Berlinale: La sencillez brasileña desplaza los artificios en blanco y negro de Soderbergh
- por © K. Ozga (Berlín)-NOTICINE.com/Fotos:Reuters-AP
9-II-07
Aunque sobre el papel la cinta de Steven Soderbergh "The good german" era lo más destacado en la segunda jornada de este 57 Festival Internacional de Cine de Berlín, el virtuosismo (y la ambición que roza lo irrespetuoso) del norteamericano no convenció a una crítica que en cambio se dejó seducir por la inocencia infantil de la película brasileira "O ano em que meus pais saíram de férias", la cual recogió la más abundante cosecha cual de aplausos del día. Tampoco la coreana "Sai bo gu ji man gwen chan a", de Park Chan-wook, acabó de complacer a la mayoría de la audiencia.
"O ano em que meus pais saíram de férias" (El año en que mis padres estaban de vacaciones), de Cao Hamburger, reconstruye el Brasil de 1970, en el que Mauro, un niño de 12 años loco por el fútbol, es "abandonado" de urgencia por sus padres a la puerta de casa de su abuelo. Ellos deben escapar de los militares en el poder. Sin embargo, el anciano murió poco antes de un infarto, y será primero un vecino y luego otros residentes en el barrio judío de Sao Paulo los que acabarán acogiendo al muchachito, mientras todos se aprestan a vivir el Campeonato Mundial de México.
Gracias a un elaborado guión de Cláudio Galperin, Bráulio Mantovani, Anna Muylaert y el propio Hamburger, que fue desarrollado a la largo de 4 años, esta cinta producida por Fernando Meirelles, acierta en la reconstrucción del universo infantil, de las sensaciones y los sentimientos que con frecuencia se pierden en la madurez. Al lado del pequeño Mauro (interpretado con impactante maestría por Michel Joelsas, elegido entre un millar de niños) emprende el espectador un viaje de descubrimiento de un nuevo ambiente y una nueva comunidad -la judía- ignorado cuando el personaje vivía en Belo Horizonte con sus padres.
Con humor, ternura y perfecta graduación, Hamburger en su segunda película como realizador -presentada antes en los festivales de Río y Sao Paulo y premiada en ambos- ha logrado una cinta muy agradable de ver, que tiene la inmensa habilidad de identificar a su protagonista con el niño que hay en cada espectador. El y Meirelles coincidieron en la serie de TV "Cidade dos Homens", secuela de la película "Ciudad de Dios", el gran éxito cinematográfico del segundo.
En "The good german", Steven Soderbergh cuenta una intriga en el Berlín de la inmediata postguerra, donde rusos, norteamericanos y europeos se reunen para repartirse el botín de la Alemania nazi derrotada. Un corresponsal de guerra (George Clooney, al que jamás se le ve escribir una línea o hacer algo parecido a periodismo) acude a cubrir la conferencia de Potsdam y se ve envuelto en un crimen que tiene que ver con una antigua amante germana (Cate Blanchett) y el intento norteamericano de captar a los cerebros supervivientes del aparato militar derrotado.
Lo más estimable de "The good german" es la reproducción casi exacta del estilo técnico de las películas de los años 40. Y al emplear este calificativo nos referimos tanto a la estética -blanco y negro, utilizando lentes, iluminación y micrófonos de la época- como a la interpretación (Blanchett se basó en Marlene Dietrich e Ingrid Bergman) y al guión. Lo malo es que Soderbergh ha llevado su homenaje demasiado lejos, permitiendose imitar secuencias de "Casablanca". La audiencia mayoritaria del festival está compuesta por críticos, que tienen al mítico film entre sus iconos más sagrados y han considerado una especie de sacrilegio las "citas". Eso explica ciertos pitidos al final de la proyección de prensa, más sonoros que los escasos aplausos. En este caso, el virtuosismo formal ahoga y desvaloriza la trama, "demodé" para un público actual.
La tercera cinta a concurso del día, "Sai bo gu ji man gwen chan a" (algo así como "Soy un ciborg, pero no pasa nada"), de Park Chan-wook, uno de los talentos coreanos más apreciados internacionalmente, no deja de ser un cuento romántico con toques pretenciosos en torno a la locura. Una chica que cree ser un ciborg conoce en el psiquiátrico a un joven delincuente inadaptado que se enamora de ella. Muchos se salieron al cabo de 15 minutos, pero entre los que se quedaron incluso gustó.
