Colaboración: Asentamiento coralino en la mayor de las Antillas
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Por Frank Padrón
Las premiaciones en cada edición del Festival habanero acarrean siempre, ya se sabe, inconformidades y también coincidencias con cada juicio personal. La que acaba de concluir, la número 31, no ha sido una excepción. "La teta asustada, de Claudia Llosa (España-Perú) conquistó como era de esperar, el Primer Coral en largos de ficción, y esa espera se asienta en el hecho del “efecto-dominó”: gana en festivales importantes y lo harás en La Habana, parecen indicar la lógica y la historia, lo cual no es un defecto precisamente de nuestro evento sino que al parecer preside una suerte de ley no escrita en cada jurado, como ha ocurrido también en el que integraran este año, la brasileña Lucía Murat y el argentino Juan José Jusid, entre otros.
Triunfadora en Berlín y Guadalajara, entre otros festivales importantes, "La teta..." sigue una vieja leyenda quechua (idioma en el que se habla durante ciertos trechos del film), la segunda pieza de la joven realizadora alude a una enfermedad que presuntamente se trasmite por la leche materna de las mujeres que fueron violadas o maltratadas durante la guerra del terrorismo en el Perú, pero aún cuando acabó la contienda, la protagonista teme enfrentarse a sus miedos y al secreto que oculta en su interior: se ha introducido una papa en la vagina, como una suerte de protector.
El guión, como se aprecia a simple vista, es sugerente, válido esto de que lo autóctono-indígena se erija en sujeto, pero la directora no consigue el amarre y la fuerza de su cinta anterior (Madeinusa), porque la puesta en pantalla (donde sobresalen la fotografía y la música) está llena de anti-clímax, de circunloquios y suciedades de montaje.
El Segundo Coral, "La nana" (Sebastián Silva, Chile) sí parece haber puesto de acuerdo a casi todo el mundo, incluyendo el reconocimiento a la excelente actriz protagónica, Catalina Saavedra. Favorecida en decenas de festivales importantes ya, sigue con tino y precisión, desde su inteligente guión hasta su no menos contundente puesta en pantalla, a una doméstica llena de frustraciones que proyecta obsesiva con los hijos ajenos y contra toda rival que aparece en la casa burguesa donde trabaja, hasta que un buen día una de ellas la hace cambiar radicalmente de actitud.
Quien no estuvo muy de acuerdo con el Tercer Coral (también galardonado por la FIPRESCI) fue el gran público, pero casi toda la crítica ha encomiado también "Viajo porque preciso, volto porque te amo", de Marcelo Gómez y Karim Ainouz, este último reincidente (obtuvo años anteriores un Primer Coral por "El cielo de Suely").
Cruce intergenérico, texto fílmico que emblematiza las barreras cada vez más frágiles entre, digamos, el documental y la ficción, es, más que un road movie, un testimonio de viaje donde el protagonista es sujeto y objeto dramático y narrativo; un joven separado que intentando olvidar a la amada emprende un recorrido por varias zonas del Nordeste y comparte con nosotros una suerte de diario cinematográfico que narra también in off, complementando las imágenes.
Una gran subjetiva, por tanto, lanza este film poético desde su acertado minimalismo, donde la música tanto extra como diegética y una fotografía escrutadora, nada turística como pudiera haber ocurrido, se suman al discurso y lo enriquecen; en realidad, no es más ni menos que un filme de/sobre amor, sólo que concebido en términos nada convencionales y sí audaces, innovadores pero que atrapa, engancha, logra la complicidad de quienes respondan y estén dispuestos a compartir su sensibilidad.
El Premio Especial del Jurado (junto a otros corales, entre ellos la mejor dirección) fue para la argentina "El secreto de sus ojos", de Juan José Campanella, que ya comentáramos desde estas mismas páginas; una cinta que, al margen de las reservas que deje, merece cualquier reconocimiento, sí (incluyendo el de actuación masculina a Ricardo Darín, siempre el mismo pero siempre, concedamos, eficaz en sus roles) menos... precisamente ese, porque un Premio Especial del Jurado es un rubro para obras más bien experimentales, vanguardistas, y esta, ya sabemos, en lo absoluto lo es.
El mejor guión según el jurado fue el de Sabine Berman para el film de Carlos Carrera "El traspatio" (México), en efecto, historia muy bien contada sobre el endémico asesinato de jóvenes maquiladoras en Ciudad Juárez: thriller bien armado que el maestro Carrera lleva a pantalla de modo bastante lineal, sin preciosismos estéticos pero con indudable energía y la fuerza que demanda el tema.
