Crítica / Festival de Moscú: "El vientre del mar", poesía en imágenes

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"El vientre del mar"
"El vientre del mar"
Por Lucía Martín Muñoz    

Hasta la 43 edición del Festival de Cine de Moscú ha llegado la historia real del naufragio de un barco en las costas de Senegal, a la que el escritor italiano Alessandro Baricco decidió dedicar un capítulo de la obra "Oceano Mare", la cual Théodore Gericault inmortalizaba con óleo en "La balsa de la Medusa" (visible en el Louvre), y que el español Agustí Villaronga decidía llevar a la gran pantalla, bajo el título "El vientre del mar" (2021). Hay delicadeza para narrar un hecho de hace más de dos siglos, que nos lleva inminentemente a pensar en la crueldad humana a la que miramos de reojo en aguas del Mediterráneo.

"El vientre del mar" está inspirada en la historia real del naufragio de un buque del siglo XIX, que después de días encallado en la arena de la costa de Senegal y ante la imposibilidad de ser liberado, tiene que ser abandonado. Al no haber botes disponibles para toda la tripulación, deciden construir un balsa muy precaria donde se suben 146 personas, mientras que el resto, en los botes disponibles, deben acompañar a la embarcación que amarran con cuerdas hasta la costa. Ante el pánico y la confusión, la soga se rompe o la cortan, por lo que las personas que de la embarcación se ven abandonados a su suerte.

El film narra este suceso a través de un montaje de 3 historias paralelas. Por una parte, reproducen las declaraciones en los tribunales de las dos únicas personas que lograron sobrevivir: un capitán egoísta, que representa lo peor del ser humano, y un joven que quiere contar la verdad, y hacer justicia. Por otra parte, se representa el hecho en sí, a través de lo que se vivió en la pequeña embarcación, el miedo, la angustia, el hambre y la desesperación. El tercer universo que se presenta, dibuja el nivel de locura que llegan a sentir los hombres que han tenido que vivir ese suceso, a través de un lugar simbólico y abstracto, que bien puede comprenderse como el subconsciente.

El tema de la obra es la crueldad, esa que lleva a los botes a dejar a la deriva a casi 150 personas, y que también está representada a través del capitán, al que no me importa dejar morir a la tripulación, con tal de salvarse y  poder subsistir con las pocas provisiones que quedan.

El largometraje se convierte en el pretexto perfecto para hacer una crítica a la situación actual que se vive en el Mediterráneo, donde se alega al apellido "ilegal" para deshumanizar a seres humanos y esquivar la responsabilidad que tenemos como tales, de salvar vidas que valen tanto como las nuestras. Esto no solo lo consigue con la elección de este suceso para ser narrado, sino porque en ocasiones, con las frases recitadas de Alessandro Baricco de fondo, introducen imágenes y vídeos de gente migrante en el mar. Del caos y la desesperación que se vive sin tierra de por medio y sin nadie a la que parezca importarle el desenlace final.

La fotografía en blanco y negro es realmente llamativa, no solo sirve para ser más coherente con el contexto en el que sucede la historia, sino que suma más oscuridad a una situación extremadamente compleja y cruda, sobre una realidad que algunas personas creen que no les pertenece.

Las actuaciones de Roger Casamajor, Oscar Kapoya y Muminu Diayo son excepcionales, y consiguen poner la piel de gallina a quien sea que se encuentre tras la pantalla.

La decisión de romper la cuarta pared cuando relatan lo sucedido en los tribunales, convierte al espectador en un juez más, que no solo tiene acceso a estas declaraciones, sino a la visualización de los hechos que se narran, y a los que, por una vez, no se le permite apartar la mirada.

"El vientre del mar" traspasa la pantalla con un cargamento de sensibilidad y delicadeza para despertar a los aletargados.

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