La Habana 2006: “El cielo de Suely”, favorita para llevarse el Coral
- por © Frank Padrón (La Habana)-NOTICINE.com
14-XII-06
“El cielo de Suely” es lo nuevo de Karim Ainouz, cineasta brasileño que cuenta a su haber con la participación en el guión de notables películas de su país tales como “Abril despadaçado” (Walter Salles), “Cidade baixa” (Sergio Machado) y la propuesta de este mismo año al Oscar, “Cinema, aspirinas e urubus” (Marcelo Gomes). En la dirección debutó con “Madame Satá” (2002), premiada en varios festivales importantes, y ahora con esta obra se apunta como gran candidato a vencer en la actual edición del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.
Ainouz con “El cielo de Suely”, ante todo, confirma lo que esos títulos donde trabajó en la escritura ya demostraban: la condición de excelente guionista de este realizador nacido en 1966, pues mientras transcurre el metraje de la obra que ahora compite en el Festival habanero, uno se da cuenta de lo bien armado y sólido del texto prefílmado.
La trama sigue a Hermida, sensual muchacha que regresa al pueblo natal con su pequeño hijo, y al poco tiempo comprueba que ha sido abandonada por el marido; enrolada en el torbellino de la rutina (bailes nocturnos, pobreza en la casa de su abuela y su tía...) ella quiere salir de allí para mejorar su vida y para eso organiza una rifa sui generis: a sí misma; aclara que no es una puta, porque las tales andan con muchos hombres, ella sólo lo hará con uno a quien hará pasar “una noche en el paraíso” (sic).
Lo original de la historia salta a la vista, coronada por un desenlace que lleva al sumum tal condición, pero ello poco sería sin la maduración de ese carácter a lo largo de la historia, la relación con los otros (familiares, amigos, el antiguo novio, las ofendidas gentes del pueblo ante su insólita propuesta) y las sabiamente elaboradas situaciones y soluciones dramáticas.
Al plasmar todo esto en la pantalla, Ainouz supera en buena medida los errores cometidos en su, no obstante, apreciada cinta anterior: si “Madame Satá” aterrizaba en redundancias, innecesarias muestras de sexo explícito y ciertos tropiezos narrativos, esta las supera o al menos mejora la representación. Hay un montaje bien pensado, lo cual no evita, sin embargo, que el desarrollo del conflicto demore innecesariamente en la primera media hora, o que aparezcan escenas (los encuentros con la amiga o el novio, digamos) que se reiteren; el tempo es deliberadamente lento, lo cual permite que el desarrollo del conficto se exprese adecuadamente y sea interiorizado por el espectador.
Así mismo ayuda la fotografía de un maestro, Walter Carvalho ("Cazuza, o tempo nao para"), sensible en la captación de la mediocridad existencial del pueblecito, para lo cual se detiene fundamentalmente en la penumbra, y también en la música equilibrada y sutil, que emerge sólo en aquellos momentos donde dramatúrgicamente es necesaria.
El acápite actoral también sobresale, no sólo por la encantadora Hermila Guedes (buena propuesta para el Coral femenino) que une sensualidad y sensibilidad, ductilidad y mesura, sino por sus compañeros de elenco (María Meneses, Zita Matos, Joao Miguel...), ajustados a sus roles y a la evolución del conflicto.
En fin: una propuesta sustanciosa , sólida, a la que difícilmente se despojará del Primer Coral en esta edición del 28 festival habanero que ya vive sus horas finales.
“El cielo de Suely” es lo nuevo de Karim Ainouz, cineasta brasileño que cuenta a su haber con la participación en el guión de notables películas de su país tales como “Abril despadaçado” (Walter Salles), “Cidade baixa” (Sergio Machado) y la propuesta de este mismo año al Oscar, “Cinema, aspirinas e urubus” (Marcelo Gomes). En la dirección debutó con “Madame Satá” (2002), premiada en varios festivales importantes, y ahora con esta obra se apunta como gran candidato a vencer en la actual edición del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.
Ainouz con “El cielo de Suely”, ante todo, confirma lo que esos títulos donde trabajó en la escritura ya demostraban: la condición de excelente guionista de este realizador nacido en 1966, pues mientras transcurre el metraje de la obra que ahora compite en el Festival habanero, uno se da cuenta de lo bien armado y sólido del texto prefílmado.
La trama sigue a Hermida, sensual muchacha que regresa al pueblo natal con su pequeño hijo, y al poco tiempo comprueba que ha sido abandonada por el marido; enrolada en el torbellino de la rutina (bailes nocturnos, pobreza en la casa de su abuela y su tía...) ella quiere salir de allí para mejorar su vida y para eso organiza una rifa sui generis: a sí misma; aclara que no es una puta, porque las tales andan con muchos hombres, ella sólo lo hará con uno a quien hará pasar “una noche en el paraíso” (sic).
Lo original de la historia salta a la vista, coronada por un desenlace que lleva al sumum tal condición, pero ello poco sería sin la maduración de ese carácter a lo largo de la historia, la relación con los otros (familiares, amigos, el antiguo novio, las ofendidas gentes del pueblo ante su insólita propuesta) y las sabiamente elaboradas situaciones y soluciones dramáticas.
Al plasmar todo esto en la pantalla, Ainouz supera en buena medida los errores cometidos en su, no obstante, apreciada cinta anterior: si “Madame Satá” aterrizaba en redundancias, innecesarias muestras de sexo explícito y ciertos tropiezos narrativos, esta las supera o al menos mejora la representación. Hay un montaje bien pensado, lo cual no evita, sin embargo, que el desarrollo del conflicto demore innecesariamente en la primera media hora, o que aparezcan escenas (los encuentros con la amiga o el novio, digamos) que se reiteren; el tempo es deliberadamente lento, lo cual permite que el desarrollo del conficto se exprese adecuadamente y sea interiorizado por el espectador.
Así mismo ayuda la fotografía de un maestro, Walter Carvalho ("Cazuza, o tempo nao para"), sensible en la captación de la mediocridad existencial del pueblecito, para lo cual se detiene fundamentalmente en la penumbra, y también en la música equilibrada y sutil, que emerge sólo en aquellos momentos donde dramatúrgicamente es necesaria.
El acápite actoral también sobresale, no sólo por la encantadora Hermila Guedes (buena propuesta para el Coral femenino) que une sensualidad y sensibilidad, ductilidad y mesura, sino por sus compañeros de elenco (María Meneses, Zita Matos, Joao Miguel...), ajustados a sus roles y a la evolución del conflicto.
En fin: una propuesta sustanciosa , sólida, a la que difícilmente se despojará del Primer Coral en esta edición del 28 festival habanero que ya vive sus horas finales.