Claudia Pinto, de Gijón a Huelva con "La distancia más larga"

por © Cristina F. Fimia (Gijón)-NOTICINE.com
Pinto, en el rodaje de su opera prima
La realizadora Claudia Pinto ha presentado en el Festival Internacional de cine de Gijón su primer largometraje: “La distancia más larga”. Esta nueva promesa del cine es de origen venezolano, pero vive en España desde hace diez años. Ahora, llega a la gran pantalla esta cinta que ha triunfado en Montreal, ganando el premio Glauber Rocha a la Mejor Película Latinoamericana. “Ess un viaje para mí. Es un sueño, porque el cine es lo que más me gusta, lo que más me apasiona”, asegura la cineasta, que esta misma semana recorrerá la Península Ibérica de arriba a abajo para participar en otro festival español, el de Huelva, en entrevista exclusiva con NOTICINE.com.

- ¿Cómo surge la idea de llevar a cabo esta cinta?
Surge a raíz de una pérdida que he tenido en mi vida, la de mi madre; de sentir que he perdido el norte y de saber que tenía que conseguir fuerzas para seguir adelante. Entonces, fui a este sitio, a la Sabana, y estar en contacto con un sitio tan brutal, tan telúrico, te hace darte cuenta de que el tiempo y el espacio no existen y de que antes o después te vas a encontrar contigo y con todos; eso me motivó para hablar de la distancia en todos sus aspectos: geográfica, distancia de lo que dices a lo que sientes o aquella que te separa de tus sueños, la distancia que te separa de aquellos que ya no están o incluso de ti mismo. Con esta idea, empecé a escribir la historia. Como quería hablar de la distancia y de los viajes, intenté irme a los extremos, vida y muerte; un niño que tiene toda una vida por delante y una mujer que ya no tiene nada, un lugar muy caótico y un lugar con muchísimo oxígeno y calma; siempre extremos que me permitieran hacer ese viaje de forma más notoria.

- Defina por favor “La distancia más larga” en pocas palabras.

Es un viaje para mí; de crecimiento y de cine, o sea, que lo hace un sueño, porque el cine es lo que más me gusta, lo que más me apasiona.

- El rodaje en la Gran Sabana debió ser durísimo. ¿Aparte de las complicaciones climatológicas, que otras dificultades encontraron?

Uno de los problemas que tuvimos es que las condiciones del lugar eran muy difíciles. En la película no se nota, pero ésta es una cinta con un presupuesto muy bajo y fue realmente duro porque nunca se había rodado allí. Está a ocho horas por carretera del lugar más cercano; es el sexto parque nacional más grande del mundo, las distancias entre los lugares eran enormes. El 70% de los días nos llovió, algo que dificulta mucho el rodaje. A todo ello, hay que añadirle el hecho de trasladar a un equipo de sesenta personas allí donde no tienes donde hospedarlos ni darles de comer. Algo tan sencillo como conseguir combustible o comida era una odisea. Fue una auténtica aventura. Pero creo que lo más complicado era conseguir que eso no influyese en la película, una película que exigía tanta concentración y verdad. La lucha no podía despistarnos.

- Imagino que para llevar a cabo un proyecto de este tipo, habrá sido necesaria una planificación enorme. ¿Cuánto tiempo les llevó el proceso de realización de la cinta, desde la preproducción hasta que la hemos podido ver en pantalla?
Desde la preproducción hasta que se ha visto en pantalla, unos dos años. El periodo más grande ha sido montar el proyecto y escribir la película, unos diez años más o menos. El guión también es mío y si a un director le cuesta unos cuatro años llevar a cabo una película, en este caso, hay que añadirle ese tiempo que dedicas al libreto,  es un tiempo que suma. Ahora, desde la preproducción hasta el rodaje, dos años.

- ¿Qué siente uno cuando tiene delante el proyecto en el que lleva trabajando tantísimo tiempo? ¿Qué es lo primero que se le viene a la cabeza?

Yo me siento muy Martina. Cuando está subiendo la selva y dice “Como dejes de contar, pierdes fuerzas”,  muchas veces me siento así. Digo no llego, no puedo. Pero ahora que la cinta está lista, para mí ha sido muy importante el contacto con el público. Yo creo que las películas no se terminan hasta que no son mostradas. Yo la estrené en Montreal y por primera vez, tuve delante de mí a gente viendo la película (porque hasta ahora habíamos estado la pantalla y yo o mi equipo, la pantalla y yo), pero no había experimentado esa sensación de público, que es hermosísima y sobre todo, cuando la gente se emociona. En Montreal nos dieron precisamente el premio del público y el pase fue muy bonito; la gente aplaudía de verdad, les salía del corazón. El público se acercaba a ti y te decía “me ha encantado”. Ese encuentro me llena, sobrepasa los diez años de trabajo o los que sea. Merece la pena.

- Habiendo detrás un proceso de trabajo tan largo, debe de haber habido muchos momentos especiales, ¿pero con qué se queda?
Yo me quedo con el rodaje. Ha sido lo más bonito porque he sentido que todos sentíamos lo mismo. Recuerdo un plano, al final de la película, cuando Martina está tocando el móvil; estábamos todos detrás del combo y en ese momento todos absolutamente concentrados con el personaje. Me parece mágico que un equipo de sesenta personas esté atento a lo que ocurre, que haya un silencio sepulcral y que estén todos aupando al personaje para que todo salga, es magia. Y lo mejor es que pasó en varias ocasiones. Luego, hacia el final, te das cuenta de que estás en una de las formaciones geológicas mas antiguas del plantea, trabajando en tu opera prima, rodando el final, con una actriz como Carme y sabiendo que estás cumpliendo tu sueño... Inmensamente feliz, tan satisfecha. Piensas “menos mal que he podido hacerlo”

- ¿Por qué la española Carme Elías como protagonista? ¿Se pensó en ella desde un primer momento?

