Entrevista con el director Michel Leclerc: "En Francia es casi un deporte nacional criticar a la gente que nos gobierna"
- por © Cynthia García Calvo (Argentina)-NOTICINE.com
Desde el jueves 17 hasta el 23 de marzo tiene lugar en Buenos Aires una nueva edición del Festival de Cine Francés Les Avant-Premières, un espacio creado para la difusión de la cinematografía gala, que presenta una docena de títulos inéditos que son representativos de la diversidad del actual cine francés. Este año, el festival recibe como invitado especial al realizador y guionista francés Michel Leclerc, quien en este marco presentará su película "Le nom des gens", título traducido para la ocasión como "El significado del amor".
Pese a lo que puede hacer suponer el título en español -estúpido, según la definición del director- la película no es una típica comedia romántica: Baya (Sara Forestier) es una joven francesa de origen árabe, que cumple literalmente aquello de haz el amor, no la guerra. Activista vociferante, utiliza su cuerpo como vehículo para que hombres de derecha viren a la izquierda. Arthur Martin (Jacques Gamblin), además de cargar con el peso de llevar el nombre de una cocina económica, ergonómica y confiable, es un típico hombre francés, con una familia que ha enterrado su origen judío, y a pesar de confesarse jospinista, carga sus convicciones en silencio, como tantas otras cosas en su vida. Baya y Arthur son opuestos, pero como reza un sabio dicho popular: los opuestos se atraen.
El film recientemente obtuvo dos premios César, uno por Mejor Guión Original -co escrito por Leclerc y su pareja Baya Kasmi- y otro de Mejor Actriz para la chispeante interpretación de Forestier. El realizador habló en exclusiva con Noticine.
- La película se inicia con el típico planteo de toda comedia romántica: chico conoce chica, pero rápidamente descubrimos que no es una clásica historia de este género. ¿Podríamos definir el film como una comedia romántica política?
Sí, creo que es una comedia romántica porque ante todo es una historia de amor, que tiene como combustible la política. En general tengo la impresión que se habla de política para denunciar, decir que los hombres políticos son corruptos. Aquí a los personajes les gusta hablar de política porque en Francia, como en Argentina, la gente se apasiona con la política; en cualquier cena la conversación va hacia lo político. Entonces es una comedia romántica y política, porque a la gente le gusta discutir y conversar sobre política.
- ¿Cuál fue su interés primario al plantearse narrar esta historia?
El guión fue escrito de a dos, por mí y mi compañera Baya Kasmi, y tal vez el punto de partida fue nuestro primer encuentro, que es también una escena del film. Yo le pregunté el nombre y ella me dijo Baya, que es exótico. Pensé que era un nombre brasileño, lo cual hace soñar, pero cuando me dijo que era de origen argelino, eso hacer soñar menos porque evoca a problemas. Le pregunté si era argelina, y me dijo que su padre era argelino, su madre francesa y ella francesa. Cuando me preguntó mi nombre, le dije Michel Lecrerc, lo cual no tiene ninguna complicación. Entonces hay una persona a la que se le pregunta todo el tiempo de dónde viene por su nombre, mientras que otra, con un nombre y apellido como el mío que son comunes, hace suponer que tiene una identidad y origen común, y por ende una historia trivial. Es un ejemplo que nos inspiró para hablar de estos temas que se tornan una obsesión en Francia: la identidad, el comunitarismo, la memoria, la inmigración, el racismo...Otra cosa importante que nos motivó a escribir fue ver que contándonos las historias de nuestras familias había muchas cosas distintas de índole social, de origen, pero también mucho en común, como por ejemplo los tabúes, los secretos, por eso hay un primer cuarto de hora de la historia paralela de los padres de cada uno de ellos.
- Justamente se contraponen dos generaciones, una que prefiere no hurgar en el pasado, y otra que quiere gritarlo a los cuatro vientos...
Tengo la impresión de que la gente que fue víctima directa de cosas muy graves como las guerras, en el caso de la película hay dos personajes que son víctimas directas -la madre de Arthur de la Segunda Guerra Mundial y el padre de Baya de la guerra de Argelia-, no reivindican este tipo de cosas, más bien permanecen en silencio, no quieren hacer olas, prefieren quedar en su lugar pequeño como lo hicieron siempre para sobrevivir. La generación posterior, la de Arthur y Baya, sí reivindican el estatus de víctimas, y esto es peligroso porque trae olas de fondo. En Francia, en los últimos años, hubo mucha competencia de memorias. Cada grupo se siente más víctima que el otro. En la película se dice por ejemplo, 'yo fue colonizado, yo fui deportado'...todos creen que su sufrimiento es mayor que el del otro. Esto me parece detestable. Creo que el sufrimiento tiene que ser reconocido de manera universal y para todos.