Aunque sobre el papel la cinta de Steven Soderbergh "The good german" era lo más destacado en la segunda jornada de este 57 Festival Internacional de Cine de Berlín, el virtuosismo (y la ambición que roza lo irrespetuoso) del norteamericano no convenció a una crítica que en cambio se dejó seducir por la inocencia infantil de la película brasileira "O ano em que meus pais saíram de férias", la cual recogió la más abundante cosecha cual de aplausos del día. Tampoco la coreana "Sai bo gu ji man gwen chan a", de Park Chan-wook, acabó de complacer a la mayoría de la audiencia.
"O ano em que meus pais saíram de férias" (El año en que mis padres estaban de vacaciones), de Cao Hamburger, reconstruye el Brasil de 1970, en el que Mauro, un niño de 12 años loco por el fútbol, es "abandonado" de urgencia por sus padres a la puerta de casa de su abuelo. Ellos deben escapar de los militares en el poder. Sin embargo, el anciano murió poco antes de un infarto, y será primero un vecino y luego otros residentes en el barrio judío de Sao Paulo los que acabarán acogiendo al muchachito, mientras todos se aprestan a vivir el Campeonato Mundial de México.
Gracias a un elaborado guión de Cláudio Galperin, Bráulio Mantovani, Anna Muylaert y el propio Hamburger, que fue desarrollado a la largo de 4 años, esta cinta producida por Fernando Meirelles, acierta en la reconstrucción del universo infantil, de las sensaciones y los sentimientos que con frecuencia se pierden en la madurez. Al lado del pequeño Mauro (interpretado con impactante maestría por Michel Joelsas, elegido entre un millar de niños) emprende el espectador un viaje de descubrimiento de un nuevo ambiente y una nueva comunidad -la judía- ignorado cuando el personaje vivía en Belo Horizonte con sus padres.
Con humor, ternura y perfecta graduación, Hamburger en su segunda película como realizador -presentada antes en los festivales de Río y Sao Paulo y premiada en ambos- ha logrado una cinta muy agradable de ver, que tiene la inmensa habilidad de identificar a su protagonista con el niño que hay en cada espectador. El y Meirelles coincidieron en la serie de TV "Cidade dos Homens", secuela de la película "Ciudad de Dios", el gran éxito cinematográfico del segundo.
En "The good german", Steven Soderbergh cuenta una intriga en el Berlín de la inmediata postguerra, donde rusos, norteamericanos y europeos se reunen para repartirse el botín de la Alemania nazi derrotada. Un corresponsal de guerra (George Clooney, al que jamás se le ve escribir una línea o hacer algo parecido a periodismo) acude a cubrir la conferencia de Potsdam y se ve envuelto en un crimen que tiene que ver con una antigua amante germana (Cate Blanchett) y el intento norteamericano de captar a los cerebros supervivientes del aparato militar derrotado.
Lo más estimable de "The good german" es la reproducción casi exacta del estilo técnico de las películas de los años 40. Y al emplear este calificativo nos referimos tanto a la estética -blanco y negro, utilizando lentes, iluminación y micrófonos de la época- como a la interpretación (Blanchett se basó en Marlene Dietrich e Ingrid Bergman) y al guión. Lo malo es que Soderbergh ha llevado su homenaje demasiado lejos, permitiendose imitar secuencias de "Casablanca". La audiencia mayoritaria del festival está compuesta por críticos, que tienen al mítico film entre sus iconos más sagrados y han considerado una especie de sacrilegio las "citas". Eso explica ciertos pitidos al final de la proyección de prensa, más sonoros que los escasos aplausos. En este caso, el virtuosismo formal ahoga y desvaloriza la trama, "demodé" para un público actual.
La tercera cinta a concurso del día, "Sai bo gu ji man gwen chan a" (algo así como "Soy un ciborg, pero no pasa nada"), de Park Chan-wook, uno de los talentos coreanos más apreciados internacionalmente, no deja de ser un cuento romántico con toques pretenciosos en torno a la locura. Una chica que cree ser un ciborg conoce en el psiquiátrico a un joven delincuente inadaptado que se enamora de ella. Muchos se salieron al cabo de 15 minutos, pero entre los que se quedaron incluso gustó.