Tres Adanes con traumáticas experiencias en la Seminci
- por © J.A. (Valladolid)-NOTICINE.com
Dos de las películas de este martes en la competencia de la Semana Internacional de Cine de Valladolid tenían similares nombres de sus protagonistas en el título, y en la tercera, aunque su nombre sea otro (Tony T), coincide con los demás en haber vivido experiencias traumáticas. las norteamericanas "Adam", de Max Mayer, y "Adam Resurrected", de Paul Schrader, y la belga "Dirty mind", de Pieter van Hees, fueron recibidas con interés.
Presentada en la Berlinale, la cinta del veterano guionista y director Paul Schrader, basada en una novela del israelí Yoram Kaniuk relacionada con el Holocausto. El protagonista de esta historia ficticia es Adam Stein (espléndido Jeff Goldblum), un payaso de circo judío, que logra sobrevivir en un campo de exterminio a base de divertir a sus correligionarios camino de las cámaras de gas, bajo la supervisión de un comandante nazi (Willem Dafoe). Años después, es en Israel el líder de una comunidad de internos en un hospital psiquiátrico del desierto de Negev, sólo para supervivientes del Holocausto. A ratos más brillante que los médicos y a ratos el más loco de todos los pacientes, Adam se empeña en dar sentido a un mundo en el que la línea entre locura y cordura se confunden.
En esta ocasión, el guionista dos veces candidato al Globo de Oro y autor de libretos tan conocidos como el "Taxi driver", que en su faceta de realizador no ha conseguido éxitos comerciales reseñables, utiliza un guión ajeno (de Noah Stollman) porque según dijo cuando iba a rodarla (ni él ni Goldblum ni ningún profesional implicado acudió a Valladolid) le pareció un tratamiento muy original, nunca antes tratado en relación con el Holocausto. Alemania e Israel fueron sus principales financiadores, aunque director y actores principales sean norteamericanos.
"Adam resurrected", que bien podría valerle a Goldblum una Espiga de Plata de interpretación (lástima que no haya venido), no es exactamente por su tema el tipo de película que la gente corre a ver un fin de semana en unos multicines, pero si de alguna forma el espectador llega a ella no va quedar decepcionado.
Esas dificultades de "atractivo previo", podríamos decir, son también las de "Adam" y "Dirty mind". La primera, que se presentó en Sundance a principios de este año, parte de una premisa un tanto increible: la relación que se vuelve romántica entre una atractiva maestra y su vecino, un joven afectado por una cierta forma de autismo, pero precisamente el mensaje del también ausente de la Seminci Mayer es que el amor es posible incluso entre personas con aparentemente casi nada en común. La segunda cinta de este ex realizador televisivo es un bastante típico trabajo independiente -sin figuras tan conocidas en su elenco como el otro "Adam" del día-, y que desde el original planteamiento inicial acaba cayendo en la familiaridad del género romántico, claro que ello también contribuye de cierta forma a una mayor sintonía con el público.
La vocación comercial es aún más clara en la belga "Dirty mind", que más que la típica película "de autor" de la Seminci es una disparatada tragicomedia de acción sobre un tipo apocado que como consecuencia de un accidente que afecta a su cerebro (el tercer "enfermo" de este martes) se convierte en una especie de "play boy" y hombre de acción que trabaja como "doble" de astros del cine internacional, y lejos que querer curarse, disfruta de su cambio, aunque la terapeuta que le trata sea la única que se resiste a sus recién adquiridos encantos. Hizo pasar divertidos momentos al respetable...
Presentada en la Berlinale, la cinta del veterano guionista y director Paul Schrader, basada en una novela del israelí Yoram Kaniuk relacionada con el Holocausto. El protagonista de esta historia ficticia es Adam Stein (espléndido Jeff Goldblum), un payaso de circo judío, que logra sobrevivir en un campo de exterminio a base de divertir a sus correligionarios camino de las cámaras de gas, bajo la supervisión de un comandante nazi (Willem Dafoe). Años después, es en Israel el líder de una comunidad de internos en un hospital psiquiátrico del desierto de Negev, sólo para supervivientes del Holocausto. A ratos más brillante que los médicos y a ratos el más loco de todos los pacientes, Adam se empeña en dar sentido a un mundo en el que la línea entre locura y cordura se confunden.
En esta ocasión, el guionista dos veces candidato al Globo de Oro y autor de libretos tan conocidos como el "Taxi driver", que en su faceta de realizador no ha conseguido éxitos comerciales reseñables, utiliza un guión ajeno (de Noah Stollman) porque según dijo cuando iba a rodarla (ni él ni Goldblum ni ningún profesional implicado acudió a Valladolid) le pareció un tratamiento muy original, nunca antes tratado en relación con el Holocausto. Alemania e Israel fueron sus principales financiadores, aunque director y actores principales sean norteamericanos.
"Adam resurrected", que bien podría valerle a Goldblum una Espiga de Plata de interpretación (lástima que no haya venido), no es exactamente por su tema el tipo de película que la gente corre a ver un fin de semana en unos multicines, pero si de alguna forma el espectador llega a ella no va quedar decepcionado.
Esas dificultades de "atractivo previo", podríamos decir, son también las de "Adam" y "Dirty mind". La primera, que se presentó en Sundance a principios de este año, parte de una premisa un tanto increible: la relación que se vuelve romántica entre una atractiva maestra y su vecino, un joven afectado por una cierta forma de autismo, pero precisamente el mensaje del también ausente de la Seminci Mayer es que el amor es posible incluso entre personas con aparentemente casi nada en común. La segunda cinta de este ex realizador televisivo es un bastante típico trabajo independiente -sin figuras tan conocidas en su elenco como el otro "Adam" del día-, y que desde el original planteamiento inicial acaba cayendo en la familiaridad del género romántico, claro que ello también contribuye de cierta forma a una mayor sintonía con el público.
La vocación comercial es aún más clara en la belga "Dirty mind", que más que la típica película "de autor" de la Seminci es una disparatada tragicomedia de acción sobre un tipo apocado que como consecuencia de un accidente que afecta a su cerebro (el tercer "enfermo" de este martes) se convierte en una especie de "play boy" y hombre de acción que trabaja como "doble" de astros del cine internacional, y lejos que querer curarse, disfruta de su cambio, aunque la terapeuta que le trata sea la única que se resiste a sus recién adquiridos encantos. Hizo pasar divertidos momentos al respetable...