Crítica: "El eslabón podrido", fascinante repulsa
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Por Edurne Sarriegui
"El eslabón podrido", el más reciente trabajo del argentino Javier Diament, llega a las salas comerciales después de su paso por diferentes festivales. Perturbadora es el calificativo que mejor define a esta película, truculenta a veces, tierna en algún punto, brutal en su resolución y matizada por algunas pinceladas de un humor muy particular que oscila entre la negrura y el esperpento.
Raulo (Luis Ziembrowski) es un hombre cercano a la cincuentena, retrasado mental, que se gana la vida recogiendo leña y repartiéndola entre los escasos habitantes de La Escondida, el remoto paraje donde vive. Junto a Ercilia (Marilú Marini), su madre senil, y su hermana Roberta (Paula Brasca), la joven prostituta del pueblo, habitan una casa aislada. El conflicto de la historia pasa por la prohibición de Ercilia a Roberta de mantener relaciones sexuales con el único hombre del pueblo con el que no las tuvo. De hacerlo, las consecuencias serían funestas para ella.
En "El eslabón podrido" nada sobra. Cada plano, cada palabra y cada silencio están ahí para narrar un cuento de horror. El nombre del poblado remite a algo oculto o recóndito y nos pone en situación de tratar de descubrir qué se está encubriendo en el lugar.
Es también un film de contrastes. La belleza de la fotografía contrasta con la sordidez de la historia que se regodea mostrando situaciones inquietantes e incómodas. La ternura con la que se tratan los protagonistas a pesar de sus limitaciones se opone a la actitud de una comunidad que se descubre desaprensiva y ventajista.
Aún sin conocer cuáles eran las intenciones del autor -que además de dirigir, coescribe, coproduce y actúa- "El eslabón podrido" ofrece una doble lectura. Podemos quedarnos con el cuento atroz y brutal -que requiere de un estómago fuerte- o rascar un poco en la superficie y acceder a la crítica ácida y amarga de una sociedad indiferente, aprovechada y cruel con los más débiles.
Es destacable la actuación del trío protagónico en la interpretación de estos personajes marginales mientras que el elenco de actores que interpreta a los personajes secundarios acompaña el buen nivel.
"El eslabón podrido" es una película para amar o para odiar, pero nunca para permanecer indiferente. Nos conduce a descubrir que el eslabón podrido de la humanidad existe y habita en La Escondida.
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"El eslabón podrido", el más reciente trabajo del argentino Javier Diament, llega a las salas comerciales después de su paso por diferentes festivales. Perturbadora es el calificativo que mejor define a esta película, truculenta a veces, tierna en algún punto, brutal en su resolución y matizada por algunas pinceladas de un humor muy particular que oscila entre la negrura y el esperpento.
Raulo (Luis Ziembrowski) es un hombre cercano a la cincuentena, retrasado mental, que se gana la vida recogiendo leña y repartiéndola entre los escasos habitantes de La Escondida, el remoto paraje donde vive. Junto a Ercilia (Marilú Marini), su madre senil, y su hermana Roberta (Paula Brasca), la joven prostituta del pueblo, habitan una casa aislada. El conflicto de la historia pasa por la prohibición de Ercilia a Roberta de mantener relaciones sexuales con el único hombre del pueblo con el que no las tuvo. De hacerlo, las consecuencias serían funestas para ella.
En "El eslabón podrido" nada sobra. Cada plano, cada palabra y cada silencio están ahí para narrar un cuento de horror. El nombre del poblado remite a algo oculto o recóndito y nos pone en situación de tratar de descubrir qué se está encubriendo en el lugar.
Es también un film de contrastes. La belleza de la fotografía contrasta con la sordidez de la historia que se regodea mostrando situaciones inquietantes e incómodas. La ternura con la que se tratan los protagonistas a pesar de sus limitaciones se opone a la actitud de una comunidad que se descubre desaprensiva y ventajista.
Aún sin conocer cuáles eran las intenciones del autor -que además de dirigir, coescribe, coproduce y actúa- "El eslabón podrido" ofrece una doble lectura. Podemos quedarnos con el cuento atroz y brutal -que requiere de un estómago fuerte- o rascar un poco en la superficie y acceder a la crítica ácida y amarga de una sociedad indiferente, aprovechada y cruel con los más débiles.
Es destacable la actuación del trío protagónico en la interpretación de estos personajes marginales mientras que el elenco de actores que interpreta a los personajes secundarios acompaña el buen nivel.
"El eslabón podrido" es una película para amar o para odiar, pero nunca para permanecer indiferente. Nos conduce a descubrir que el eslabón podrido de la humanidad existe y habita en La Escondida.
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