Crítica: "Casi 40", retrato de una generación
- por Super User
Por Daniel Diaz
Más de 20 años han pasado desde el estreno de "La buena vida", película de David Trueba que nos presentó dos jóvenes artistas desconocidos: Lucía Jiménez y Fernando Ramallo. Con el recuerdo de esa película de culto, ahora todos ellos se vuelven a juntar en "Casi 40", una estupenda película generacional llena de encanto.
Hay títulos que de alguna u otra forma, te tocan el corazón. Ahora que he superado los 40 años, asistir a una historia tan pequeña como auténtica, que expone asuntos tan cercanos a uno, es un regalo que disfrutas sin detenerte en analizar detalles técnicos.
David Trueba tiene un don con la escritura. Es capaz de plasmar en una hoja en blanco todo aquéllo que necesita compartir y que puede representar a tantas otras personas. En este caso, cuando llegas a esta icónica edad, es fácil pararse y echar la vista atrás. Muchas veces esa mirada esconde el fracaso, expectativas incumplidas y sueños frustrados pero a la vez refleja una madurez forjada con todas esas derrotas.
Los personajes, que interpretan con extrema naturalidad Fernando Ramallo y Lucía Jiménez, soportan una mochila cargada de recuerdos y conversaciones pendientes. Con la excusa de realizar una gira cutre en la que Lucía recupere sus canciones de éxito con el público, asistimos a un reencuentro donde el espectador se ve reflejado en los diálogos más y menos vanales.
Arropados por un precioso paisaje y una música melancólica, viajamos con esta pareja por un camino al pasado con el que no puedes evitar sentirte identificado. Cuentas pendientes y heridas por cerrar que, a través de la palabra, por fin pueden cicatrizar. Porque a los 40 necesitas estar en paz y aceptar cuál es tu lugar en el mundo.
Utilizar la ironía y el humor es un acertado método para liberar el peso que llevas dentro, el que no te permite respirar. Dejar de juzgar y olvidar a los que te juzgan porque, al final, la vida te lleva por unos lugares que nunca pensaste en recorrer pero que ya has asumido.
David Trueba presenta una road movie a la española que, a pesar de su perfil pequeño e íntimo, comparte temas universales que unen a una generación que no quiere dejar de ser joven pero que, a la vez, necesita recuperar momentos para sentirse viva.
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Más de 20 años han pasado desde el estreno de "La buena vida", película de David Trueba que nos presentó dos jóvenes artistas desconocidos: Lucía Jiménez y Fernando Ramallo. Con el recuerdo de esa película de culto, ahora todos ellos se vuelven a juntar en "Casi 40", una estupenda película generacional llena de encanto.
Hay títulos que de alguna u otra forma, te tocan el corazón. Ahora que he superado los 40 años, asistir a una historia tan pequeña como auténtica, que expone asuntos tan cercanos a uno, es un regalo que disfrutas sin detenerte en analizar detalles técnicos.
David Trueba tiene un don con la escritura. Es capaz de plasmar en una hoja en blanco todo aquéllo que necesita compartir y que puede representar a tantas otras personas. En este caso, cuando llegas a esta icónica edad, es fácil pararse y echar la vista atrás. Muchas veces esa mirada esconde el fracaso, expectativas incumplidas y sueños frustrados pero a la vez refleja una madurez forjada con todas esas derrotas.
Los personajes, que interpretan con extrema naturalidad Fernando Ramallo y Lucía Jiménez, soportan una mochila cargada de recuerdos y conversaciones pendientes. Con la excusa de realizar una gira cutre en la que Lucía recupere sus canciones de éxito con el público, asistimos a un reencuentro donde el espectador se ve reflejado en los diálogos más y menos vanales.
Arropados por un precioso paisaje y una música melancólica, viajamos con esta pareja por un camino al pasado con el que no puedes evitar sentirte identificado. Cuentas pendientes y heridas por cerrar que, a través de la palabra, por fin pueden cicatrizar. Porque a los 40 necesitas estar en paz y aceptar cuál es tu lugar en el mundo.
Utilizar la ironía y el humor es un acertado método para liberar el peso que llevas dentro, el que no te permite respirar. Dejar de juzgar y olvidar a los que te juzgan porque, al final, la vida te lleva por unos lugares que nunca pensaste en recorrer pero que ya has asumido.
David Trueba presenta una road movie a la española que, a pesar de su perfil pequeño e íntimo, comparte temas universales que unen a una generación que no quiere dejar de ser joven pero que, a la vez, necesita recuperar momentos para sentirse viva.
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