Colaboración: ¡Bienvenidos a la Utopía!
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19-IV-06
Por Humberto Solás (*)
Abrimos una nueva edición del Festival Internacional de Cine Pobre convencidos de su utilidad y capaces de sorprender. Si bien estamos satisfechos con las consecuencias que en gran medida el Festival ha propiciado, tales como el incremento de la producción audiovisual en Cuba y el gradual desmoronamiento de prejuicios e incomprensiones entre quienes consideraban la obra audiovisual solo como privilegio de una elite, hemos introducido modificaciones que redundan en una mayor versatilidad de premios tanto en metálico como en tecnología.
Y todo ello sustentado en la divulgación de obras que destacan una posición de no subordinación a las reglas del juego que caracterizó hasta ahora a esta profesión, o sea, a la pasiva recepción de los dictámenes de mercaderes o instituciones, emitidas verticalmente y sin espacio a la polémica. En cambio, alentamos la ejecución de un cine legítimo, actuante y movilizador, altamente estético y ético, humilde en su elaboración, ajeno a todo proyecto de elitismo cultural, propiciador, en cambio, de una interacción con las diversas comunidades. Promocionamos también un cine despojado del cosmopolitismo que nos condena al claudicante mimetismo de los centros culturales y económicos que aún pretenden regentear la espiritualidad en todo el planeta. Es por ello que alentamos el espacio innovador y no somos complacientes con el desaliento inspirado en el fatalismo geo-histórico-político.
Somos de los que creen inveteradamente en el futuro protagonismo de las comunidades, porque solo ellas paliarán la inevitable evolución globalizadora, con su irrefrenable madeja de políticas paternalistas y donde el actuar de las comunidades, como desalineada estructura realmente participativa, serán las que generen, aún precariamente, cierto equilibrio.
Si a la consolidación de los grupos de real identidad se une el deseo vivo y honesto de su extensión cultural, entonces sí podremos hablar de una épica de gnoseología colectiva que derrumbará, al menos parcialmente, los muros del planetario negocio de la distribución y le devolverá al cine y a las demás profesiones artísticas, su verdadero lugar y real compromiso.
Una elite artística deberá desaparecer, así como desaparecerá la injusticia en el marco general de la sociedad comunitaria en todos los órdenes y profesiones.
(*): El cineasta cubano Humberto Solás, autor de films como "Lucía", "Cecilia", "El siglo de las luces" o "Barrio Cuba", es presidente del Festival Internacional de Cine Pobre de Gibara (Holguín, Cuba).
Por Humberto Solás (*)
Abrimos una nueva edición del Festival Internacional de Cine Pobre convencidos de su utilidad y capaces de sorprender. Si bien estamos satisfechos con las consecuencias que en gran medida el Festival ha propiciado, tales como el incremento de la producción audiovisual en Cuba y el gradual desmoronamiento de prejuicios e incomprensiones entre quienes consideraban la obra audiovisual solo como privilegio de una elite, hemos introducido modificaciones que redundan en una mayor versatilidad de premios tanto en metálico como en tecnología.
Y todo ello sustentado en la divulgación de obras que destacan una posición de no subordinación a las reglas del juego que caracterizó hasta ahora a esta profesión, o sea, a la pasiva recepción de los dictámenes de mercaderes o instituciones, emitidas verticalmente y sin espacio a la polémica. En cambio, alentamos la ejecución de un cine legítimo, actuante y movilizador, altamente estético y ético, humilde en su elaboración, ajeno a todo proyecto de elitismo cultural, propiciador, en cambio, de una interacción con las diversas comunidades. Promocionamos también un cine despojado del cosmopolitismo que nos condena al claudicante mimetismo de los centros culturales y económicos que aún pretenden regentear la espiritualidad en todo el planeta. Es por ello que alentamos el espacio innovador y no somos complacientes con el desaliento inspirado en el fatalismo geo-histórico-político.
Somos de los que creen inveteradamente en el futuro protagonismo de las comunidades, porque solo ellas paliarán la inevitable evolución globalizadora, con su irrefrenable madeja de políticas paternalistas y donde el actuar de las comunidades, como desalineada estructura realmente participativa, serán las que generen, aún precariamente, cierto equilibrio.
Si a la consolidación de los grupos de real identidad se une el deseo vivo y honesto de su extensión cultural, entonces sí podremos hablar de una épica de gnoseología colectiva que derrumbará, al menos parcialmente, los muros del planetario negocio de la distribución y le devolverá al cine y a las demás profesiones artísticas, su verdadero lugar y real compromiso.
Una elite artística deberá desaparecer, así como desaparecerá la injusticia en el marco general de la sociedad comunitaria en todos los órdenes y profesiones.
(*): El cineasta cubano Humberto Solás, autor de films como "Lucía", "Cecilia", "El siglo de las luces" o "Barrio Cuba", es presidente del Festival Internacional de Cine Pobre de Gibara (Holguín, Cuba).