Tradición y esperanzas de futuro chocan en el film de Marston que cerró la competencia berlinesa

por © E.E. (Berlín)-NOTICINE.com
Marston, entre sus protagonistas Sindi Lacej y Tristan Halilaj (Reuters)
Marston, entre sus protagonistas Sindi Lacej y Tristan Halilaj (Reuters)
Con el buen sabor de boca de "The forgiveness of blood" (El perdón de la sangre), una cinta de Joshua Marston coproducida por EEUU, Albania, Dinamarca e Italia, se ha despedido la pugna por el Oso de Oro y los demás galardones de esta 61 Berlinale que ha querido jugar la carta de los nuevos talentos frente a los ya reconocidos, con discutibles resultados. Y es que las dos principales favoritas -firmadas por el iraní Ashgar Farhadi y el húngaro Béla Tarr- no son precisamente de debutantes... Fueron de lejos las más elogiadas este año y de una forma u otra el jurado internacional que preside Isabella Rossellini debería tenerlas en cuenta al anunciar este sábado su palmarés.

Joshua Marston, el cineasta estadounidense que tanto impresionó aquí mismo hace siete años con su opera prima, "María llena eres de gracia", la cual sirvió a su protagonista, la colombiana Catalina Sandino, para iniciar una carrera internacional, sigue haciendo honor a su espíritu temáticamante globalizado y ahora se va al otro lado del mundo, a la hasta hace poco cerrada Albania para filmar, en ese idioma y con actores locales, un drama familiar anclado en la justicia tradicional y las leyes seculares de la venganza.

También como en la historia colombiana que dio la vuelta al mundo y significó para la hasta entonces absoluta desconocida joven bogotana Catalina Sandino Moreno una nominación al Oscar, Marston coloca a jóvenes al frente de una historia que les supera.

Son dos hermanos. Nik, el primogénito, tiene 17 años, acaba de conocer a su primer amor y tiene claro que lo que quiere en cuanto se gradue es montar un cibercafé en su localidad del norte de Albania. Rudina, con dos años menos, también piensa en un futuro que le gustaría fuese como universitaria. Estos dos muchachos no se diferencian de millones otros en el mundo, pero frente a sus ilusiones está la tradición, las leyes escritas y no escritas, y las costumbres ancestrales que en un ambiente rural son inquebrantables.

El padre de Nik y Rudina se ve envuelto en un conflicto por el uso de un camino vecinal y le acusan de asesinar a su oponente. Como consecuencia de ello y según las normas tradicionales del Kanun, todos los varones de la familia quedan confinados en el hogar, a modo de arresto domiciliario, para evitar mayor derramamiento de sangre, mientras no aparezca el huído progenitor. Por ello, tendrá que ser la adolescente Rudina la que asuma sobre sus espaldas la manutención de la familia, retomando el negocio familiar de venta de pan tras dejar los estudios que tanto le gustaban. Pero la situación se hace de más en más agobiante para Nik, quien tendrá que hacer frente a los deseos de venganza de la familia de la víctima.

Sorprende la vocación cosmopolita del californiano Marston, capaz de hacer suyas con gran sensibilidad y credibilidad historias que se desarrollan muy lejos de su país natal pero que a la vez nos remiten a sentimientos y actitudes del ser humano que dentro de sus peculiaridades locales son perfectamente identificables y universales.

La calurosa acogida que ha tenido "The forgiveness of blood" no ha llegado sin embargo a modificar sustancialmente las apuestas, aunque habrá que tenerla en cuenta. Por el momento, la cinta que mayor consenso ha despertado desde el pasado día 10 ha sido la iraní "Jodaeiye Nader az Simin" (La separación de Nader y Simin), otro drama familiar con personajes con los que es muy fácil también identificarse. Además, el festival este año tiene entre sus justas banderas el recuerdo a su frustrado miembro del jurado Jafar Panahi, cineasta condenado en Irán a seis años de cárcel y 20 de silencio por oponerse al régimen vigente, de manera que otorgar el Oso a esta cinta de un hombre -como es su compatriota Farhadi- que desde el interior del país hace un cine que muy sutilmente pone en cuestión dogmas de la ortodoxia político-religiosa, redondearía esta edición.

Si prácticamente cualquier amante del buen cine disfrutará viendo "Jodaeiye Nader az Simin", los que prefieren en exclusiva el "cine de autor" en sus manifestaciones más radicales han respaldado con energía la última propuesta del húngaro Béla Tarr, "A torinói ló" (El caballo de Turín), un relato en blanco y negro, casi sin palabras y sin demasiada tensión dramática, que retrata la mísera vida de un padre y su hija en una casucha perdida en medio del campo, agobiados por el viento y el hambre.

El cine iberoamericano ha tenido dos representantes que no han dejado el mismo buen sabor de boca de participantes en años precedentes. La mexicana "El premio", de Paula Markovitch, tuvo mejor acogida que la argentina de Rodrigo Moreno "Un mundo misterioso", pero ambas están lejos de las más valoradas en los recuentos de votos de críticos internacionales que publican varios medios acá.

No obstante, los jurados son soberanos y con frecuencia van por donde menos se espera, así que todo es posible en el palmarés que se anunciará en la tarde de este sábado.

SI QUIERES COMENTAR ESTA INFORMACIÓN, VEN A NUESTRO FACEBOOK...