Otras piezas a mi juicio superiores a varias de las “coralizadas” entre los largos de ficción quedaron con el bate al hombro: la boliviana "Zona Sur", por ejemplo, de Juan Carlos Valdivia Flores (American Visa), sobre una familia de clase alta en La Paz que vive en su propio y peculiar mundo, al margen de los cambios sociales que promueve el gobierno de Evo Morales.
Pero acaso la mayor injusticia se haya cometido con el bellísimo film argentino "El último verano de la boyita", de Julia Solomonoff, que obtuvo mención SIGNIS y el premio de la productora Caminos. El caso de un hermafrodita en el Rosario rural, desde la perspectiva de una niña que junto a su familia, pasa vacaciones allí, permite a su joven directora (Dos hermanas) tejer, o mejor, bordar, una historia que transpira respeto por las diferencias y un voto por la sensibilidad infantil, particularmente femenina, contra el mundo a ratos cerrado o cuanto menos distante de los adultos, particularmente en ese mundo salvaje, brutalmente hermoso pero también infectado de prejuicios e ignorancia que es el campo, contexto que a propósito, la cámara convierte en todo un coprotagónico; actuaciones (principalmente los niños), ambientación, fotografía, montaje... todo redunda en una obra madura y sólida.
Aunque no he visto el Primer Coral, al parecer mucho más acertado en su conjunto resultó el jurado de óperas primas que integraron la ecuatoriana Tania Hermida y nuestro paisano Kiki Alvarez. "Gigante" (Segundo), coproducción uruguaya-alemana-argentino-holandesa de Adrián Biniez, porta ese tempo deliberada, necesariamente moroso y reflexivo que implica el análisis de un carácter, en este caso ese hombrachón alto y grueso que titula el film, empleado de seguridad de un supermercado a quien flecha una empleada de allí y no sabe cómo demostrarle sus sentimientos, hasta que finalmente lo hace de una manera muy acorde con su personalidad; film hermoso, preciosista y definitivamente redondo.
"Cinco días sin Nora", de la mexicana Mariana Chenillo (tercer premio) acciona de forma asombrosamente madura y eficaz el humor negro, a partir de una mujer que se suicida no sin antes trazar un plan que reunirá y hará interactuar a familiares y amigos, a partir de una carta y una misteriosa foto “olvidada” bajo la cama.
La corrosiva ironía de los diálogos, lo excelentemente hilvanado de las situaciones, el singular diseño de personajes por demás muy bien actuados (Fernando Luján, Verónica Lánger, Enrique Arreola…) contribuyen a que mientras la pasamos muy bien, reflexionemos: ¿habrá muertes autoprovocadas que redundan en la mejoría de otras vidas?
No mejor lauro pudo haber obtenido "Os famosos e os duendes da morte" (Los famosos y los duendes de la muerte), del brasileño Esmir Filho, que el de la “Mejor contribución artística”. Un Brasil poco explorado, el del sur, en un asentamiento rural donde radica una colonia alemana que ya tuvo relaciones y descendientes con los locales, es el marco donde un joven de 16 años, fanático de Bob Dylan y de Internet se evade y construye un mundo propio, a pesar de lo cual no puede evitar relacionarse.
Tal complejidad adolescente, esos despertares a la vida, el vínculo con los otros de diversas edades e intereses, es atrapado por el también joven cineasta (presente en el festival) mediante un filme que es todo un ensayo fílmico, sobresaliente por su esmerado tratamiento visual y sobre todo, sonoro, al fundir de manera casi imperceptible los ruidos naturales y los evocados, las imágenes tanto reales como las muchas soñadas o imaginadas por el protagonista (a veces fundidas) que pueblan su abundoso mundo onírico. Susceptible de ciertos oportunos cortes en la edición, de algunos redondeos dramáticos, Os famosos… es una audaz y sensible propuesta fílmica.
Como lo son otras, sin dudas, en otras categorías y especialidades que harían demasiado extenso este intento de resumen.
Basten estas consideraciones que, más allá de las reservas y las confluencias, nos permiten llegar a un aserto: tuvimos un magnífico festival, que apunta a la buena salud de que, pese a todo, ostenta el cine del área.
PERSONAL ASENTAMIENTO CORALINO:
Primer Coral: "El último verano de la Boyita" (Argentina)
Segundo: "La Nana" (Chile)
Tercero: "Zona Sur" (Bolivia)
Premio Especial del Jurado: "Viajo porque preciso..." (Brasil)
Mejor dirección: Juan José Campanella ("El secreto...")
