Reportaje: Polémica en Brasil por los subsidios al cine del gobierno Lula (I)
- por © Carla Sobrosa (Brasil)-NOTICINE.com
26-V-03
La polémica se inició hace tres semanas y nadie se atreve a prever cuándo terminará. Después de que fueron publicadas las nuevas reglas para que proyectos culturales lograran subsidios de empresas estatales, empezaron las críticas. El gobierno fue acusado de estar practicando dirigismo cultural y reconsideró sus posiciones. Pero para ello la polémica tuvo que saltar a la prensa y casi todos los nombres conocidos del mundo cultural y artístico se manifestaron.
El cineasta Cacá Diegues ("Orfeu", "Deus é brasileiro") fue el primero en protestar. A él se juntaron otros cineastas y artistas y la iniciativa se convirtió en artículo de portada del periodico O Globo. La repercusión fue tanta que al día siguiente de la publicación del artículo el presidente Lula se reunió en persona con representantes de la clase artística descontenta, acompañado del Ministro de Cultura, Gilberto Gil, y del Secretario de Comunicación, Luiz Gushiken. Al final de la reunión, la licitación de Eletrobras -la primera empresa en divulgar las nuevas reglas- quedó pendiente. Y mientras se formula un nuevo modelo, los subsidios están suspendidos. Solamente se realizarán los proyectos ya aprobados.
Para que se entiendan los motivos de la polémica, existen dos puntos a considerar:
- la pelea interna, en el gobierno federal, para decidir qué órgano va a gestionar los presupuestos de subsidios de las compañías estatales: el Ministerio de Cultura o la Secretaría de Comunicación
- Los nuevos criterios para aprobación de los proyectos, que la clase artística vió como formas de censura.
El subsidio a través de las leyes de incentivos a la Cultura ha sido la principal fuente de recursos para las actividades artísticas desde mediados de los 90. El cine, especialmente, le adjudica su 'recuperación'. Films como “Cidade de Deus”, “Carandiru” o “Deus é brasileiro" han ocupado los primeros puestos de taquilla, por delante de producciones norteamericanas. Las companías estatales (Petrobras, Eletrobras, Furnas etc) están entre las mayores donantes. Sus fondos (en 2003, estimados en 300 millones de reales- 100 millones de dólares aprox.) garantizan la realización de proyectos culturales, pero vienen de sus presupuestos para comunicación y publicidad. Ahí se da la pugna entre la Secretaria de Comunicación (órgano que responde directamente al presidente, y cuyo responsable es uno de los principales nombres del gobierno Lula) y el Ministerio de Cultura.
Un conflicto que, en principio, ganó la Secretaría. Inmediatamente encaminó un documento a los presidentes de las empresas, que contenia nuevas reglas que deberían guiar la politica de concesión de subsidios culturales. Entre ellas, la sugerencia de que los proyectos presentasen una contrapartida social, por medio de la generación de empleo y renta para personas pobres, o que estuvisen unidos a otras iniciativas del gobierno en el área social, como el Fome Zero, y la garantía de una democratización del acceso al producto cultural, después de terminado. La principal diferencia entre lo que se proponía y el pasado es que los proyectos pasarían a ser aprobados por mérito, y no como antes, cuando sólo criterios administrativos y presupuestarios tenían importancia, además de los subjetivos de los directores de marketing, que eran finalmente quienes decidían.
Diegues protestó porque entendió que lo que había detrás de las reglas era un 'patrulhamento ideológico', presión bastante utilizada en los años de dictadura: ya sin independencia creativa, los cineastas deberían presentar guiones que hablasen de desigualdad social e hicisen propaganda del gobierno. Este se defiende diciendo que no quiere practicar dirigismo, sino garantizar beneficios más grandes a la sociedad en general con lo que es en realidad una inversión de dinero público.
La polémica sigue y a cada día artículos y opiniones aparecen en la prensa brasileira. Se espera en cualquier momento una nueva normativa corregida, pero mientras, los cinestas están en dique seco. La productora Assunção Hernandez dice que el retraso es lamentable y que, de demorarse mucho, en 2004 no veremos ni la mitad del número de títulos lanzados este año (de enero a diciembre, se esperan 40 estrenos brasileños en pantalla).
