Crítica: "Los buscadores", efectiva sencillez
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Por Edurne Sarriegui
Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori, los realizadores de la laureada "7 cajas", vuelven a dirigir a cuatro manos un largometraje, "Los buscadores" (2017), y de nuevo sacan a pasear al cine paraguayo más allá de sus fronteras. Esta vez se alejan del thriller y cambian de género. La comedia escrita por Maneglia y Mario González Martí nos lleva a la caza del tesoro a través de la ciudad de Asunción a pura diversión y sin que el ritmo decaiga.
La historia toca un tema bien paraguayo. Durante la Guerra de la Triple Alianza en el siglo XIX, los vecinos más adinerados y el propio estado nacional enterraron muchos bienes para esconderlos del enemigo que avanzaba. Parte de ellos no volvieron para desenterrar sus riquezas y eso originó la creencia, con algo de verdad y mucho de leyenda, de que multitud de tesoros ("plata yvygüy" o dinero escondido) esperan ser recuperados en buena parte del territorio del país.
El protagonista de esta aventura es Manu (Tomás Arredondo), un chico que reparte periódicos con su bicicleta y vive en un populoso y humilde barrio en la capital paraguaya a orillas del río. Las habituales crecidas amenazan periódicamente a sus pobladores y la familia de Manu trata de mudarse con urgencia para escapar de la inundación inminente. Un día Manu recibe un viejo libro de su abuelo incapacitado para hablar desde que sufrió un derrame cerebral y entre sus hojas halla un papel con lo que parecen indicaciones para llegar hasta algo que está escondido. Ante la posibilidad de encontrar un tesoro que cambie sus vidas, Manu se lanza a la búsqueda con varios amigos en una carrera que les llevará al terreno de lo que en la actualidad es una embajada. Por el camino, el número de buscadores irá en aumento y las complicaciones se sucederán una tras otra originando situaciones disparatadas, arriesgadas y divertidas, a partes iguales.
La acción transcurre en las calles de Asunción sin que se muestre la ciudad. Lo más importante son los personajes que se van incorporando al relato para mostrar características y arquetipos que no podían faltar: el amor a la familia, el cariño fraternal, la lealtad entre amigos, la codicia de algunos y la prepotencia de otros aparecen en un relato que, a veces, peca de ingenuo y superficial pero que en ningún momento decae.
Con marcado color local, en la mayoría de su metraje los diálogos tienen lugar en guaraní con sus correspondientes subtítulos. Los actores ofrecen el toque justo de comedia sin caer en sobreactuaciones y los recursos técnicos correctos cooperan para dar lustre a una historia sencilla.
"Los buscadores" sin duda fue gestada para gustar y atraer a los espectadores después del éxito alcanzado por la primera obra del binomio Maneglia-Schémbori. Cuenta para ello con una historia universal a pesar de su color local, que logra conectar con el público, fluye de manera ágil y combina acertadamente la tensión y un humor preciso. Sus cien minutos de duración pasan rápidamente plenos de acción y diversión.
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Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori, los realizadores de la laureada "7 cajas", vuelven a dirigir a cuatro manos un largometraje, "Los buscadores" (2017), y de nuevo sacan a pasear al cine paraguayo más allá de sus fronteras. Esta vez se alejan del thriller y cambian de género. La comedia escrita por Maneglia y Mario González Martí nos lleva a la caza del tesoro a través de la ciudad de Asunción a pura diversión y sin que el ritmo decaiga.
La historia toca un tema bien paraguayo. Durante la Guerra de la Triple Alianza en el siglo XIX, los vecinos más adinerados y el propio estado nacional enterraron muchos bienes para esconderlos del enemigo que avanzaba. Parte de ellos no volvieron para desenterrar sus riquezas y eso originó la creencia, con algo de verdad y mucho de leyenda, de que multitud de tesoros ("plata yvygüy" o dinero escondido) esperan ser recuperados en buena parte del territorio del país.
El protagonista de esta aventura es Manu (Tomás Arredondo), un chico que reparte periódicos con su bicicleta y vive en un populoso y humilde barrio en la capital paraguaya a orillas del río. Las habituales crecidas amenazan periódicamente a sus pobladores y la familia de Manu trata de mudarse con urgencia para escapar de la inundación inminente. Un día Manu recibe un viejo libro de su abuelo incapacitado para hablar desde que sufrió un derrame cerebral y entre sus hojas halla un papel con lo que parecen indicaciones para llegar hasta algo que está escondido. Ante la posibilidad de encontrar un tesoro que cambie sus vidas, Manu se lanza a la búsqueda con varios amigos en una carrera que les llevará al terreno de lo que en la actualidad es una embajada. Por el camino, el número de buscadores irá en aumento y las complicaciones se sucederán una tras otra originando situaciones disparatadas, arriesgadas y divertidas, a partes iguales.
La acción transcurre en las calles de Asunción sin que se muestre la ciudad. Lo más importante son los personajes que se van incorporando al relato para mostrar características y arquetipos que no podían faltar: el amor a la familia, el cariño fraternal, la lealtad entre amigos, la codicia de algunos y la prepotencia de otros aparecen en un relato que, a veces, peca de ingenuo y superficial pero que en ningún momento decae.
Con marcado color local, en la mayoría de su metraje los diálogos tienen lugar en guaraní con sus correspondientes subtítulos. Los actores ofrecen el toque justo de comedia sin caer en sobreactuaciones y los recursos técnicos correctos cooperan para dar lustre a una historia sencilla.
"Los buscadores" sin duda fue gestada para gustar y atraer a los espectadores después del éxito alcanzado por la primera obra del binomio Maneglia-Schémbori. Cuenta para ello con una historia universal a pesar de su color local, que logra conectar con el público, fluye de manera ágil y combina acertadamente la tensión y un humor preciso. Sus cien minutos de duración pasan rápidamente plenos de acción y diversión.
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