamiento humano aseguró que el cine actual no está dando la relevancia necesaria a esa parte fundamental del rodaje. Casi nunca hay presupuesto para desarrollar un buen sonido y eso el film lo nota y se resiente.
Entre las proyecciones de esta edición destacó "Francia", de Israel Adrián Caetano. Se trata de una historia sencilla que el director calificó de "apta para todos los públicos", pero que denota mucha amargura, tristeza y pocas posibilidades de salida. Premiada con una mención especial en el pasado Festival de San Sebastian, cuenta la historia de una familia formada por una pareja divorciada y su pequeña hija (que además es la hija del director en la vida real) y sus problemas económicos y personales. Con pocas localizaciones y escasos medios el director logra acaparar la atención alternando toques de humor, "algo que nunca había hecho antes" dijo Israel, con dramatismo y desesperanza.
La conversación con el cineasta uruguayo fue larga y entretenida. Contó anécdotas como los problemas que tuvo para que en el Festival de Venecia dejaran pasar a la proyección a su hija, protagonista del film junto a la argentina Natalia Oreiro. También se atrevió con la situación social que vive Argentina donde cada vez se premia más en la televisión a marginales delincuentes convirtiéndoles en estrellas y líderes de opinión.
En otra jornada se proyectó el documental "La pérdida", de Javier Angulo y Enrique Gabriel. Esta película documental narra con mucho sentimiento el exilio al que se vieron obligados muchos argentinos durante la dictadura que sufrieron entre 1976 y 1983. Lo cierto es que Argentina ha estado muy presente en esta edición.
Con un enfoque igualmente documental se presentó "El diario de Agustín", de Ignacio Agüero. A través de unos estudiantes e investigadores de la Universidad de Chile revela cómo desde las páginas del periódico "El Mercurio" se desinformó, ocultó información y promovió la violación a los derechos humanos asociados con el régimen de Pinochet.
Con la Marcha tradicional donde cada país latinoamericano recorre las calles de la ciudad al ritmo de sus bailes tradicionales, se dio por concluída una nueva edición de este certamen que ya cuenta con 3 ediciones y parece que se mantendrá durante muchos más, además de disponer de ediciones paralelas en Santo Domingo, Bogotá y Cádiz. Su único punto negro en esta ocasión fue la mala atención a la prensa, cuyo trabajo no fue precisamente facilitado por la organización.