Pensé en ella cuando el guión ya estaba escrito. La vi en “Camino”; yo la conocía en teatro pero al verla en pantalla, me encontré a una mujer tan ruda, tan enérgica, pero a la vez una mirada que te hace ver su fragilidad y te permite pensar “aquí hay algo con lo que se puede trabajar”. A partir de ese momento, solo pensaba en ella para el papel. No sabía si aceptaría, pero para mí, ella era Martina. Menos mal que me dijo que sí, porque podía haber dicho que no. Estoy encantada de que haya sido la actriz. Ha sido muy hermoso; nos hemos compenetrado a la perfección. Me ha respetado muchísimo como directora y yo a ella como actriz. Ella confiaba en mí y yo en ella y eso te llena mucho, sobre todo cuando estás en un lugar como ese. Yo sabía que ella lo iba a hacer y ella sabía que yo iba a hacerlo. Ahora, somos amigas y ella ha seguido muy de cerca el proceso de la cinta. Su vinculación no ha sido solo como actriz; ha seguido todo el proceso. En el montaje, yo le decía “oye Carme, ¿qué te parece esta música” o lo que fuese. Ha compartido conmigo todo lo que implica hacer una película y es una suerte.

- Trata en la cinta un tema controvertido como es el derecho a decidir sobre la propia muerte. ¿Cree que el tratamiento del asunto en la película se vivirá de igual forma en España que en Venezuela?

En Venezuela, hay mucha violencia; la vida es muy frágil. Puede ocurrirte lo que le ocurre a Sara, no es tan raro. Allí la eutanasia no es un tema de debate, no está sobre la mesa. Si sale el tema lo hablas, pero no está en los medios. Sin embargo, vivo en un país donde este tema ocupa la prensa, la tele y la radio. Eso me ha llevado a reflexionar. ¿Cuánto vale la vida? ¿Cuánto vale la muerte? Allí intentas hacer algo que no ponga en peligro tu vida y aquí el debate es como acabar con una vida que se extiende más de la cuenta. En Venezuela, no tendrá una lectura tan fácil. La gente verá más una película relacionada con la violencia, con la relaciones familiares, con la libertad de elegir la vida o elegir nuestro destino y en España y Europa en general, el tema de la libertad de elegir cómo quieres morir va a estar más sobre la mesa.

- A la hora de obtener la financiación para la película, ¿fue complicado?

Sí, es una película arriesgada. Opera prima y encima díficil: coproducción, en el Amazonas, donde nunca se había filmado, un tema delicado, profundo, que tiene que ser contado con mucha mano para que no sea demasiado dramático, para mantenerte en la línea de la ternura y la emoción. Yo creo que eso podía generar desconfianza, pero al final lo hemos logrado. Y nos han apoyado el Centro de Cine de Venezuela, el Ministerio de Cultura Español, Ibermedia y Televisión de Cataluña.

- ¿Qué tiene esta película en común con otras cintas venezolanas y que característica la hace especial y la distingue de ellas?
¿Qué tiene en común? No lo sé, cosas básicas como algunos actores y el contacto con las emociones. El cine latinoamericano no tiene miedo a poner las emociones sobre la mesa (algunos con más delicadeza que otros) y creo que esta cinta tiene ese valor. Lo fundamental es qué tiene de diferente, toca temas que no se habían tratado en el cine venezolano, al menos de forma tan directa. El cine venezolano es emergente, están surgiendo proyectos interesantes. Venezuela acaba de ganar la Concha de Oro de San Sebastián, luego Montreal, ahora aquí, que también estará “Pelo malo”... Y yo creo que estamos en un momento bueno. Creativamente se empiezan a hacer películas, narrarse temas que no se habían narrado, arriesgando en cuanto a formas narrativas y estamos consiguiendo cosas. “La distancia más larga” narra un tema que no se había tocado de esta manera.

- ¿Qué espera de esta película?

Que se siga viendo mucho, tanto en los festivales como en las salas comerciales. Abarca ambas pantallas. Interesa en los festivales, donde hemos empezado. En Montreal nos dieron un premio que me ha encantado; ahora estamos en Gijón, luego en Huelva, Buenos Aires, La Habana... Esto en tres semanas. Y para el año que viene también hay cosas interesantes. Y además, puede conectar con gente que quiera comprar una entrada y verla. Encaja en ambos sectores y espero que se vea.

- ¿Cómo es que compite en dos festivales españoles en la misma semana?

Porque los festivales han estado de acuerdo. Yo pensaba que no iba a ser posible, pero ambos han querido la peli. Los dos exigen estreno, pero al ser la misma semana y como un festival es internacional y el otro más iberoamericano, ambos han decidido que era posible. Así que, yo estoy muy contenta. Poderla mostrar en el norte y el sur de España en la misma semana es fantástico.

- Claudia Pinto decide realizar su primera película, se involucra en un gran proyecto y ese proyecto es aplaudido internacionalmente. ¿Cuál es la clave para lograr un éxito así?

Yo creo que el trabajo, tenerlo muy claro, saber qué quieres contar y no descansar. La tenacidad y el trabajo son fundamentales. No hay que dejar de luchar.

- ¿Cómo se ha sentido dirigiendo?
Muy cómoda. Es hacer lo que tienes que hacer. Tengo la sensación de que es algo que hago sin esfuerzo y me siento realmente bien. Es un sueño cumplido.

- ¿Tiene algún proyecto entre manos?
Sí, estoy escribiendo un proyecto y desarrollándolo a la vez, pero no puedo contar más. Solo puedo decir que tengo bajo la manga una próxima peli.