Mexicana "Adentro" se estrena internacionalmente en Festival de Culver City
- por © Redacción (México)-NOTICINE.com
La casona de Las Lomas de Chapultepec no es solo un escenario en "Adentro", el primer largometraje de ficción del director Javier Solórzano Casarín, rodado en pandemia. Durante la filmación, sus paredes, sus pasillos silenciosos y su jardín se convirtieron en un testigo mudo de un reencuentro familiar cargado de heridas. La película, un thriller psicológico que inicia su recorrido por festivales internacionales estos días en el certamen de Culver City, California, sigue a tres hermanos que regresan a esa mansión de su infancia después de la muerte de su madre.
Adriana, interpretada por Ana Clara Castañón, y sus hermanos Alejandro (Mikael Lacko) y Luis (Mario Corona) se ven forzados a enfrentarse no solo entre ellos, después de años de distancia, sino también a un pasado que creían estático. Lo que comienza como un trámite tras un fallecimiento se transforma en una excavación involuntaria en la memoria. La casa, una locación que según el director costó meses encontrar, especialmente durante la pandemia, opera como un personaje más, un contenedor de ecos y secretos que poco a poco dejan de estar enterrados.
Para Solórzano, la historia es un ejercicio de imaginación opuesto a su propia experiencia. "Mi infancia fue muy especial, mágica, tuve una vida familiar con mis papás muy positiva", comenta el cineasta a Proceso. "Entonces, yo quise imaginar otros personajes diferentes a mi experiencia... qué pasaría en una historia de tres hermanos cuando tal vez tenían todo lo que necesitaban de niños en términos económicos; pero esa otra parte en que se comparte cariño y emociones no existía dentro de la enorme casa donde vivían". Ese fue el punto de partida: explorar la dinámica de una familia donde los padres, interpretados por Marisol del Olmo y Daniel Martínez, no quisieron a sus hijos.
El proyecto es el resultado de un proceso largo y, en palabras del director, una lucha personal por hacer cine. "Adentro es una consumación de años de mi lucha haciendo cine. La empecé a escribir hace siete años", afirma el cineasta mexicano. El guion, que describe como una "brújula emocional", fue pulido durante ese tiempo hasta que consiguió el apoyo para filmarlo a través del estímulo fiscal Eficine. La película se terminó a finales del año pasado y ahora entra en la fase crucial para cualquier cinta independiente: la búsqueda de selección en festivales antes de plantearse un estreno comercial.
El conflicto central de la cinta reside en ese choque entre la memoria idealizada y la realidad que se desentierra. Adriana es el eje desde el cual se descubre que la vida de sus padres no era la fachada que ellos recordaban. La aparición de una detective privada, papel que desempeña Sandra Zellweger, y de un notario, interpretado por Luis Fernando Zárate, va desvelando pistas y documentos que abren un laberinto de verdades ocultas. "Hay muchos secretos de por medio, se empieza a revelar una realidad completamente invisible antes y que habla de otras vidas que llevaban los papás", explica el director sobre la trama, que construye un suspenso psicológico sin recurrir a monstruos o golpes de efecto, sino a la perturbación íntima de enfrentar lo negado.
Las influencias del cineasta, un autodeclarado "devorador de películas", son variadas y se reflejan en su enfoque. Menciona a Ingmar Bergman por la introspección y las complejas relaciones familiares, y a la película danesa "Festen" de Thomas Vinterberg por su retrato de la disfuncionalidad detrás de una fachada. Para el manejo del suspenso y el lado oscuro del ser humano cita a David Fincher, y en la etapa de filmación pensó en la estética de directores como Jonathan Demme, Terrence Malick y John Cassavetes. "Me encanta el tema de los secretos que las personas podemos guardar por décadas", señala Solórzano Casarín.
Aunque su apellido lo asocia inmediatamente con su padre, el periodista Javier Solórzano, el director afirma haber forjado su camino de manera independiente. "Al principio lo fue, porque la gente asociaba mi nombre al de él... Yo soy la persona más anónima y privada del mundo, me chocan los reflectores", reconoce. Sin embargo, matiza: "Afortunadamente los dos lo hemos manejado bien, mi papá ha sido muy cuidadoso con eso, ha tratado de darme mi espacio para que yo crezca por mi lado". Ahora, con "Adentro", Solórzano Casarín emprende la búsqueda de un espacio propio dentro del cine mexicano, llevando a la pantalla una historia que, aunque no es su biografía, habla de los fantasmas familiares que pueden habitar incluso en las casas más lujosas.
