Moretti, a medio camino en su caricatura del Vaticano, decepciona en Cannes
- por © E.E. (Cannes)-NOTICINE.com
Con expectativas elevadas (sobre todo en el caso del film italiano), la segunda jornada competitiva del Festival de Cannes no ha terminado de satisfacer a los paladares más exigentes. Optaban este viernes a la Palma de Oro "Habemus Papam", de Nanni Moretti, y "Polisse", de la francesa Maiween Le Besco. La primera al menos provocó algunas sanas carcajadas y el poso de un gran trabajo de su anciano protagonista.
El italiano Nanni Moretti se ha ganado una merecida fama como satírico retratista de la sociedad italiana, mientras de paso y con frecuencia se mira el propio ombligo con deleite, y la verdad es que se esperaba bastante de su nueva comedia, "Habemus Papam", que parte de una anécdota sabrosa: un cardenal recién electo Papa (Michel Piccoli) sufre una crisis existencial y de fe que le hace rechazar el nombramiento y literalmente huir de su responsabilidad, por lo que se recurre a un especialista en psicología (el propio Moretti) para resolver el entuerto.
El problema con la cinta es que no está suficientemente trabajada, desaprovechando las potencialidades del tema (con algún punto en común con "Una terapia peligrosa / Analízame"), y por otra parte -a pesar de la escasa simpatía del Vaticano por la cinta- ha huído de convertirse en una sátira en toda regla, y por tanto descarnada. Más bien parece el cineasta italiano exculpar a la Santa Madre Iglesia y sus dirigentes de sus propios pecados conviertiéndola en un concilio de ancianos de tendencias infantiloides, pero más santos torpes que dirigentes de una gran multinacional edificada sobre la fe de los incautos.
No es que "Habemus Papam" sea del todo rechazable, porque entre sus virtudes está la posibilidad de volver a encontrarnos con Michel Picolli, ese inconmensurable actor, y Moretti logra algunos chistes divertidos, que son los que posiblemente justifican el taquillazo obtenido en semanas pasadas en Italia, sin embargo -insistimos- el problema es que haya preferido (o no haya logrado más que) quedarse a medio camino.
Por su parte, la cineasta gala Maiween Le Besco, ex pareja de Luc Besson, mete el bisturí de su tercera película en las turbias aguas de la pederastia, a través de las experiencias de la brigada policial que se ocupa de investigar y resolver los crímenes relacionados con los abusos a la infancia. Tras décadas de ser considerada "tabú", esa pedofilia que puebla las páginas de nuestros diarios y el ciberespacio está llegando con fuerza al Séptimo Arte. En nuestra cultura hispana hay dos recientes muestras en la española "No tengas miedo" y la argentina "La mala verdad", pero en esta ocasión -y en un estilo pseudocumental muy socorrido- se trata de mostrar cómo el Estado resuelve a través de la represión policial los casos de menores abusados por adultos.
La cinta ha dividido opiniones, con el ya habitual respaldo entusiasta de los críticos locales y el más frío de los foráneos, que encuentran no muy convincente su resultado, por liviano y poco profundo. Hincarle el diente ante una problemática tan oculta (sobre todo en comparación con su dimensión real) era una tarea hercúlea que la también actriz Maiween no ha sido capaz de dominar.
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