Las premiaciones en cada edición del Festival habanero acarrean siempre, ya se sabe, inconformidades y también coincidencias con cada juicio personal. La que acaba de concluir, la número 31, no ha sido una excepción. "La teta asustada, de Claudia Llosa (España-Perú) conquistó como era de esperar, el Primer Coral en largos de ficción, y esa espera se asienta en el hecho del “efecto-dominó”: gana en festivales importantes y lo harás en La Habana, parecen indicar la lógica y la historia, lo cual no es un defecto precisamente de nuestro evento sino que al parecer preside una suerte de ley no escrita en cada jurado, como ha ocurrido también en el que integraran este año, la brasileña Lucía Murat y el argentino Juan José Jusid, entre otros.
Triunfadora en Berlín y Guadalajara, entre otros festivales importantes, "La teta..." sigue una vieja leyenda quechua (idioma en el que se habla durante ciertos trechos del film), la segunda pieza de la joven realizadora alude a una enfermedad que presuntamente se trasmite por la leche materna de las mujeres que fueron violadas o maltratadas durante la guerra del terrorismo en el Perú, pero aún cuando acabó la contienda, la protagonista teme enfrentarse a sus miedos y al secreto que oculta en su interior: se ha introducido una papa en la vagina, como una suerte de protector.
El guión, como se aprecia a simple vista, es sugerente, válido esto de que lo autóctono-indígena se erija en sujeto, pero la directora no consigue el amarre y la fuerza de su cinta anterior (Madeinusa), porque la puesta en pantalla (donde sobresalen la fotografía y la música) está llena de anti-clímax, de circunloquios y suciedades de montaje.
El Segundo Coral, "La nana" (Sebastián Silva, Chile) sí parece haber puesto de acuerdo a casi todo el mundo, incluyendo el reconocimiento a la excelente actriz protagónica, Catalina Saavedra. Favorecida en decenas de festivales importantes ya, sigue con tino y precisión, desde su inteligente guión hasta su no menos contundente puesta en pantalla, a una doméstica llena de frustraciones que proyecta obsesiva con los hijos ajenos y contra toda rival que aparece en la casa burguesa donde trabaja, hasta que un buen día una de ellas la hace cambiar radicalmente de actitud.
Quien no estuvo muy de acuerdo con el Tercer Coral (también galardonado por la FIPRESCI) fue el gran público, pero casi toda la crítica ha encomiado también "Viajo porque preciso, volto porque te amo", de Marcelo Gómez y Karim Ainouz, este último reincidente (obtuvo años anteriores un Primer Coral por "El cielo de Suely").
Cruce intergenérico, texto fílmico que emblematiza las barreras cada vez más frágiles entre, digamos, el documental y la ficción, es, más que un road movie, un testimonio de viaje donde el protagonista es sujeto y objeto dramático y narrativo; un joven separado que intentando olvidar a la amada emprende un recorrido por varias zonas del Nordeste y comparte con nosotros una suerte de diario cinematográfico que narra también in off, complementando las imágenes.
Una gran subjetiva, por tanto, lanza este film poético desde su acertado minimalismo, donde la música tanto extra como diegética y una fotografía escrutadora, nada turística como pudiera haber ocurrido, se suman al discurso y lo enriquecen; en realidad, no es más ni menos que un filme de/sobre amor, sólo que concebido en términos nada convencionales y sí audaces, innovadores pero que atrapa, engancha, logra la complicidad de quienes respondan y estén dispuestos a compartir su sensibilidad.
El Premio Especial del Jurado (junto a otros corales, entre ellos la mejor dirección) fue para la argentina "El secreto de sus ojos", de Juan José Campanella, que ya comentáramos desde estas mismas páginas; una cinta que, al margen de las reservas que deje, merece cualquier reconocimiento, sí (incluyendo el de actuación masculina a Ricardo Darín, siempre el mismo pero siempre, concedamos, eficaz en sus roles) menos... precisamente ese, porque un Premio Especial del Jurado es un rubro para obras más bien experimentales, vanguardistas, y esta, ya sabemos, en lo absoluto lo es.
El mejor guión según el jurado fue el de Sabine Berman para el film de Carlos Carrera "El traspatio" (México), en efecto, historia muy bien contada sobre el endémico asesinato de jóvenes maquiladoras en Ciudad Juárez: thriller bien armado que el maestro Carrera lleva a pantalla de modo bastante lineal, sin preciosismos estéticos pero con indudable energía y la fuerza que demanda el tema.