- Cuando se estrenó en Francia, ¿qué repercusión tuvo en cuanto a generar un debate a raíz de los temas que plantea?
Curiosamente, yo esperaba que hubiera reacciones vehementes en sentido contrario y no las hubo. Tuvo buena acogida. A algunas personas de extrema derecha no les gustó, pero eso para mí es un honor. Hubo reacciones muy cálidas. Recibí mensajes de espectadores que se sintieron tocados e identificados. Personas que me contaron su historia, la de su apellido, los secretos. Esa fue la reacción principal: personas que se sintieron tocadas aún si la historia no es la de ellos.
- ¿Qué tan provocativo es en Francia hacer un film donde se critica abiertamente al actual presidente Nicolas Sarkozy?
Creo que en Francia hay una especie de tradición de oposición, es casi un deporte nacional criticar a la gente que nos gobierna. No hay riesgo en decir esto que yo digo. No es una muestra de coraje. Es evidente que desde que está Sarkozy hay una política tensa con respecto a la inmigración. Es cierto que la política de Sarkozy provoca un deseo de contestarle y hay muchas obras artísticas que tratan este tipo de tema.
- El personaje central se confiesa jospinista, y justamente Lionel Jospin hace una participación especial en la película. ¿Esto estuvo desde el vamos en el guión o a posteriori se logró su intervención?
Arthur Martin tiene cualidades y defectos que se le pueden atribuir a Jospin. Por ejemplo, es medio contenido, serio, riguroso, honesto, uno no se lo imagina haciendo chistes. La elección de 2002 que perdió en favor de Le Pen fue un trauma muy grande para la izquierda. Entonces nos pareció divertido que apareciera en carne y hueso. Fue ahí cuando le mandamos el guión.
- ¿Aceptó rápidamente?
No. Le llevó mucho tiempo porque no entendía por qué lo llamaban a él que no era actor. Llevó varios meses, y pidió que nos encontráramos para hablar sobre esto, y para ver si la película era sincera en los temas que trataba más allá de su presencia. Y como las cosas funcionaron bien entonces aceptó.
- ¿Y en su próxima película planea tener a Ségolène Royal?
No, no (risas). Pero también trata sobre política.
- ¿Qué puede adelantar sobre ella?
Es una película ambientada en los años 90, y es la historia de un grupo de personas que quieren crear una televisión libre, anarquista, independiente de toda cuestión relacionada con el dinero, para hacer una nueva televisión. Va a estar protagonizada por Sara Forestier, Eric Elmosnino, Zinedine Soualem y Emmanuelle Béart. Se va a rodar este verano.
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Pese a lo que puede hacer suponer el título en español -estúpido, según la definición del director- la película no es una típica comedia romántica: Baya (Sara Forestier) es una joven francesa de origen árabe, que cumple literalmente aquello de haz el amor, no la guerra. Activista vociferante, utiliza su cuerpo como vehículo para que hombres de derecha viren a la izquierda. Arthur Martin (Jacques Gamblin), además de cargar con el peso de llevar el nombre de una cocina económica, ergonómica y confiable, es un típico hombre francés, con una familia que ha enterrado su origen judío, y a pesar de confesarse jospinista, carga sus convicciones en silencio, como tantas otras cosas en su vida. Baya y Arthur son opuestos, pero como reza un sabio dicho popular: los opuestos se atraen.
El film recientemente obtuvo dos premios César, uno por Mejor Guión Original -co escrito por Leclerc y su pareja Baya Kasmi- y otro de Mejor Actriz para la chispeante interpretación de Forestier. El realizador habló en exclusiva con Noticine.
- La película se inicia con el típico planteo de toda comedia romántica: chico conoce chica, pero rápidamente descubrimos que no es una clásica historia de este género. ¿Podríamos definir el film como una comedia romántica política?
Sí, creo que es una comedia romántica porque ante todo es una historia de amor, que tiene como combustible la política. En general tengo la impresión que se habla de política para denunciar, decir que los hombres políticos son corruptos. Aquí a los personajes les gusta hablar de política porque en Francia, como en Argentina, la gente se apasiona con la política; en cualquier cena la conversación va hacia lo político. Entonces es una comedia romántica y política, porque a la gente le gusta discutir y conversar sobre política.
- ¿Cuál fue su interés primario al plantearse narrar esta historia?