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Adriana, interpretada por Ana Clara Castañón, y sus hermanos Alejandro (Mikael Lacko) y Luis (Mario Corona) se ven forzados a enfrentarse no solo entre ellos, después de años de distancia, sino también a un pasado que creían estático. Lo que comienza como un trámite tras un fallecimiento se transforma en una excavación involuntaria en la memoria. La casa, una locación que según el director costó meses encontrar, especialmente durante la pandemia, opera como un personaje más, un contenedor de ecos y secretos que poco a poco dejan de estar enterrados.
Para Solórzano, la historia es un ejercicio de imaginación opuesto a su propia experiencia. "Mi infancia fue muy especial, mágica, tuve una vida familiar con mis papás muy positiva", comenta el cineasta a Proceso. "Entonces, yo quise imaginar otros personajes diferentes a mi experiencia... qué pasaría en una historia de tres hermanos cuando tal vez tenían todo lo que necesitaban de niños en términos económicos; pero esa otra parte en que se comparte cariño y emociones no existía dentro de la enorme casa donde vivían". Ese fue el punto de partida: explorar la dinámica de una familia donde los padres, interpretados por Marisol del Olmo y Daniel Martínez, no quisieron a sus hijos.
El proyecto es el resultado de un proceso largo y, en palabras del director, una lucha personal por hacer cine. "Adentro es una consumación de años de mi lucha haciendo cine. La empecé a escribir hace siete años", afirma el cineasta mexicano. El guion, que describe como una "brújula emocional", fue pulido durante ese tiempo hasta que consiguió el apoyo para filmarlo a través del estímulo fiscal Eficine. La película se terminó a finales del año pasado y ahora entra en la fase crucial para cualquier cinta independiente: la búsqueda de selección en festivales antes de plantearse un estreno comercial.
El conflicto central de la cinta reside en ese choque entre la memoria idealizada y la realidad que se desentierra. Adriana es el eje desde el cual se descubre que la vida de sus padres no era la fachada que ellos recordaban. La aparición de una detective privada, papel que desempeña Sandra Zellweger, y de un notario, interpretado por Luis Fernando Zárate, va desvelando pistas y documentos que abren un laberinto de verdades ocultas. "Hay muchos secretos de por medio, se empieza a revelar una realidad completamente invisible antes y que habla de otras vidas que llevaban los papás", explica el director sobre la trama, que construye un suspenso psicológico sin recurrir a monstruos o golpes de efecto, sino a la perturbación íntima de enfrentar lo negado.
Las influencias del cineasta, un autodeclarado "devorador de películas", son variadas y se reflejan en su enfoque. Menciona a Ingmar Bergman por la introspección y las complejas relaciones familiares, y a la película danesa "Festen" de Thomas Vinterberg por su retrato de la disfuncionalidad detrás de una fachada. Para el manejo del suspenso y el lado oscuro del ser humano cita a David Fincher, y en la etapa de filmación pensó en la estética de directores como Jonathan Demme, Terrence Malick y John Cassavetes. "Me encanta el tema de los secretos que las personas podemos guardar por décadas", señala Solórzano Casarín.
Aunque su apellido lo asocia inmediatamente con su padre, el periodista Javier Solórzano, el director afirma haber forjado su camino de manera independiente. "Al principio lo fue, porque la gente asociaba mi nombre al de él... Yo soy la persona más anónima y privada del mundo, me chocan los reflectores", reconoce. Sin embargo, matiza: "Afortunadamente los dos lo hemos manejado bien, mi papá ha sido muy cuidadoso con eso, ha tratado de darme mi espacio para que yo crezca por mi lado". Ahora, con "Adentro", Solórzano Casarín emprende la búsqueda de un espacio propio dentro del cine mexicano, llevando a la pantalla una historia que, aunque no es su biografía, habla de los fantasmas familiares que pueden habitar incluso en las casas más lujosas.
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