Otras piezas a mi juicio superiores a varias de las “coralizadas” entre los largos de ficción quedaron con el bate al hombro: la boliviana "Zona Sur", por ejemplo, de Juan Carlos Valdivia Flores (American Visa), sobre una familia de clase alta en La Paz que vive en su propio y peculiar mundo, al margen de los cambios sociales que promueve el gobierno de Evo Morales.
Pero acaso la mayor injusticia se haya cometido con el bellísimo film argentino "El último verano de la boyita", de Julia Solomonoff, que obtuvo mención SIGNIS y el premio de la productora Caminos. El caso de un hermafrodita en el Rosario rural, desde la perspectiva de una niña que junto a su familia, pasa vacaciones allí, permite a su joven directora (Dos hermanas) tejer, o mejor, bordar, una historia que transpira respeto por las diferencias y un voto por la sensibilidad infantil, particularmente femenina, contra el mundo a ratos cerrado o cuanto menos distante de los adultos, particularmente en ese mundo salvaje, brutalmente hermoso pero también infectado de prejuicios e ignorancia que es el campo, contexto que a propósito, la cámara convierte en todo un coprotagónico; actuaciones (principalmente los niños), ambientación, fotografía, montaje... todo redunda en una obra madura y sólida.
Aunque no he visto el Primer Coral, al parecer mucho más acertado en su conjunto resultó el jurado de óperas primas que integraron la ecuatoriana Tania Hermida y nuestro paisano Kiki Alvarez. "Gigante" (Segundo), coproducción uruguaya-alemana-argentino-holandesa de Adrián Biniez, porta ese tempo deliberada, necesariamente moroso y reflexivo que implica el análisis de un carácter, en este caso ese hombrachón alto y grueso que titula el film, empleado de seguridad de un supermercado a quien flecha una empleada de allí y no sabe cómo demostrarle sus sentimientos, hasta que finalmente lo hace de una manera muy acorde con su personalidad; film hermoso, preciosista y definitivamente redondo.
"Cinco días sin Nora", de la mexicana Mariana Chenillo (tercer premio) acciona de forma asombrosamente madura y eficaz el humor negro, a partir de una mujer que se suicida no sin antes trazar un plan que reunirá y hará interactuar a familiares y amigos, a partir de una carta y una misteriosa foto “olvidada” bajo la cama.
La corrosiva ironía de los diálogos, lo excelentemente hilvanado de las situaciones, el singular diseño de personajes por demás muy bien actuados (Fernando Luján, Verónica Lánger, Enrique Arreola…) contribuyen a que mientras la pasamos muy bien, reflexionemos: ¿habrá muertes autoprovocadas que redundan en la mejoría de otras vidas?
No mejor lauro pudo haber obtenido "Os famosos e os duendes da morte" (Los famosos y los duendes de la muerte), del brasileño Esmir Filho, que el de la “Mejor contribución artística”. Un Brasil poco explorado, el del sur, en un asentamiento rural donde radica una colonia alemana que ya tuvo relaciones y descendientes con los locales, es el marco donde un joven de 16 años, fanático de Bob Dylan y de Internet se evade y construye un mundo propio, a pesar de lo cual no puede evitar relacionarse.
Tal complejidad adolescente, esos despertares a la vida, el vínculo con los otros de diversas edades e intereses, es atrapado por el también joven cineasta (presente en el festival) mediante un filme que es todo un ensayo fílmico, sobresaliente por su esmerado tratamiento visual y sobre todo, sonoro, al fundir de manera casi imperceptible los ruidos naturales y los evocados, las imágenes tanto reales como las muchas soñadas o imaginadas por el protagonista (a veces fundidas) que pueblan su abundoso mundo onírico. Susceptible de ciertos oportunos cortes en la edición, de algunos redondeos dramáticos, Os famosos… es una audaz y sensible propuesta fílmica.
Como lo son otras, sin dudas, en otras categorías y especialidades que harían demasiado extenso este intento de resumen.
Basten estas consideraciones que, más allá de las reservas y las confluencias, nos permiten llegar a un aserto: tuvimos un magnífico festival, que apunta a la buena salud de que, pese a todo, ostenta el cine del área.
PERSONAL ASENTAMIENTO CORALINO:
Primer Coral: "El último verano de la Boyita" (Argentina)
Segundo: "La Nana" (Chile)
Tercero: "Zona Sur" (Bolivia)
Premio Especial del Jurado: "Viajo porque preciso..." (Brasil)
Mejor dirección: Juan José Campanella ("El secreto...")