Crítica: "Legado en los huesos", el caso de la leyenda de Tarttalo
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Por María Amorós
Este jueves se estrena la película "Legado en los huesos", la continuación de "El guardián invisible" (2017), dirigida por Fernando González Molina ("Tres metros sobre el cielo", "Palmeras en la nieve"). Las cintas forman parte de la trilogía de la escritora española Dolores Redondo, cuya historia final; "Ofrenda a la tormenta", que se rodó simultáneamente a la segunda, tiene previsto estrenarse el 3 de abril de 2020.
Marta Etura ("Celda 2011", "La sonata del silencio") vuelve a la gran pantalla poniéndose de nuevo en la piel de la Inspectora Amaia Salazar, pero esta vez con un nuevo caso. Ha pasado ya un año desde que fueron resueltos los crímenes que aterrorizaban a todo el pueblo de Elizondo. En el juicio de Jasón Medina, padrastro de Johana Márquez, acusado de violar, mutilar y asesinar a la joven imitando el modus operandi del basajaun, como se vio en la primera parte, la inspectora, ahora embarazada, es reclamada por la policía. Se ha hallado una nota suicida dirigida a la inspectora, una nota que contiene la palabra "Tarttalo".
A partir de ese momento comienza una ardua investigación que hace que la inspectora tenga que instalarse de nuevo en Elizondo, su pueblo natal. Y parece no haber pasado el tiempo en Elizondo, pues ambas películas suceden en las mismas localizaciones, con esa estética mística y oscura, propia de las leyendas que envuelven el Valle de Baztán.
Lo que parece una serie de crímenes sangrientos sin conexión alguna, va derivando en un asesino que sigue los pasos de un "tarttalo", un ser de la mitología local y vasca que cazaba pastores y doncellas. A medida que avanza la investigación, la inspectora Salazar ata los cabos que la conectaran muy de cerca con ese "tarttalo", mientras que va descubriendo la maternidad con su primer hijo.
"Legado en los huesos" se desarrolla en un ambiente en el que todos sus personajes guardan algún secreto. Como parte de una trilogía, comparte ciertos elementos con "El guardián invisible". Ambas cintas tienen ciertos matices familiares que las envuelven aun más en ese halo de misterio y que busca el reencuentro de la protagonista con sus fantasmas del pasado.
Actrices de renombre en el panorama cinematográfico español repiten en el reparto de esta segunda entrega, Elvira Mínguez como la hermana mayor, aunque esta vez pierde protagonismo; y Patricia López Arnaiz ("La peste", "Mientras dure la guerra") en el papel de Rosaura, la hermana pequeña de la inspectora, que realiza un trabajo excelente.
Sin olvidar la interpretación de Marta Etura, otro de los puntos fuertes de esta segunda entrega es el reparto que se ha sumado a la Trilogía del Baztán. El recién nominado al Goya Leonardo Sbaraglia interpretando al Juez Markina, Imanol Arias como el Padre Sarasola o Ana Wagener como Fina Hidalgo hacen un trabajo brillante junto con los actores Pedro Casablanc o Francesc Orella, que repiten en esta nueva historia.
En ese ambiente de misterio, con una fotografía oscura y fría, la película acaba con un sabor agridulce, porque aunque el caso del "tarttalo" termina, deja la puerta abierta hacia la última cinta de esta trilogía.
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Este jueves se estrena la película "Legado en los huesos", la continuación de "El guardián invisible" (2017), dirigida por Fernando González Molina ("Tres metros sobre el cielo", "Palmeras en la nieve"). Las cintas forman parte de la trilogía de la escritora española Dolores Redondo, cuya historia final; "Ofrenda a la tormenta", que se rodó simultáneamente a la segunda, tiene previsto estrenarse el 3 de abril de 2020.
Marta Etura ("Celda 2011", "La sonata del silencio") vuelve a la gran pantalla poniéndose de nuevo en la piel de la Inspectora Amaia Salazar, pero esta vez con un nuevo caso. Ha pasado ya un año desde que fueron resueltos los crímenes que aterrorizaban a todo el pueblo de Elizondo. En el juicio de Jasón Medina, padrastro de Johana Márquez, acusado de violar, mutilar y asesinar a la joven imitando el modus operandi del basajaun, como se vio en la primera parte, la inspectora, ahora embarazada, es reclamada por la policía. Se ha hallado una nota suicida dirigida a la inspectora, una nota que contiene la palabra "Tarttalo".
A partir de ese momento comienza una ardua investigación que hace que la inspectora tenga que instalarse de nuevo en Elizondo, su pueblo natal. Y parece no haber pasado el tiempo en Elizondo, pues ambas películas suceden en las mismas localizaciones, con esa estética mística y oscura, propia de las leyendas que envuelven el Valle de Baztán.
Lo que parece una serie de crímenes sangrientos sin conexión alguna, va derivando en un asesino que sigue los pasos de un "tarttalo", un ser de la mitología local y vasca que cazaba pastores y doncellas. A medida que avanza la investigación, la inspectora Salazar ata los cabos que la conectaran muy de cerca con ese "tarttalo", mientras que va descubriendo la maternidad con su primer hijo.
"Legado en los huesos" se desarrolla en un ambiente en el que todos sus personajes guardan algún secreto. Como parte de una trilogía, comparte ciertos elementos con "El guardián invisible". Ambas cintas tienen ciertos matices familiares que las envuelven aun más en ese halo de misterio y que busca el reencuentro de la protagonista con sus fantasmas del pasado.
Actrices de renombre en el panorama cinematográfico español repiten en el reparto de esta segunda entrega, Elvira Mínguez como la hermana mayor, aunque esta vez pierde protagonismo; y Patricia López Arnaiz ("La peste", "Mientras dure la guerra") en el papel de Rosaura, la hermana pequeña de la inspectora, que realiza un trabajo excelente.
Sin olvidar la interpretación de Marta Etura, otro de los puntos fuertes de esta segunda entrega es el reparto que se ha sumado a la Trilogía del Baztán. El recién nominado al Goya Leonardo Sbaraglia interpretando al Juez Markina, Imanol Arias como el Padre Sarasola o Ana Wagener como Fina Hidalgo hacen un trabajo brillante junto con los actores Pedro Casablanc o Francesc Orella, que repiten en esta nueva historia.
En ese ambiente de misterio, con una fotografía oscura y fría, la película acaba con un sabor agridulce, porque aunque el caso del "tarttalo" termina, deja la puerta abierta hacia la última cinta de esta trilogía.
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