La argentina María Florencia Alvarez habla sobre "Habi, la extranjera"

por © J.A.-NOTICINE.com
La realizador argentina de 'Habi, la extranjera'
En el marco del porteño BAFICI, tras su estreno mundial en la Berlinale el pasado febrero, se ha presentada la producción argentino-brasileira "Habi, la extranjera", de la antes cortometrajista María Florencia Alvarez, que sigue la aventura de Analía, una joven que llega a Buenos Aires, por error se cuela en un velorio musulmán, y fascinada por la cultura islámica se hace pasar por originaria de ese país, adoptando un nombre que saca de un anuncio. Hasta que conoce a un joven libanés que la confunde con su desaparecida hermana, que se llama igual. Hablamos en exclusiva con la debutante directora.

- Resúmame por favor la trama de su opera prima...
"Habi, la extranjera" cuenta la historia de una chica que busca su identidad, y que tiene que hacer un imbricado camino. Es una chica del interior, que viaja a la ciudad de Buenos Aires por un día para hacer un trabajo y conoce el mundo musulmán casi por error, al principio, y se siente atraída. Dilata su regreso para conocer el mundo islámico, la comunidad de esta religión en Buenos Aires. El personaje se inventa una nueva identidad. Quería trabajar sobre la idea de alguien que sólo se anima a cambiar siendo otro, y la película trabaja sobre eso y sobre cuál es el límite de sentirse uno mismo bajo una identidad inventada.

- ¿Por qué se le ocurrió precisamente ubicar su historia en la minoría musulmana?

De entrada quiero decir que tuve la primera idea más o menos cuando tenía la edad del personaje, esto es en 1998, y la verdad es que en Buenos Aires la comunidad islámica en Buenos Aires era muy muy pequeña, casi no se veían mujeres musulmanas por la calle. Esto tiene que ver con que el personaje para mí toma el Islam porque es algo completamente diferente y desconocido para ella, con otro idioma, otros ritos y otra vestimenta. Creo que tiene que ver con la adolescencia, cuando uno empieza a romper moldes e irse hacia cosas desconocidas, que transita como experiencias, y luego se apropia de lo que le sirve y luego lo deja, como los jóvenes que son punks un año y hippies otro. La idea de la vestimenta del Islam me parecía apropiada para el personaje. Tengo el recuerdo de una vivencia cuando era adolescente, y era que la sensación de anonimato para parecía como algo liberador, y me iba de viaje y volvía como modificada, algo que sucedía de forma natural. Así que me parecía que esa vestimenta que la cubría le servía para desprenderse de las miradas y expectativas de los demás, para ese encuentro con ella misma.

- Es curiosa y contradictoria la naturaleza humana, que hace que para algunos lo diferente sea motivo de desprecio u odio y para otros, al revés, resulte atrayente.
..
Sí, y también en la adolescencia creo que se buscan más las diferencias, a pesar de que hay también caracteres de personas que les gusta lo diferente. Entre los más jóvenes se da mucho probar extremos. Hay algo curioso que a mi me pasó, una experiencia, cuando fui a investigar a una mezquita, mirar, conversar, participando en algunos ritos... Y realmente había veces en que entre esa comunidad yo me sentía muy diferente, incluso me incomodaba un poco ser distinta de ellos, y ahí comprendí que el concepto de lo diferente depende de qué lado estés parado. Eso me ayudó a aprender, algo de tolerancia, me marcó.

- ¿Qué reacciones ha tenido la película en la comunidad musulmana?
La vio el Sheik, la vio y se emocionó muchísimo. Quería que la viera por si había algún error de algo, aunque todo fue supervisado. El estaba muy conmovido. Diría dos cosas respecto del acercamiento. Lo que quedó es lo que vivió el personaje. Las cosas quedaron más o menos como cuando yo las viví cuando me acerqué a la mezquita. Entré, estaba la puerta abierta y me quedé esperando, y toda esa experiencia la volqué al guión. Por otro lado, entendí que ellos también tenían cierta desconfianza sobre lo que yo quería hacer, y se sentían en general bastante maltratados y estaban cansados de los prejuicios. Creo que todo el proceso permitió asentar algo, que después de años de estar yendo, que lo estaba haciendo en serio. Después la producción que tuvimos con Lita Stantic y Walter Salles, daba mucha confianza. Les pregunté a los de la comunidad si querían participar en la película aparte de dejarnos la mezquita para filmar, haciendo de ellos mismos, y por suerte nos dijeron que sí. Menos mal, porque no tenía plan "B".

- ¿Se le pasó por la cabeza en algún momento de todo este proceso hacerse musulmana?

No, creo que no. Creo que aprendí muchísimo, disfruté de muchos cosas, no me siento desconectada de ellos ni de parte de lo que ellos creen. Me conmueven muchas de las cosas que suceden, pero creo que conecto más con las personas que con las formas.

- ¿Le resultó muy difícil hacer este su primer largometraje?
No, no me dio trabajo, porque escribí la primera versión para una beca de estudios. Te daban cuatro meses para desarrollar el tratamiento que presentabas. En el jurado estaba Lita Stantic, seleccionaron mi proyecto, y me transmitieron que a ella le había gustado mucho. Un año después la llamé para una consulta que quería hacerle y así nos pusimos a hablar de la historia, y ya nos pusimos a trabajar. Conseguir el dinero no fue fácil. El cine argentino tuvo una época en que resultaba sencillo encontrar financiación fuera, pero ahora hay muchos cineasta buenos de otros países latinoamericanos y me parece normal que sea más difícil repartir entre todos. La crisis en Europa también nos perjudicó. La verdad es que el tema musulmán tampoco fue algo que -aunque nadie nos lo dijo abiertamente- ayudara especialmente.