La italo-austríaca "La pivellina" triunfa en Gijón
- por © Mónica Boullosa (Gijón)-NOTICINE.com
El debut en la ficción de los antes documentalistas Tizza Covi y Rainer Frimmet, "La pivellina", fue la triunfadora este sábado de la 47 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón (FICXixón), cuyo jurado la consideró mejor película y recompensó también a su protagonista, Patrizia Gerardi. El segundo título doblemente galardonado fue el norteamericano "Humpday", por su realización (Lynn Shelton) y su actuación masculina (Mark Duplass y Joshua Leonard, exaequo). Por su parte, el Premio Especial del Jurado correspondió a la francesa "Le roi de l'evasion", de Alain Guiraudie.
En el palmares oficial, el jurado integrado por Lenny Abrahamson, Kiko Amat, Cristine Dollhofer, Lucía Puenzo y Andrés Gertrudix, incluyó el premio Gil Parrondo a la mejor dirección artística, para Gustavo Ramírez, por la hispano-uruguaya "Mal día para pescar", y el de guión a Philippe Lioret, Emmanuel Courcol y Olivier Adam, por "Welcome". Por su parte, el público prefirió al film de Sterlin Harjo "Barking water".
"La pivellina" ha sido calificada por el jurado como una "inaudita celebración de la felicidad cotidiana y una mirada íntima, tierna y emocionalmente honesta". Narra en un estilo neorrelista la historia de Patty (Gerardi), quien mientras deambula por los suburbios de Roma en busca de su perro Hércules se encuentra con una niña abandonada. La pivellina tiene dos años y dice llamarse "Aia" (por "Asia"). Como no hay ni rastro de sus padres, Patty decide llevársela con ella a la caravana en la que también vive Walter, su compañero sentimental y laboral, pues ambos trabajan juntos como artistas de circo. Aunque dudan seriamente si dar parte de lo sucedido a la policía, pronto comenzarán a encontrarse a gusto cuidando de la encantadora Asia. Algo similar le ocurrirá a Tairo, el joven hijo de otra familia de la zona, que se convertirá en un amigo inseparable de la pequeña.
Cruz Angeles y "Don´t let me drown"
El 47 Festival de Cine de Gijón puso fin a la edición de esta año después de proyectar 200 películas, incontables ruedas de prensa y abundantes encuentros con él público que a menudo abarrotaba las salas. Y la sesión de clausura correspondió a una de las muchas óperas primas que se han podido ver en este festival, la cinta del realizador mexicano Cruz Ángeles "Don´t let me drown", dónde late la pulsión de la tragedia clásica y los ecos del cine con vocación social.
Su film llega poco a poco a través del estómago y va subiendo hasta que alcanza la garganta y se forma ese famoso nudo que desemboca en principio de lagrimeo contenido. "La emoción es un elemento clave, pero las películas con las que más he conectado no son americanas, me interesa el cine japonés", reflexionó Cruz Angeles sobre su primer largometraje nominado, presentado en el Festival de Sundance. No sin antes dejar claro dónde está su motor, su objetivo como cineasta "es aportar visibilidad a lo invisible".
"Es importante mostrar que pasa en las casas de muchos jóvenes que están como pez que nada en sus propias aguas en Estados Unidos pero sus raíces están en otra parte". "Lalo representa la nueva generación de mexicanos". Mientras su madre le habla en un castellano con la cadencia y la vehemencia del acento mexicano el responde con la potencia y la ironía del slam hablado en los "bajos fondos" de la mítica ciudad de New York. Si no lo es, se aproxima mucho a un remake de "Romeo y Julieta" situado en el fatídico mes después de la catástrofe del 11 de septiembre.
El bombardeo mediático constante y la proximidad de sus consecuencias en los dos jóvenes postadolescentes de origen latino él y afrolatina ella, es un telón de fondo que no consigue apagar el brillo en el fondo de sus retinas. Pero además hay un componente que sumerge esta historia en el territorio de la épica, los héroes anónimos. A través de Ramón, padre de Lalo, que trabaja en la zona cero recogiendo toneladas de escombros y cada vez que llega a casa vomita un oscuro y pastoso líquido.
"Los trabajadores que aparecen en la película son reales y muchos de ellos ahora están, gravemente enfermos pero el sistema de salud americano no se ocupa de ellos". Su ritual presencia apela a la necesidad de hacer justicia. "Lo que se ve en Tv son los bomberos blancos, pero no es así, hay muchos emigrantes sacando escombros, ecuatorianos, mexicanos, africanos... Una declaración de principios que se apoya en la esperanza, "Teníamos claro un objetivo, la mejor medicina para los tiempos difíciles es la risa y el amor". "Hay mucho enfado, resentimiento y la prensa no ayuda en nada a calmar los ánimos. Pensé: 'voy a hacer que funcione mi mundo', porque creo que los jóvenes están aportando mucha energía positiva".