El guión fue escrito de a dos, por mí y mi compañera Baya Kasmi, y tal vez el punto de partida fue nuestro primer encuentro, que es también una escena del film. Yo le pregunté el nombre y ella me dijo Baya, que es exótico. Pensé que era un nombre brasileño, lo cual hace soñar, pero cuando me dijo que era de origen argelino, eso hacer soñar menos porque evoca a problemas. Le pregunté si era argelina, y me dijo que su padre era argelino, su madre francesa y ella francesa. Cuando me preguntó mi nombre, le dije Michel Lecrerc, lo cual no tiene ninguna complicación. Entonces hay una persona a la que se le pregunta todo el tiempo de dónde viene por su nombre, mientras que otra, con un nombre y apellido como el mío que son comunes, hace suponer que tiene una identidad y origen común, y por ende una historia trivial. Es un ejemplo que nos inspiró para hablar de estos temas que se tornan una obsesión en Francia: la identidad, el comunitarismo, la memoria, la inmigración, el racismo...Otra cosa importante que nos motivó a escribir fue ver que contándonos las historias de nuestras familias había muchas cosas distintas de índole social, de origen, pero también mucho en común, como por ejemplo los tabúes, los secretos, por eso hay un primer cuarto de hora de la historia paralela de los padres de cada uno de ellos.
- Justamente se contraponen dos generaciones, una que prefiere no hurgar en el pasado, y otra que quiere gritarlo a los cuatro vientos...
Tengo la impresión de que la gente que fue víctima directa de cosas muy graves como las guerras, en el caso de la película hay dos personajes que son víctimas directas -la madre de Arthur de la Segunda Guerra Mundial y el padre de Baya de la guerra de Argelia-, no reivindican este tipo de cosas, más bien permanecen en silencio, no quieren hacer olas, prefieren quedar en su lugar pequeño como lo hicieron siempre para sobrevivir. La generación posterior, la de Arthur y Baya, sí reivindican el estatus de víctimas, y esto es peligroso porque trae olas de fondo. En Francia, en los últimos años, hubo mucha competencia de memorias. Cada grupo se siente más víctima que el otro. En la película se dice por ejemplo, 'yo fue colonizado, yo fui deportado'...todos creen que su sufrimiento es mayor que el del otro. Esto me parece detestable. Creo que el sufrimiento tiene que ser reconocido de manera universal y para todos.
- Cuando se estrenó en Francia, ¿qué repercusión tuvo en cuanto a generar un debate a raíz de los temas que plantea?
Curiosamente, yo esperaba que hubiera reacciones vehementes en sentido contrario y no las hubo. Tuvo buena acogida. A algunas personas de extrema derecha no les gustó, pero eso para mí es un honor. Hubo reacciones muy cálidas. Recibí mensajes de espectadores que se sintieron tocados e identificados. Personas que me contaron su historia, la de su apellido, los secretos. Esa fue la reacción principal: personas que se sintieron tocadas aún si la historia no es la de ellos.
- ¿Qué tan provocativo es en Francia hacer un film donde se critica abiertamente al actual presidente Nicolas Sarkozy?
Creo que en Francia hay una especie de tradición de oposición, es casi un deporte nacional criticar a la gente que nos gobierna. No hay riesgo en decir esto que yo digo. No es una muestra de coraje. Es evidente que desde que está Sarkozy hay una política tensa con respecto a la inmigración. Es cierto que la política de Sarkozy provoca un deseo de contestarle y hay muchas obras artísticas que tratan este tipo de tema.
- El personaje central se confiesa jospinista, y justamente Lionel Jospin hace una participación especial en la película. ¿Esto estuvo desde el vamos en el guión o a posteriori se logró su intervención?
Arthur Martin tiene cualidades y defectos que se le pueden atribuir a Jospin. Por ejemplo, es medio contenido, serio, riguroso, honesto, uno no se lo imagina haciendo chistes. La elección de 2002 que perdió en favor de Le Pen fue un trauma muy grande para la izquierda. Entonces nos pareció divertido que apareciera en carne y hueso. Fue ahí cuando le mandamos el guión.
- ¿Aceptó rápidamente?
No. Le llevó mucho tiempo porque no entendía por qué lo llamaban a él que no era actor. Llevó varios meses, y pidió que nos encontráramos para hablar sobre esto, y para ver si la película era sincera en los temas que trataba más allá de su presencia. Y como las cosas funcionaron bien entonces aceptó.
- ¿Y en su próxima película planea tener a Ségolène Royal?
No, no (risas). Pero también trata sobre política.
- ¿Qué puede adelantar sobre ella?
Es una película ambientada en los años 90, y es la historia de un grupo de personas que quieren crear una televisión libre, anarquista, independiente de toda cuestión relacionada con el dinero, para hacer una nueva televisión. Va a estar protagonizada por Sara Forestier, Eric Elmosnino, Zinedine Soualem y Emmanuelle Béart. Se va a rodar este verano.
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