Alejandro González Iñárritu escribe sobre su amigo Walter Salles, premiado el próximo sábado por el Museo de la Academia

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Salles e Iñárritu (Fotomontaje RFI/FICM)
Salles e Iñárritu (Fotomontaje RFI/FICM)
Por Alejandro González Iñárritu (*)        

Walter Salles no podía entender cómo un trozo de madera en bruto podía convertirse en una jirafa o un elefante. Sobre todo porque las manos que esculpían esa madera pertenecían al artista polaco Frans Krajcberg, un hombre que había llegado a Brasil sin haber tenido nunca contacto con esos animales. Sorprendido por la pregunta, Krajcberg respondió: "Bueno, tomo la madera y quito todo lo que no es el elefante".

Walter aprendió bien esta lección en 1995, cuando hizo su primer documental sobre la correspondencia entre el escultor Krajcberg y una mujer que cumplía una condena de 20 años de prisión, Maria do Socorro Nobre. Cuando Walter esculpe una pieza cinematográfica, quita todo lo que no es humano. Lo que permanece es el animal bípedo y parlanchín que somos, siempre desnudo y expuesto.

Su mirada es compasiva pero honesta. No hay lugar para la ironía o el cinismo. Tampoco se permite el exceso de emoción o la manipulación. Conocí a Walter por primera vez hace más de 25 años, tras el estreno de "Central do Brasil", esa hermosa película nacida de su primer documental sobre la correspondencia entre los mundos interiores de personajes brasileños. La humanidad se filtraba y brillaba a través de no actores que interactuaban con actores, siempre bajo la sabia y sensible mirada de Fernanda Montenegro.

En su película "Aún estoy aquí / Ainda estou aquí", tres décadas después y aún fiel a la enseñanza de Krajcberg, Walter eliminó todo lo innecesario para que pudiéramos ver, con claridad y a través de los ojos de Fernanda Torres, lo que es verdaderamente esencial en una experiencia humana dolorosa.

Paradójicamente, en un momento en que el cine corporativo parece empeñado en despojar todo lo humano —dejando solo píxeles, algoritmos y las ideas más básicas que activan y manipulan nuestras emociones más obvias, crueles y primitivas— Walter eliminó toda política frontal y reductora que, en un mundo binario, solo ciega y agita más a las personas que ya están de acuerdo con nosotros, para ofrecer y explorar una escultura cinematográfica puramente humana sobre el silencio. Y el silencio es político de una manera singular.



El control de la narrativa y del lenguaje es la firma de toda dictadura. La censura impone el silencio. Las cosas deben sentirse y entenderse a través de la mirada y no del verbo. Es a través de los silencios, del estiramiento del tiempo, de la espera de un cuerpo que no regresa, que los espectadores entraron en la película y la completaron.

Para Walter, la reconstrucción de una memoria familiar, en el corazón de la película, reflejaba la reconstrucción de la memoria colectiva de Brasil. La arquitectura de "Ainda estou aquí" fluye entre lo individual y lo colectivo, lo artístico y lo político, lo local y lo universal. Cine e identidad entrelazados.

A lo largo de todos estos años, con una buena botella de vino tinto sobre la mesa y muchas risas, hemos compartido innumerables conversaciones sobre nuestra pasión mutua por el lenguaje cinematográfico y la construcción de películas. Walter siempre describe una película en términos arquitectónicos. Una película es menos un lugar que se ve que un lugar que se habita.

En mi opinión, hay directores ingenieros y directores arquitectos. Los primeros hacen películas verticales —sólidas, funcionales, construidas a trazos gruesos. Los segundos son más horizontales, transparentes, trazados con líneas más ligeras. Para el ingeniero, lo importante es la estructura, lo que se ve desde fuera y la función eficiente, pragmática y racional de los materiales. Para el director escultor o arquitecto, todo gira en torno a lo que no se ve sino que se siente. Se trata de la relación entre el espacio exterior e interior, privilegiando la sensación sobre la función: la emoción de la luz y el espacio sobre el objeto mismo.

Para mí, lo que define la arquitectura del cine de Walter es la nobleza. La nobleza en la mirada no puede estudiarse ni imitarse; debe venir de dentro, de la forma de ser y pensar del cineasta.

En las dictaduras, como la que se está desarrollando ahora a velocidad digital en muchos países del mundo, miles o millones pierden la vida o desaparecen. A menudo solo se recuerda a las personas importantes. Durante los últimos cinco años, escuché a Walter hablar de Eunice y su familia con la empatía y ternura de un hijo. Ella era una figura desconocida para el mundo, pero esencial en la vida de Walter. En Brasil, como en todos los países marcados por la dictadura, todos llevan una Eunice en el corazón. Por eso Jair Bolsonaro, el expresidente de Brasil, acaba de ser condenado a más de 27 años de prisión después de intentar usar la fuerza militar para anular una elección. En Estados Unidos, una dictadura es todavía un pensamiento abstracto. Una nube negra que se cierne. En Brasil, lo saben por experiencia. El odio, difundido a través de la retórica, el populismo e internet, actúa como un virus, devastando cualquier organismo social sano y trayendo muerte, destrucción y dolor. Al igual que una vez lo hicieron el Neorrealismo italiano y el Cinema Novo brasileño, a través de su cine, el espacio interior de Walter abre sus puertas horizontalmente, sin agendas ni jerarquías, para que toda emoción humana pueda conversar dentro de este espacio personal y a la vez colectivo.

Celebro profundamente que nuestro admirado y querido amigo Walter Salles esté recibiendo ahora, merecidamente, el Premio Luminary del Museo de la Academia por su hermosa obra escultórica y cinematográfica.

(*): El próximo sábado, el director, productor y guionista brasileño Walter Salles recibirá el Luminary Award en una gala del Academy Museum, en Los Angeles, donde también serán reconocidos la actriz española Penélope Cruz, el cantante y compositor Bruce Springsteen y el cómico de "Saturday Night Live" Bowen Yang. Amigo por años de Salles, el mexicano González Iñárritu ha querido rendirle este personal homenaje que ha publicado en Deadline.

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