En el palmares oficial, el jurado integrado por Lenny Abrahamson, Kiko Amat, Cristine Dollhofer, Lucía Puenzo y Andrés Gertrudix, incluyó el premio Gil Parrondo a la mejor dirección artística, para Gustavo Ramírez, por la hispano-uruguaya "Mal día para pescar", y el de guión a Philippe Lioret, Emmanuel Courcol y Olivier Adam, por "Welcome". Por su parte, el público prefirió al film de Sterlin Harjo "Barking water".
"La pivellina" ha sido calificada por el jurado como una "inaudita celebración de la felicidad cotidiana y una mirada íntima, tierna y emocionalmente honesta". Narra en un estilo neorrelista la historia de Patty (Gerardi), quien mientras deambula por los suburbios de Roma en busca de su perro Hércules se encuentra con una niña abandonada. La pivellina tiene dos años y dice llamarse "Aia" (por "Asia"). Como no hay ni rastro de sus padres, Patty decide llevársela con ella a la caravana en la que también vive Walter, su compañero sentimental y laboral, pues ambos trabajan juntos como artistas de circo. Aunque dudan seriamente si dar parte de lo sucedido a la policía, pronto comenzarán a encontrarse a gusto cuidando de la encantadora Asia. Algo similar le ocurrirá a Tairo, el joven hijo de otra familia de la zona, que se convertirá en un amigo inseparable de la pequeña.
Cruz Angeles y "Don´t let me drown"
El 47 Festival de Cine de Gijón puso fin a la edición de esta año después de proyectar 200 películas, incontables ruedas de prensa y abundantes encuentros con él público que a menudo abarrotaba las salas. Y la sesión de clausura correspondió a una de las muchas óperas primas que se han podido ver en este festival, la cinta del realizador mexicano Cruz Ángeles "Don´t let me drown", dónde late la pulsión de la tragedia clásica y los ecos del cine con vocación social.
Su film llega poco a poco a través del estómago y va subiendo hasta que alcanza la garganta y se forma ese famoso nudo que desemboca en principio de lagrimeo contenido. "La emoción es un elemento clave, pero las películas con las que más he conectado no son americanas, me interesa el cine japonés", reflexionó Cruz Angeles sobre su primer largometraje nominado, presentado en el Festival de Sundance. No sin antes dejar claro dónde está su motor, su objetivo como cineasta "es aportar visibilidad a lo invisible".
"Es importante mostrar que pasa en las casas de muchos jóvenes que están como pez que nada en sus propias aguas en Estados Unidos pero sus raíces están en otra parte". "Lalo representa la nueva generación de mexicanos". Mientras su madre le habla en un castellano con la cadencia y la vehemencia del acento mexicano el responde con la potencia y la ironía del slam hablado en los "bajos fondos" de la mítica ciudad de New York. Si no lo es, se aproxima mucho a un remake de "Romeo y Julieta" situado en el fatídico mes después de la catástrofe del 11 de septiembre.
El bombardeo mediático constante y la proximidad de sus consecuencias en los dos jóvenes postadolescentes de origen latino él y afrolatina ella, es un telón de fondo que no consigue apagar el brillo en el fondo de sus retinas. Pero además hay un componente que sumerge esta historia en el territorio de la épica, los héroes anónimos. A través de Ramón, padre de Lalo, que trabaja en la zona cero recogiendo toneladas de escombros y cada vez que llega a casa vomita un oscuro y pastoso líquido.
"Los trabajadores que aparecen en la película son reales y muchos de ellos ahora están, gravemente enfermos pero el sistema de salud americano no se ocupa de ellos". Su ritual presencia apela a la necesidad de hacer justicia. "Lo que se ve en Tv son los bomberos blancos, pero no es así, hay muchos emigrantes sacando escombros, ecuatorianos, mexicanos, africanos... Una declaración de principios que se apoya en la esperanza, "Teníamos claro un objetivo, la mejor medicina para los tiempos difíciles es la risa y el amor". "Hay mucho enfado, resentimiento y la prensa no ayuda en nada a calmar los ánimos. Pensé: 'voy a hacer que funcione mi mundo', porque creo que los jóvenes están aportando mucha energía positiva".