OPINIÓN: Las ayudas al cine argentino y el público

por © DAC-NOTICINE.com
Héctor Olivera
Héctor Olivera
4-VI-03

Por Héctor Olivera (*)

Hace una semana, en Cannes, leí azorado en un número fuera de serie de Cahiers du Cinéma, de abril de este año, que lleva el título de portada “L'Atlas du cinéma, 2002 en chiffres / vu par les critiques de 40 pays”. La nota sobre la Argentina está firmada por Quintín y titulada "La nouvelle vague en danger" (La nueva ola en peligro).

Al comienzo de la nota, el amigo Q. señala con acierto que un puñado de films argentinos ha llamado la atención en el circuito de festivales internacionales de cine. Agrega que, "a pesar de que algunos lo han llamado pomposamente la nouvelle vague, no es un movimiento sino un par de docenas de películas realizadas desde 1995 que han compartido un intento de ser personales, auténticas y precisas en contraste con las torpes comedias, dramas psicológicos y pastiches de realismo mágico que aún constituyen la principal producción argentina”. En lo primero coincido con Quintín, en lo segundo no.

Tampoco estoy de acuerdo con el resto de su nota que tiende a agravar una tendencia que considero muy peligrosa: se está creando un clima antagónico entre los jóvenes y los veteranos, entre los que hacen un cine artesano y los que lo hacemos -o pretendemos hacerlo- en un nivel industrial.

En la segunda parte de su nota Quintín dice: "El existente cine industrial no está mirando con buen ojo los cambios que aporta esta nueva ola de cineastas, a pesar de la atención internacional que han obtenido. Por el contrario, apoyan los entretenimientos fáciles como "El hijo de la novia", que han enviado a los Oscars, o la miserable "Historias mínimas", con el bien conocido pretexto de que los films deben ser hechos para el público. Finalmente, nuevas reglamentaciones establecen que los guiones deben ser sometidos a un comité que resuelve si han de recibir ayuda del Estado”. (...) "Si bien "Guantes mágicos", de Martín Rejtman, y "La niña santa" van a ser terminadas en los próximos meses gracias al dinero de sus coproductores europeos, los realizadores menos conocidos están bloqueados después de su primera película".

Lo último da la impresión de que el INCAA no apoya a estos proyectos. Sin embargo, "Guantes mágicos" tiene un crédito de $ 500.000 y "La niña santa" de $ 600.000. En cuanto al comité de pre-clasificación, éste cumple con dos funciones: da de antemano una seguridad al realizador de que podrá recibir el subsidio por medios electrónicos (hasta $ 437.500), y es una manera de regulación de los futuros egresos del Fondo de Fomento Cinematográfico, de manera tal que el Instituto pueda cumplir con su función específica. Puede decirse que ésta es una limitación a la libertad de creación y de expresión ya que es muy difícil recuperar el costo de una película si no se obtiene apoyo del Estado. Quizás, pero así lo estableció el legislador cuando en el artículo 23° de la ley 17.741 estableció que, para recibir el subsidio, el productor deberá presentar "el certificado de libre deuda que acredite el cumplimiento de sus obligaciones laborales y gremiales respecto a dicha película”.

Para el productor de cine industrial el cumplimiento de esta disposición le significa una inversión a riesgo de cientos de miles de pesos solamente en los rubros que incluyen actores, técnicos, músicos y extras. Es evidente que los realizadores del cine artesano no han cumplido ni están cumpliendo ni van a cumplir con los convenios laborales vigentes. Es obvio -mi carrera lo atestigua- que tampoco coincido con Quintín en que el éxito de público es descalificante para una película y creo en aquello de Alfred Hitchcock: "Ningún film es perfecto si no tiene éxito de público". Hay una parte que crea, que realiza y que difunde una obra que está destinada a otra parte que la recibe y la goza o la rechaza. O, lo que es mucho peor, a la que le resulta indiferente. El Fondo de Fomento -que este año rondará los 60 millones de pesos- fue iniciado en 1948 con un claro destino de apoyo a una industria que debe competir con lo mejor y/o lo más efectivo como entretenimiento del cine mundial. Por algo, en el decreto-ley 62/57 (que creó el Instituto del Cine) y sus sucesivas modificaciones legales, se estableció el sistema de beneficios en función de la taquilla.

Lo que no debemos aceptar es que se profundice este antagonismo. Somos todos iguales: cuando llega el momento del estreno o sea "la hora de la verdad", todos necesitamos de decenas de miles de espectadores solamente para cubrir los cada más ingentes costos de comercialización. Y nadie tiene el público asegurado. Ni siquiera los multimedios.

(*): Héctor olivera es guionista, realizador y productor. Entre sus films se encuentran "La Patagonia rebelde", "No habrá más penas ni olvido" y "La noche de los lápices".