Cine francés: primer acercamiento
- por © Frank Padrón (Cuba)-NOTICINE.com
16-III-05
En sus días iniciales, el Festival de cine francés en Cuba demuestra lo que siempre ha sido: uno de los eventos fílmicos de mayor convocatoria entre los que se desarrollan aquí. Las cinco salas que exhiben estos films (Acapulco se incorpora el 17 con la semana de la francofonía) están totalmente llenas en todas sus tandas.
Una evaluación de esta semana inicial no deja, sin embargo, un saldo demasiado favorable en cuanto a grandes momentos en la programación que, contando con 17 largos, un documental, varios cortos y una tanda de animados, hace esperar muchos mejores resultados.
A pesar de lo cual, por supuesto, ha habido cosas de no poco interés. Aún cuando la premiere, con "Boudú", en el Chaplin, no contó con aplausos demasiados entusiastas en la repleta sede, hay que decir que la versión traída por Gérard Jugnot, casi estreno mundial (por cuanto sólo hace unos días contó con un pase inicial en Francia) resulta una experiencia lograda. Explicaba su director y co-protagonista que no se trata exactamente de un remake del clásico de Renoir en 1932, sino una reubicación del singular personaje en nuevas circunstancias, una suerte de modernización de la historia.
Quizá haya unas cuantas situaciones reiteradas, pero Jugnot sabe contar, el guión de Philippe Lopes-Curval sobre la pieza de René Pauchois es ingenioso y las actuaciones del propio realizador, Gérard Depardieu (quien acerca toda la carga de vulgaridad y ternura, desenfado y nobleza que caracterizan su marginal), Veronique Marchat y el resto del elenco, inyectan de vitalidad y frescura esta agradable comedia.
"El hombre del tren", de Patrice Leconte ("El marido de la peluquera"), trae un caso de identidades cruzadas, complementarias: un aburrido profesor retirado en una mansión de pueblo pequeño y un aventurero que llega a asaltar un banco del lugar confluyen cuando el primero invita al segundo a tomar una copa en su casa. Las vidas de hombres tan diferentes se unen por esos días, y va develándose cómo, en realidad, cada uno envidia el tipo de vida del otro, y cómo no sólo aparecen ligados en la vida, sino en la muerte. A la cinta le sobran diálogos y hasta situaciones, pero el estudio de caracteres está bien llevado, así como otros elementos tales la ambientación, la soberbia dirección artística y un sutil humor que atraviesa, y enriquece, la gravedad del asunto.
Menos fortuna corre "Las bordadoras", de Eleonor Paucher, sobre dos mujeres, una madura que acaba de perder al hijo en un accidente y una joven, a punto de tener uno, a quienes une la profesión de trabajar la piel de conejo. Esta vez, el análisis de personajes, de ambientes, las reflexiones en torno a la vida, la amistad, el amor y la soledad, se diluyen bastante en un guión anémico y una narración todavía más descolorida.
"Salvoconducto", del famoso Bertrand Tavernier, se ubica en el propio cine: en 1942, dos cineastas unidos por un destino común, reaccionan de manera diferente para continuar trabajando frente al ejército ocupante, en medio de la Segunda Guerra Mundial. La firma alemana Continental es esa manzana de la discordia, que hace a uno de ellos aceptar sus propuestas, mientras el otro rechaza todo tipo de colaboración con el enemigo.
Se trata de un film extenso (quizá en demasía) con excesivas referencias que lo tornan a ratos farragoso, pero la sabia construcción de los personajes, la acertada ironía que atraviesa la trama, y la eficiente reconstrucción de época y ambiente, más los excelentes desempeños (Jacques Gamblin, Dennis Podalydés, Charlotte Kady...) lo convierten en una experiencia notable.
"Su hermano", de Patrice Chéreau, trae un drama desgarrador sobre un enfermo de VIH y su relación con un consanguíneo con el cual apenas tenía roce, pero que a partir de tal circunstancia, estrecharán lazos y se harán desconocidas confesiones.
La película tiene un defecto capital: es gratuitamente morbosa, enfatiza con exceso en los detalles más desagradables de la enfermedad, se regodea en la misma, con lo cual pierde terreno en lo que debió ser su diana: los nexos que van uniendo a dos personas diferentes a partir de una situación límite. Momentos cálidos, es cierto, no le faltan, y las actuaciones de Bruno Todeschini y Eric Caravaca son muy profesionales, pero el film se resiente ante un tratamiento errado.
El corto "El libro rojo", de Mathiew Simonet, sobre un misterioso borrador literario que busca incansablemente una chica, tiene menos sustancia que cáscara, pero debe reconocérsele una ejemplar edición de Stratos Gabrielidis, una eficaz música de Olli Barbé y una fotografía cuidada de Toinette Laquiére.
