Crítica: "Cien años de perdón", ¿Quién es más ladrón?

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''Cien años de perdón''
Por Edurne Sarriegui
  
"Cien años de perdón", coproducción española, argentina y francesa que este fin de semana está ya en salas australes e ibéricas simultáneamente, es una película de acción que alude en su título al premio merecido por el ladrón que roba a otro ladrón. Bajo la batuta del español Daniel Calparsoro ("Combustión", "Invasor") y con guión de Jorge Guerricaechevarría ("Mi gran noche", "Celda 211"), la historia de atracadores de bancos presenta una serie de giros permanentes en su trama y tres vertientes narrativas que aportan dinamismo y agilidad a su desarrollo.

Una mañana de lluvia intensa un grupo de seis ladrones liderados por "El uruguayo" (Rodrigo de La Serna) y "El gallego" (Luis Tosar) asaltan un importante banco en el centro de Valencia con el objetivo de vaciar tantas cajas de seguridad como sea posible. Toman como rehenes a clientes y trabajadores mientras la policía se sitúa en los alrededores para negociar con los delincuentes. La lluvia pertinaz que colapsa el tránsito de la ciudad amenaza también con frustrar su ingenioso plan de huida.

El modo de acción y de escape de los ladrones -que podría lógicamente atribuirse a la imaginación del guionista-  resultará muy familiar para el público argentino que encontrará reflejadas las características del que se denominó el robo del siglo y acaparó titulares y noticieros durante mucho tiempo. El trece de enero del 2006, durante el caluroso verano austral, una banda de ladrones asaltó la sucursal de un banco intuyendo que sus cajas de seguridad estarían rebosando valores en un país castigado por "el corralito" de 2001 que hizo desconfiar a los potenciales clientes de la seguridad de los depósitos bancarios. Guerricaechevarría reproduce los alias, el uso de armas simuladas, referencias a situaciones personales y un original plan de fuga que dio mucho que hablar. Después vino la captura, juicio y condena de los delincuentes. Pero esa es otra historia….

¿Y quiénes son los otros ladrones a los que alude de manera elíptica el título?

En un primer momento el film hace referencia al comportamiento de los bancos que no tienen piedad con sus clientes acorralados por medidas dirigidas a proteger a las grandes entidades financieras. En un contexto social de crisis económica el cliente siempre es el eslabón más débil. Tampoco escapan a esa crueldad los propios empleados, obligados a dar la cara para imponer medidas draconianas y son descartados más tarde, cuando el sistema decide prescindir de ellos. Esto cobrará importancia a lo largo del film.

Pero no es esta la única crítica social que hace la cinta. Pronto se pone al descubierto un tercer entramado de corrupción política que amenaza la estabilidad del gobierno ya que apunta directamente al corazón del poder. Esta última posibilidad resulta mucho más inquietante (y familiar especialmente en España) y pone sobre el tapete teorías conspirativas que acortan distancias entre la política y el delito.
 
"Cien años de perdón" tiende a generar simpatía hacia este grupo con actitudes de Robin Hood y eso siempre es aplaudido. En un contexto de desempleo, recesión y una crisis económica de causas intangibles para la mayoría de la ciudadanía, esta actitud viene a cumplir el sueño de la venganza de la víctima indefensa ante la impunidad que percibe del lado de los poderosos. Y no está mal esa pequeña satisfacción siempre y cuando no se pierda de vista que cualquier violación de la ley, venga de donde venga, supone un delito y una ruptura del contrato social establecido.

Calparsoro consigue un buen ritmo en este trhiller manteniendo la tensión y distendiéndola a través de las pinceladas de humor aportadas por "El Loco" –el ladrón interpretado por Joaquín Furriel- y la sensatez de "Varela" (Luciano Cáceres) otro miembro de la banda que completan el elenco argentino. También actúan Patricia Vico, Marian Álvarez, Raúl Arévalo y José Coronado como un mediador designado por el lado más oscuro de la trama para asegurar que no salgan a la luz quebrantamientos de la ley cometidos por el poder político.

El guión de "Cien años de perdón", bien resuelto pero con un planteo un tanto maniqueo -que resta más de lo que suma- se empeña en mostrar los entresijos que podemos suponer en la corrupción política.

Podemos decir que es un buen producto que con una excelente factura técnica y algunas escenas de acción trepidantes busca competir con similares productos foráneos. Persigue la complicidad del público de ambos lados del océano con referencias a hechos conocidos en los dos países y si bien no pasará a la historia, no cabe duda de que cumple con su objetivo de entretener y de paso exponer esa permanente crítica  que se percibe en la sociedad, aunque sea con trazo grueso. Otorga el principal protagonismo a lo que ocurre dentro de la sucursal bancaria mientras el diluvio pertinaz y metafórico nos remite a la que está cayendo afuera...

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