Héroes contemporáneos para la vuelta del cine indígena en el Festival de la Presencia Autóctona de Montreal
- por © María Gómez Bravo (Montreal)-NOTICINE.com
Buscan referentes allá donde, a menudo, no quedó nadie para hacer de guía. Alzan la mirada hacia esos héroes que no se arrodillan, sino que se levantan orgullosos. El testimonio que queda grabado, a modo de memoria para el futuro, en las cintas que se proyectarán, hasta el 18 de agosto, en el Festival Internacional de la Presencia Autóctona de Montreal, Canadá.
El corazón de la ciudad de Quebec vuelve a latir en esta 32 edición al son de los tambores de las danzas que acompañan a los guerreros, que enaltecen la relación con la madre tierra y protegen a mujeres y niños que garantizan ese mañana. Después de dos años de mirar hacia lo local, tras las duras medidas impuestas por la pandemia de COVID, vuelve esta cita única en el calendario abriéndose al mundo en un esfuerzo por recuperar ese altavoz que lleve la cultura de los primeros pueblos a todo el mundo.
De ahí una programación rica que cuenta, este año, con más de cincuenta producciones de participación aborigen. Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda e incluso Finlandia y Noruega estarán presentes en cortometrajes, largometrajes y documentales donde la presencia latina es destacada. Chile, México, Perú, Guatemala, Bolivia, Paraguay y Brasil llevan el sello de las lenguas nativas al corazón de la ciudad que, además del certamen de cine, latirá también al ritmo de la música y las artes escénicas.
Con ese leitmotiv de los héroes contemporáneos, el festival cede el protagonismo a los jóvenes, sin perder de vista a las grandes figuras, referentes de la producción fílmica indígena y escuela de las nuevas generaciones. Es el caso de Alanis-Obomsawin, el prestigioso cineasta de Abenaki, que participará con varias producciones; o figuras como el indigenista franco-brasileño Vincent Carelli, el creador del proyectoVideo nas Aldeias, detrás de "Adeus, Capitão", que recibirá un Premio al Logro histórico en el festival por su trabajo de cuatro décadas para dar imagen y voz a los pueblos indígenas de Brasil.
El cine ha sido vehículo de reivindicación y esta edición es, si cabe, buen ejemplo. Mujeres indígenas como Phyllis Jack-Webstad ("Returning Home") iniciadora del movimiento Orange Shirt Day en reconocimiento del daño que el sistema de escuelas residenciales causó a niños indígenas; protagonismo también a los que organizaron la resistencia en Standing Rock "(We Are Unarmed"; "Powerlands"); las que denuncian la violencia sexual intracomunitaria ("Tysnaden en Sapmi") y hasta los feminicidios ("Flores de la llanura"). Denuncia en voz alta de grandes dramas que han sido silenciados durante demasiado tiempo.
La ficción también presenta en esta cita internacional tan especial figuras combativas como Elder en "El gran movimiento", la cinta boliviana de Kiro Russo que fue premio especial del jurado en la Mostra de Venecia del pasado año; o como Virginio y Sisa en "Utama", opera prima del también boliviano Alejandro Loayza que se llevó el premio del jurado en el pasado Festival de Sundance.
Son solo algunos ejemplos de una agenda que, estos días, abre una ventana a un mundo que queda marginado la mayor parte del tiempo, en una cita que marca en el calendario la difícil tarea de reunir producciones y cinematógrafos vinculados a la cultura aborigen procedentes de todo el mundo. Y en este esfuerzo quedan también englobadas propuestas como los talleres de cine en las instalaciones de la cinemateca quebequesa, conferencias y puestas en común con los propios artistas y cineastas, sin olvidar el Simposio Internacional Perspectivas Indígenas de las Américas que pone los intereses, preocupaciones y propuestas de futuro sobre la mesa.
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El corazón de la ciudad de Quebec vuelve a latir en esta 32 edición al son de los tambores de las danzas que acompañan a los guerreros, que enaltecen la relación con la madre tierra y protegen a mujeres y niños que garantizan ese mañana. Después de dos años de mirar hacia lo local, tras las duras medidas impuestas por la pandemia de COVID, vuelve esta cita única en el calendario abriéndose al mundo en un esfuerzo por recuperar ese altavoz que lleve la cultura de los primeros pueblos a todo el mundo.
De ahí una programación rica que cuenta, este año, con más de cincuenta producciones de participación aborigen. Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda e incluso Finlandia y Noruega estarán presentes en cortometrajes, largometrajes y documentales donde la presencia latina es destacada. Chile, México, Perú, Guatemala, Bolivia, Paraguay y Brasil llevan el sello de las lenguas nativas al corazón de la ciudad que, además del certamen de cine, latirá también al ritmo de la música y las artes escénicas.
Con ese leitmotiv de los héroes contemporáneos, el festival cede el protagonismo a los jóvenes, sin perder de vista a las grandes figuras, referentes de la producción fílmica indígena y escuela de las nuevas generaciones. Es el caso de Alanis-Obomsawin, el prestigioso cineasta de Abenaki, que participará con varias producciones; o figuras como el indigenista franco-brasileño Vincent Carelli, el creador del proyectoVideo nas Aldeias, detrás de "Adeus, Capitão", que recibirá un Premio al Logro histórico en el festival por su trabajo de cuatro décadas para dar imagen y voz a los pueblos indígenas de Brasil.
El cine ha sido vehículo de reivindicación y esta edición es, si cabe, buen ejemplo. Mujeres indígenas como Phyllis Jack-Webstad ("Returning Home") iniciadora del movimiento Orange Shirt Day en reconocimiento del daño que el sistema de escuelas residenciales causó a niños indígenas; protagonismo también a los que organizaron la resistencia en Standing Rock "(We Are Unarmed"; "Powerlands"); las que denuncian la violencia sexual intracomunitaria ("Tysnaden en Sapmi") y hasta los feminicidios ("Flores de la llanura"). Denuncia en voz alta de grandes dramas que han sido silenciados durante demasiado tiempo.
La ficción también presenta en esta cita internacional tan especial figuras combativas como Elder en "El gran movimiento", la cinta boliviana de Kiro Russo que fue premio especial del jurado en la Mostra de Venecia del pasado año; o como Virginio y Sisa en "Utama", opera prima del también boliviano Alejandro Loayza que se llevó el premio del jurado en el pasado Festival de Sundance.
Son solo algunos ejemplos de una agenda que, estos días, abre una ventana a un mundo que queda marginado la mayor parte del tiempo, en una cita que marca en el calendario la difícil tarea de reunir producciones y cinematógrafos vinculados a la cultura aborigen procedentes de todo el mundo. Y en este esfuerzo quedan también englobadas propuestas como los talleres de cine en las instalaciones de la cinemateca quebequesa, conferencias y puestas en común con los propios artistas y cineastas, sin olvidar el Simposio Internacional Perspectivas Indígenas de las Américas que pone los intereses, preocupaciones y propuestas de futuro sobre la mesa.
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