Crítica / Cinélatino: "La chica nueva", ¿individualidad o colectividad?

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"La chica nueva"
"La chica nueva"
Por Lucía Martín Muñoz     

La producción argentina "La chica nueva" (2021), un film dirigido por Micaela Gonzalo presentado en la competencia del certamen de Toulouse, Cinélatino, consigue traspasar la pantalla a través de una maravillosa crítica a un capitalismo que corroe a todo el mundo independientemente de su clase social, ¿individualismo o colectividad?.

El título narra la historia de Jimena, una joven que se encuentra viviendo en la calle tras el fallecimiento de su madre y que decide ir a visitar a Mariano, su "hermano". Allí, en Río Grande, consigue un puesto de trabajo en una fábrica de móviles que exige cada vez más a unos trabajadores cansados, que llevan meses explotados y con un salario mínimo.

El tema de la cinta es el dinero, este mueve a todos los personajes, que, en un principio, discrepan sobre lo que es correcto, pero que al final, acaban confluyendo. En el caso de Jimena, el no tener trabajo le provocó estar viviendo en la calle frente a las inclemencias del tiempo, convirtiéndose en una persona que luchaba por sobrevivir. Por su parte, a Mariano, el dinero le había vuelto una persona avariciosa. A pesar de tener todo aquello que necesitaba, su deseo por abrir su propio negocio, le llevó a robar a la fábrica e incluso poner en peligro a su hermana para conseguirlo. Aunque bien es cierto que ambos son los personajes principales, hay un tercero que cobra vida propia por la gente que lo integra, la fábrica. Esta juega el papel de la sociedad, de la clase obrera que trabaja todos los días explotada por un jefe al que también le han enseñado a amar al dinero y nada más.

Se presentan dos lados opuestos: Mariano, un hombre que lo tiene todo y que quiere más, y Jimena, que no tiene nada y entiende el dinero como un arma para sobrevivir. Todo ello en un contexto laboral de una fábrica donde los trabajadores, tras meditarlo mucho, deciden ir a una huelga para recuperar los derechos que le fueron arrebatados. Estamos ante personas con miedo, porque de la continuidad de ese puesto de trabajo dependen sus familias, pero que luchan como colectivo y no como individuos. Este es el conflicto de los protagonistas, buscar su propio beneficio en un sistema corroído o un beneficio colectivo, sumándose a los demás para protestar contra las injusticias.

La forma en la que trata el tema es muy sutil, y, de hecho, va in crescendo de manera progresiva, pero sin llegar a ser explicativo. Los diálogos están excelentemente trabajados, aunque las acciones hablan por sí solas. La fotografía está muy cuidada, y ofrece un look frío muy cercano a la temperatura del lugar, y a la propia frialdad que tiene el dinero, inerte y frío, pero del que depende tu propia supervivencia.

Los personajes secundarios ayudan al desarrollo de la trama, pero influyen mucho en los protagonistas. El arco de transformación de estos explota en un final muy emotivo en el que todos, incluso Mariano, se encuentran frente a la fábrica plantando cara a un sistema que les hace vivir para producir.

"La chica nueva" es un film que hace reflexionar a un espectador sobre esta realidad en la que nos hemos acostumbrados a vivir, sin preguntar por qué debemos aceptar que trozos de papel muevan el mundo.

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