Claudia Sainte-Luce nos habla de vida y adiós en "Los insólitos peces gato"

por © Cristina F. Fimia (Gijón)-NOTICINE.com
'Los insólitos peces gato'
La directora mexicana Claudia Sainte-Luce ha viajado hasta Gijón para presentar su opera prima, “Los insólitos peces gato”. Con ella ha triunfado antes en Locarno y en Toronto. Ahora espera lograr lo propio en tierras asturianas con una cinta de tintes autobiográficos. Según sus propias palabras: “Es una historia llena de miedo, de recuerdos, de dolor, de sanación, de despedidas y que te deja con mucho aliento por vivir”. Quién le iba a decir a Claudia que lograría el éxito a nivel mundial cuando, en la universidad, le decían que no les gustaban sus historias. Ahora, su historia está conmoviendo a muchos y NOTICINE.com ha podido hablar con la cineasta en exclusiva.

- “Los insólitos peces gato” esconde grandes temas como la amistad, el amor o la muerte. ¿Qué quería transmitir con la cinta?

No hay ningún mensaje claro. Yo solo quería contar esta parte de mi vida; creo que uno no hace cine con el objetivo de mostrar un mensaje, sino por sacar de dentro algo que te aprieta y lo que me apretaba era el agradecimiento a esta familia que hizo cobrar sentido a mi existencia, porque a la vez que yo los ayudaba ellos me daban eso, me regalaban la vida con sus miradas. Yo siempre quise formar parte de algo y acabé formando parte de esta familia. Mi necesidad se vio sanada por ellos. Quería plasmar la admiración hacia esa mujer que vivía con la muerte cada día, que dormía con ella. Cuando tienes VIH, sabes que esas pueden ser tus últimas horas, tu último día y tener esas fuerzas a pesar de ello, es fantástico.

- ¿Cómo surgió la idea de la película?
Surge porque conocí a Marta en 2006; ella llevaba ya ocho años con VIH y la acompañé durante sus dos últimos años de vida. Ella es como mi madre y sus hijos como mis hermanos, amigos, son parte de mi familia. Fue la primera vez que yo sentí que servía para algo y de ahí, surge la película.

- Los diálogos de la cinta son muy naturales, no resultan nada forzados. ¿Fue complicado el proceso de escritura de guión?
El proceso de escritura fue doloroso, pero creo que lo complicado fue el rodaje; lo difícil fue conseguir que los actores hiciesen los diálogos propios y los hiciesen de forma natural. Llevó mucho tiempo ensayar con ellos para que se relajaran y no aparentasen.

- ¿Qué tal el casting? ¿Encontró rápidamente a los actores o fue duro?
Tardé tres meses en encontrar a los actores. Encontré primero a Marta y a Claudia; después, a Alejandra, Mariana y Armando; Alejandra hace teatro, vi su rostro y me encantó y al hacer pruebas, encajó muy bien. En cuanto a los niños, iba a la salida de las escuelas y allí los conocí. Al final, quien costó muchísimo fue Wendy; lo que hice fue hablar con la auténtica Wendy y preguntarle si le interesaría participar como actriz, interpretándose a sí misma y aceptó. Ella no había actuado nunca, pero fue el elemento real que sirvió para que todo confluyera. Tiene una sensibilidad enorme y no le costó trabajar con sus compañeros y llevar a cabo las situaciones dramáticas.

- ¿Cómo se desarrolló el rodaje? ¿Hubo alguna complicación?
Fue complicado porque había una temperatura de más de treinta grados, hacía mucho calor. Sin embargo, la historia estaba ambientada en Navidad, en una época de frío. Eso suponía que había que cubrirlos e imagínate. Luego, un día, se desmayó el niño, hubo que esperar... Además, la actriz que hace de Alejandra no sabe manejar y ella tenía que conducir todo el tiempo. Un día casi se estampan, un caos. Pero bueno, son cosas que van pasando en un rodaje.

- ¿Qué momento del rodaje recuerda con más cariño?

