XII Festival Internacional “Santiago Alvarez in memoriam”, documentando la vida

por © Frank Padrón (Santiago de Cuba)-NOTICINE.com
Giuliano Salvatore y el cartel de 'Barrabás'
Giuliano Salvatore y el cartel de 'Barrabás'
Dedicado a Venezuela como país invitado, el recién finalizado certámen que tiene al documental como razón de ser y que acontece en Santiago de Cuba desde hace 12 ediciones en la segunda semana de marzo, volvió a poner sobre el tapete la necesidad que tiene el género no sólo de exhibirse y promoverse, sino de pensarse, reflexionarse, estudiarse.

De ahí que el evento teórico -esta vez en la confortable y bien habilitada Maqueta de la ciudad- gane en organización y poder de convocatoria, entre estudiantes, estudiosos y público en general. Justamente fue el periodismo en sus vínculos con el cine, sobre todo desde sus nuevas posibilidades técnicas, uno de los grandes protagonistas de esta faceta del festival, tanto por conferencistas foráneos como del patio, teniendo como paradigma, justamente, el maestro que nomina el encuentro, quien, como sabemos, hizo del arte de la información un arma poderosísima al servicio de las imágenes móviles.

Venezuela y su realidad fílmica fue otro de los puntos sobresalientes del Coloquio, con la participación activa de la delegación visitante, encabezada por Juan Carlos Lossada, de la dirección cultural de la nación bolivariana, e integrada entre otros por cineastas del prestigio de Edmundo Aray, Andrea Gouverneur, Carlos Azpúrua y Ana Laura Pereira.

Claro que esta enjundia teórica fue ampliamente complementada  por una programación en las salas (Cuba y Rialto, fundamentalmente) que mostró los avances del documental venezolano, incluyendo la competencia, que justamente se vio coronada, en su gran premio, con el filme "Barrabás", ópera prima de Giuliano Salvatore -presente aquí- en torno a la vida de Rafael Serrano Toro, escritor y teatrero popular, ex presidiario que durante las décadas del 60 y el 70 resultó el delincuente más buscado de Caracas, y a quien, según vívido testimonio, lo salvó ante todo la literatura.

Empleando hábilmente las técnicas de la entrevista directa y el llamado “documental de puesta en escena“, el cineasta logra en 45' armar un retrato lúcido y convincente, que elude sensiblerías y lugares comunes para indagar en el ser humano desde una acertada perspectiva ontológica y social.

También fue saludable asistir, dentro de la Muestra Informativa, a la coproducción entre ese país y Camerún,  de corte etnográfico "Tambores de agua, un encuentro ancestral", de Clarice Duque, quien se acerca con rigor y espíritu investigativo a una hermosa y ya extinguida costumbre de percutir dentro de los ríos por  mujeres de parajes rurales en las periferias venezolanas.  

A propósito del hermano país, sorprendió que un notabilísimo título como el español "Cuarto poder: los medios en la sociedad de la información", otra primera obra esta vez de Pablo M. Roldán, se fuera sin algún lauro; el proceso de análisis y desmontaje que realizan  profesionales y expertos allí acerca de la satanización del proceso bolivariano por la prensa en ese país, hábilmente combinado con el cine-encuesta, estructura un inteligente documental que también ilustró mucho de lo que se debatió en las mesas.

De las obras cubanas, fue justamente reconocida por el jurado el ya (re)conocido título de Marilyn Solaya "En el cuerpo equivocado", estimable acercamiento al primer caso de operación transexual en Cuba que focaliza, más que el hallazgo científico, el lado (dolorosamente) humano del proceso, en una mixtura notable de documental y ficción que incide positivamente en el receptor.

También del patio en coproducción con República Domincana es una obra donde el músico Edesio Alejandro se estrena como cineasta, y lo ha hecho con muy buen pie porque "Los 100 sones de Cuba" queda ya como útil documento sobre la larga y hermosa trayectoria del “género nacional” a través de cultores a lo largo y ancho del país -enfatizando en las ricas manifestaciones orientales- con las precisiones teóricas (verdaderas clases magistrales) de músicos, musicólogos y conocedores empíricos.

El festival ofreció así mismo la inédita  oportunidad de acercarse a incipientes cinematografías como la de Qatar , y así conocer un sugerente corto como "La fragancia de las sombras", de Hafiz Ali, que historia lúcidamente los (des)encuentros del público allí con la sala grande, un proceso discontinuo y desconcertante sobre las relaciones de amor-desamor, indiferencia y pasión de los espectadores respecto al cine.

Pasión, a propósito, que en el caso de la concurrencia a  las salas durante este evento continúa siendo una asignatura pendiente, un desafío del festival para sus próximas ediciones; si  determinadas tandas (como alguna donde se incluyó  la bien recibida "Barrabás") estuvieron suficientemente llenas, como bien respaldadas por el público fueron otras actividades (el aludido evento teórico, exposiciones, concurso de  fotografía, exhibiciones especiales, etc) no se concibe que la propia competencia o las muestras paralelas no conciten el esperado público.

Aún hay que profundizar entonces, en la promoción e incluso en las visitas dirigidas por parte de estudiantes, profesionales, etc, que no dejen pasar  los auténticos tesoros que, muchas veces con carácter irrepetible, proponen por estos días varias salas santiagueras.

Por lo pronto, hay que agradecer una vez más la oportunidad que el ICAIC, la Oficina Santiago Alvarez y las autoridades culturales de esta ciudad ofrecen mediante este festival que cada vez se torna más rico, más internacional, más merecedor de la tutela que, desde algún rincón nada perdido del éter fílmico, imparte quien le confiere algo más que su nombre y su prestigio.

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