La polémica se inició hace tres semanas y nadie se atreve a prever cuándo terminará. Después de que fueron publicadas las nuevas reglas para que proyectos culturales lograran subsidios de empresas estatales, empezaron las críticas. El gobierno fue acusado de estar practicando dirigismo cultural y reconsideró sus posiciones. Pero para ello la polémica tuvo que saltar a la prensa y casi todos los nombres conocidos del mundo cultural y artístico se manifestaron.
El cineasta Cacá Diegues ("Orfeu", "Deus é brasileiro") fue el primero en protestar. A él se juntaron otros cineastas y artistas y la iniciativa se convirtió en artículo de portada del periodico O Globo. La repercusión fue tanta que al día siguiente de la publicación del artículo el presidente Lula se reunió en persona con representantes de la clase artística descontenta, acompañado del Ministro de Cultura, Gilberto Gil, y del Secretario de Comunicación, Luiz Gushiken. Al final de la reunión, la licitación de Eletrobras -la primera empresa en divulgar las nuevas reglas- quedó pendiente. Y mientras se formula un nuevo modelo, los subsidios están suspendidos. Solamente se realizarán los proyectos ya aprobados.
Para que se entiendan los motivos de la polémica, existen dos puntos a considerar:
- la pelea interna, en el gobierno federal, para decidir qué órgano va a gestionar los presupuestos de subsidios de las compañías estatales: el Ministerio de Cultura o la Secretaría de Comunicación
- Los nuevos criterios para aprobación de los proyectos, que la clase artística vió como formas de censura.
El subsidio a través de las leyes de incentivos a la Cultura ha sido la principal fuente de recursos para las actividades artísticas desde mediados de los 90. El cine, especialmente, le adjudica su 'recuperación'. Films como “Cidade de Deus”, “Carandiru” o “Deus é brasileiro" han ocupado los primeros puestos de taquilla, por delante de producciones norteamericanas. Las companías estatales (Petrobras, Eletrobras, Furnas etc) están entre las mayores donantes. Sus fondos (en 2003, estimados en 300 millones de reales- 100 millones de dólares aprox.) garantizan la realización de proyectos culturales, pero vienen de sus presupuestos para comunicación y publicidad. Ahí se da la pugna entre la Secretaria de Comunicación (órgano que responde directamente al presidente, y cuyo responsable es uno de los principales nombres del gobierno Lula) y el Ministerio de Cultura.
Un conflicto que, en principio, ganó la Secretaría. Inmediatamente encaminó un documento a los presidentes de las empresas, que contenia nuevas reglas que deberían guiar la politica de concesión de subsidios culturales. Entre ellas, la sugerencia de que los proyectos presentasen una contrapartida social, por medio de la generación de empleo y renta para personas pobres, o que estuvisen unidos a otras iniciativas del gobierno en el área social, como el Fome Zero, y la garantía de una democratización del acceso al producto cultural, después de terminado. La principal diferencia entre lo que se proponía y el pasado es que los proyectos pasarían a ser aprobados por mérito, y no como antes, cuando sólo criterios administrativos y presupuestarios tenían importancia, además de los subjetivos de los directores de marketing, que eran finalmente quienes decidían.
Diegues protestó porque entendió que lo que había detrás de las reglas era un 'patrulhamento ideológico', presión bastante utilizada en los años de dictadura: ya sin independencia creativa, los cineastas deberían presentar guiones que hablasen de desigualdad social e hicisen propaganda del gobierno. Este se defiende diciendo que no quiere practicar dirigismo, sino garantizar beneficios más grandes a la sociedad en general con lo que es en realidad una inversión de dinero público.
La polémica sigue y a cada día artículos y opiniones aparecen en la prensa brasileira. Se espera en cualquier momento una nueva normativa corregida, pero mientras, los cinestas están en dique seco. La productora Assunção Hernandez dice que el retraso es lamentable y que, de demorarse mucho, en 2004 no veremos ni la mitad del número de títulos lanzados este año (de enero a diciembre, se esperan 40 estrenos brasileños en pantalla).