En sus días iniciales, el Festival de cine francés en Cuba demuestra lo que siempre ha sido: uno de los eventos fílmicos de mayor convocatoria entre los que se desarrollan aquí. Las cinco salas que exhiben estos films (Acapulco se incorpora el 17 con la semana de la francofonía) están totalmente llenas en todas sus tandas.
Una evaluación de esta semana inicial no deja, sin embargo, un saldo demasiado favorable en cuanto a grandes momentos en la programación que, contando con 17 largos, un documental, varios cortos y una tanda de animados, hace esperar muchos mejores resultados.
A pesar de lo cual, por supuesto, ha habido cosas de no poco interés. Aún cuando la premiere, con "Boudú", en el Chaplin, no contó con aplausos demasiados entusiastas en la repleta sede, hay que decir que la versión traída por Gérard Jugnot, casi estreno mundial (por cuanto sólo hace unos días contó con un pase inicial en Francia) resulta una experiencia lograda. Explicaba su director y co-protagonista que no se trata exactamente de un remake del clásico de Renoir en 1932, sino una reubicación del singular personaje en nuevas circunstancias, una suerte de modernización de la historia.
Quizá haya unas cuantas situaciones reiteradas, pero Jugnot sabe contar, el guión de Philippe Lopes-Curval sobre la pieza de René Pauchois es ingenioso y las actuaciones del propio realizador, Gérard Depardieu (quien acerca toda la carga de vulgaridad y ternura, desenfado y nobleza que caracterizan su marginal), Veronique Marchat y el resto del elenco, inyectan de vitalidad y frescura esta agradable comedia.
"El hombre del tren", de Patrice Leconte ("El marido de la peluquera"), trae un caso de identidades cruzadas, complementarias: un aburrido profesor retirado en una mansión de pueblo pequeño y un aventurero que llega a asaltar un banco del lugar confluyen cuando el primero invita al segundo a tomar una copa en su casa. Las vidas de hombres tan diferentes se unen por esos días, y va develándose cómo, en realidad, cada uno envidia el tipo de vida del otro, y cómo no sólo aparecen ligados en la vida, sino en la muerte. A la cinta le sobran diálogos y hasta situaciones, pero el estudio de caracteres está bien llevado, así como otros elementos tales la ambientación, la soberbia dirección artística y un sutil humor que atraviesa, y enriquece, la gravedad del asunto.
Menos fortuna corre "Las bordadoras", de Eleonor Paucher, sobre dos mujeres, una madura que acaba de perder al hijo en un accidente y una joven, a punto de tener uno, a quienes une la profesión de trabajar la piel de conejo. Esta vez, el análisis de personajes, de ambientes, las reflexiones en torno a la vida, la amistad, el amor y la soledad, se diluyen bastante en un guión anémico y una narración todavía más descolorida.
"Salvoconducto", del famoso Bertrand Tavernier, se ubica en el propio cine: en 1942, dos cineastas unidos por un destino común, reaccionan de manera diferente para continuar trabajando frente al ejército ocupante, en medio de la Segunda Guerra Mundial. La firma alemana Continental es esa manzana de la discordia, que hace a uno de ellos aceptar sus propuestas, mientras el otro rechaza todo tipo de colaboración con el enemigo.
Se trata de un film extenso (quizá en demasía) con excesivas referencias que lo tornan a ratos farragoso, pero la sabia construcción de los personajes, la acertada ironía que atraviesa la trama, y la eficiente reconstrucción de época y ambiente, más los excelentes desempeños (Jacques Gamblin, Dennis Podalydés, Charlotte Kady...) lo convierten en una experiencia notable.
"Su hermano", de Patrice Chéreau, trae un drama desgarrador sobre un enfermo de VIH y su relación con un consanguíneo con el cual apenas tenía roce, pero que a partir de tal circunstancia, estrecharán lazos y se harán desconocidas confesiones.
La película tiene un defecto capital: es gratuitamente morbosa, enfatiza con exceso en los detalles más desagradables de la enfermedad, se regodea en la misma, con lo cual pierde terreno en lo que debió ser su diana: los nexos que van uniendo a dos personas diferentes a partir de una situación límite. Momentos cálidos, es cierto, no le faltan, y las actuaciones de Bruno Todeschini y Eric Caravaca son muy profesionales, pero el film se resiente ante un tratamiento errado.
El corto "El libro rojo", de Mathiew Simonet, sobre un misterioso borrador literario que busca incansablemente una chica, tiene menos sustancia que cáscara, pero debe reconocérsele una ejemplar edición de Stratos Gabrielidis, una eficaz música de Olli Barbé y una fotografía cuidada de Toinette Laquiére.