Terry Gilliam premiado en Huesca: Un "provocador" que cada vez ofende más
- por © Víctor Delgado-NOTICINE.com
El cineasta Terry Gilliam ha recogido en el Festival de Cine de Huesca el premio Luis Buñuel por su trayectoria cinematográfica. El director se ha comparado con Buñuel por su personalidad provocativa y su sentido del humor a la vez que se ha referido a sí mismo como un fan de su cine y su persona.
Después de muchos años de carrera, ha reflexionado sobre su trayectoria y ha concluido que: "habría tenido más éxito si hiciera películas correctas, pero a mí me gusta jugar con el público, provocar". Pero también ha hablado de cómo: "el problema no son las películas", en realidad, "ahora la gente se ofende con facilidad". El cineasta, conocido por su comedia y la ciencia ficción, ha afirmado que ahora rueda dependiendo de la financiación y las ayudas: "No tengo trabajo, no tengo futuro".
Gilliam, cuya obra cumbre fue "Brazil", ha vuelto a Aragón para recibir este premio después de recorrer lugares importantes de la ciudad y provincia. Ha reconocido la belleza del lugar mencionando que "que siempre he imaginado lleno de leyendas" e incluso ha pensado que: "Me han llevado para darme ideas y rodar aquí una película".
En Aragón rodó partes de su última película "El hombre que mató a don Quijote", y anteriormente "Las aventuras del barón de Munchausen", concretamente en Belchite, descrita por él mismo como: "un símbolo de lo ridículo que es la guerra". Además, el mismo se ha comparado también con Don Quijote por su carácter y porque como el personaje literario: "con sus fracasos, alguien que se cae y se vuelve a levantar".
También ha recordado su paso por Monty Python, grupo del que formó parte, y del que ha hablado de la siguiente manera: "Éramos seis tipos con mucha suerte", porque "hacíamos lo que queríamos". Así lo recuerda: "Nunca se me lo he pasado tan bien".
Este homenaje al director ha coincidido con la difusión del libro de Sara Polley que trabajó con Gilliam en "Las aventuras del barón de Munchausen", cuando tenía ocho años. En un extracto de sus memorias ha explicado que pasó terror, peligro real y que quedó traumatizada. Cuenta una experiencia sobre una escena de una ciudad bombardeada, de la que escribe: "Explosiones de escombros en el suelo a mi alrededor, acompañadas de explosiones ensordecedoras que me hicieron sentir como si yo misma hubiera explotado. Un tronco por el que tenía que correr estaba parcialmente en llamas. Las explosiones gigantes continuaron y sacudieron todo a mi alrededor".
Cuando fue adulta primero culpó a sus padres pero después a Gilliam: "Ya no culpo a mis padres tanto como solía hacerlo, ahora entiendo mejor lo difícil que sería ponerse de pie y detener una enorme producción bajo terribles presiones financieras y de tiempo. A medida que pasan los años y Terry hace más y más comentarios, demuestra no solo una incapacidad infantil para comprender los problemas de los adultos, sino también un rechazo deliberado de los movimientos que buscan reclamar igualdad y reconocimiento por los daños pasados". También hace referencia a los comentarios del director sobre el movimiento #MeToo. Al respecto, el cineasta estadounidense afincado en Reino Unido desmintió que la niña u otro miembro del equipo corrieran riesgos.
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Después de muchos años de carrera, ha reflexionado sobre su trayectoria y ha concluido que: "habría tenido más éxito si hiciera películas correctas, pero a mí me gusta jugar con el público, provocar". Pero también ha hablado de cómo: "el problema no son las películas", en realidad, "ahora la gente se ofende con facilidad". El cineasta, conocido por su comedia y la ciencia ficción, ha afirmado que ahora rueda dependiendo de la financiación y las ayudas: "No tengo trabajo, no tengo futuro".
Gilliam, cuya obra cumbre fue "Brazil", ha vuelto a Aragón para recibir este premio después de recorrer lugares importantes de la ciudad y provincia. Ha reconocido la belleza del lugar mencionando que "que siempre he imaginado lleno de leyendas" e incluso ha pensado que: "Me han llevado para darme ideas y rodar aquí una película".
En Aragón rodó partes de su última película "El hombre que mató a don Quijote", y anteriormente "Las aventuras del barón de Munchausen", concretamente en Belchite, descrita por él mismo como: "un símbolo de lo ridículo que es la guerra". Además, el mismo se ha comparado también con Don Quijote por su carácter y porque como el personaje literario: "con sus fracasos, alguien que se cae y se vuelve a levantar".
También ha recordado su paso por Monty Python, grupo del que formó parte, y del que ha hablado de la siguiente manera: "Éramos seis tipos con mucha suerte", porque "hacíamos lo que queríamos". Así lo recuerda: "Nunca se me lo he pasado tan bien".
Este homenaje al director ha coincidido con la difusión del libro de Sara Polley que trabajó con Gilliam en "Las aventuras del barón de Munchausen", cuando tenía ocho años. En un extracto de sus memorias ha explicado que pasó terror, peligro real y que quedó traumatizada. Cuenta una experiencia sobre una escena de una ciudad bombardeada, de la que escribe: "Explosiones de escombros en el suelo a mi alrededor, acompañadas de explosiones ensordecedoras que me hicieron sentir como si yo misma hubiera explotado. Un tronco por el que tenía que correr estaba parcialmente en llamas. Las explosiones gigantes continuaron y sacudieron todo a mi alrededor".
Cuando fue adulta primero culpó a sus padres pero después a Gilliam: "Ya no culpo a mis padres tanto como solía hacerlo, ahora entiendo mejor lo difícil que sería ponerse de pie y detener una enorme producción bajo terribles presiones financieras y de tiempo. A medida que pasan los años y Terry hace más y más comentarios, demuestra no solo una incapacidad infantil para comprender los problemas de los adultos, sino también un rechazo deliberado de los movimientos que buscan reclamar igualdad y reconocimiento por los daños pasados". También hace referencia a los comentarios del director sobre el movimiento #MeToo. Al respecto, el cineasta estadounidense afincado en Reino Unido desmintió que la niña u otro miembro del equipo corrieran riesgos.
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