El momento en que filmamos la escena en que están llegando de la playa, cuando Marta se está muriendo. Fue muy especial, Wendy y yo llorábamos mucho durante los ensayos porque nos acordábamos de cómo había sido todo, nos recordaba al momento en que se fue Marta. Llorábamos y la gente no nos entendía. Pero cuando empezamos a rodar, ya estábamos fuertes y los que lloraban eran los demás por la situación.

- ¿Cómo ha sido el trabajo con los actores? ¿Hubo compenetración?

Sí, pero ha sido complicado porque les exigía ensayar diariamente antes de empezar a filmar. Creo que al principio, ellos lo veían como un exceso, pero después lo agradecieron porque se ven bien en pantalla. Los forzaba a dar todo de sí mismos antes de empezar. Entonces, lo más difícil fue hacerles entender que tenían que hacerlo, pero al final, yo creo que ellos se gustan en pantalla y ha merecido la pena.

- La película ha tenido un buen recibimiento en Locarno, en Toronto, ha recibido varios premios. ¿Cómo ha sido la experiencia?

Pues muy extraña. Siento que soy un fantasma que está por ahí yendo a festivales. La acabé y no he tenido tiempo de respirar ni de entenderlo. Lo único que me hace regresar un poco a mi cuerpo es cuando veo algo en los ojos de las personas tras la proyección de la cinta, que les di aliento, empuje. Eso me hace aterrizar en la tierra, pero todo ha sido tan rápido que todavía no me creo que haya pasado. No creo que esté sucediendo. Cuando venga una pausa, lo asimilaré todo.

- ¿Sabe algo de la distribución en España?

No. Nadie se ha animado a distribuirla en España. Tengo un agente de ventas que se encarga de venderla a otros países. Ya hemos vendido en Alemania, en Suiza, en Italia, en Japón, muchos sitios. Pero España no y creo que es importante porque tenemos muchos elementos culturales en común: la lengua, la manera de ver la familia... Podría ir bien, pero aún no ha salido.

- ¿Qué le diría al público para que fuese a ver la cinta?

Que es una historia llena de miedo, de recuerdos, de dolor, de sanación, de despedidas y que te deja con mucho aliento por vivir.

- ¿En qué se inspira para escribir un guión?
En la vida, en la gente que conozco, en lo que me duele, en lo que me pone triste, en lo que no he podido resolver.

- ¿Cómo llegó al mundo de la dirección?
Yo estaba en el bachillerato; no sabía qué estudiar y un día, escuché a una chica que decía que se iba a venir a España a estudiar cine. Yo le dije: “el cine no se estudia, el cine es para gente privilegiada, tocada por la mano de Dios, que les dijo tú vas a hacer cine”. Y ella me explicó que sí se estudiaba y me empezó a interesar. Y dije, ¿por qué no? Voy a buscar una escuela en México porque no había nada que me llenase tanto como el cine. Entonces, comencé a estudiar y en la carrera no me fue muy bien. Me decían que mis historias no les gustaban y eso fue duro. Pensé que me había equivocado. No terminé la carrera, me salí un año antes de acabarla y estuve siendo asistente de dirección durante mucho tiempo. Decía estoy haciendo cine, no cuento lo que quiero pero estoy bien. Todo ello hasta que conocí a mi maestra de guión, a Paula, y me dice “esta historia de la que tú siempre hablas... ¿Por qué no la escribes?” Así que, fue ella quien me dio el empujón a hacerla. Sino, yo creo que me habría quedado como asistente de dirección.

- ¿Qué tal es Clara Sainte-Luce como directora? ¿Muy exigente?
Sí. Los actores me odian, no les soy persona grata, pero así soy (risas).

- ¿Qué cine le gusta?

Me encanta Fellini, todo el cine italiano me apasiona. Rosellini también, pero Fellini es mi top máximo. Mi película favorita es “Ocho y medio”.

- ¿Tiene algún proyecto entre manos?

Sí. He terminado hace poco mi segundo guión, que se llama “La caja vacía”. Habla de la relación de un padre y su hija y estoy buscando financiación para poder filmar al año que viene.