Crítica: "La forma del bosque", los espíritus del mal moran entre árboles
- por © NOTICINE.com
Por Lidia Velázquez
La coproducción argentina, uruguaya y neozelandesa "La forma del bosque", de Gonzalo Mellid, sigue los estándares internacionales del género, con corrección pero sin demasiada originalidad. Cuenta la historia de Silvia (María Paz Arias Landa) y Andrés (Nicolás del Río), dos jóvenes hermanos que viven en una gran casa junto a su abuelo (Chucho Fernández) aislados del resto del mundo, rodeados de un gran bosque que evoca misterio y parece esconder secretos que el patriarca de la familia parece saber.
La historia está dividida por un prólogo y tres capítulos marcados por los dibujos de la pequeña Silvia que sirven, además, para dar pistas al espectador de lo que hay en el bosque y lo que acabará ocurriendo en la película. La primera parte es la presentación de personajes, del entorno, aparece un padre deprimido por la muerte de su hijo, que se adentra en la profundidad buscando respuestas; mientras, los niños encuentran el signo por excelencia de la mala fortuna: un animal herido, a punto de morir.
El capítulo dos es clave, el ambiente de terror e incertidumbre ya está ahí, el espectador sabe que lo maligno se acerca lentamente a los personajes, y es en esta parte donde el espíritu del bosque busca vengarse de los niños a través de las distintas personas que han muerto entre esos árboles.
El resto del metraje pone el colofón a la narrativa del largometraje, las interrogaciones llegan a las respuestas, dejando al espectador sorprendido con el cierre de la historia.
El director del film, Gonzalo Mellid, nos deja claras referencias al cine de terror de Ari Aster, quien usa también imágenes recurrentes de dibujos que vaticinan el horror que vivirán los protagonistas de la historia, además de la creación de espíritus conectados de alguna forma con la naturaleza, como también vemos en "La forma del bosque".
Sin embargo, pese a que la influencia es clara, Mellid ha conseguido crear un estilo individual, en el que el miedo y el misterio no solo vienen de las apariciones, sino también de la música o los gestos antinaturales y monstruosos de los personajes.
Es imprescindible destacar también la narración de las leyendas e historias por parte de Chucho Fernández, quien, además de ser protagonista, se encarga de comunicar a sus nietos – y a los espectadores – las normas y castigos que tiene el propio bosque, aclarándonos lo que finalmente pasa en la película.
Lo más interesante es ver cómo "La forma del bosque" nos presenta al principio una infinidad de posibilidades, en las que no sabemos apenas nada de los personajes, y nos encontramos en una atmósfera de duda y misterio que poco a poco va desapareciendo, según los personajes van descubriendo, a la vez que nosotros, lo que ocurre entre esos árboles.
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La coproducción argentina, uruguaya y neozelandesa "La forma del bosque", de Gonzalo Mellid, sigue los estándares internacionales del género, con corrección pero sin demasiada originalidad. Cuenta la historia de Silvia (María Paz Arias Landa) y Andrés (Nicolás del Río), dos jóvenes hermanos que viven en una gran casa junto a su abuelo (Chucho Fernández) aislados del resto del mundo, rodeados de un gran bosque que evoca misterio y parece esconder secretos que el patriarca de la familia parece saber.
La historia está dividida por un prólogo y tres capítulos marcados por los dibujos de la pequeña Silvia que sirven, además, para dar pistas al espectador de lo que hay en el bosque y lo que acabará ocurriendo en la película. La primera parte es la presentación de personajes, del entorno, aparece un padre deprimido por la muerte de su hijo, que se adentra en la profundidad buscando respuestas; mientras, los niños encuentran el signo por excelencia de la mala fortuna: un animal herido, a punto de morir.
El capítulo dos es clave, el ambiente de terror e incertidumbre ya está ahí, el espectador sabe que lo maligno se acerca lentamente a los personajes, y es en esta parte donde el espíritu del bosque busca vengarse de los niños a través de las distintas personas que han muerto entre esos árboles.
El resto del metraje pone el colofón a la narrativa del largometraje, las interrogaciones llegan a las respuestas, dejando al espectador sorprendido con el cierre de la historia.
El director del film, Gonzalo Mellid, nos deja claras referencias al cine de terror de Ari Aster, quien usa también imágenes recurrentes de dibujos que vaticinan el horror que vivirán los protagonistas de la historia, además de la creación de espíritus conectados de alguna forma con la naturaleza, como también vemos en "La forma del bosque".
Sin embargo, pese a que la influencia es clara, Mellid ha conseguido crear un estilo individual, en el que el miedo y el misterio no solo vienen de las apariciones, sino también de la música o los gestos antinaturales y monstruosos de los personajes.
Es imprescindible destacar también la narración de las leyendas e historias por parte de Chucho Fernández, quien, además de ser protagonista, se encarga de comunicar a sus nietos – y a los espectadores – las normas y castigos que tiene el propio bosque, aclarándonos lo que finalmente pasa en la película.
Lo más interesante es ver cómo "La forma del bosque" nos presenta al principio una infinidad de posibilidades, en las que no sabemos apenas nada de los personajes, y nos encontramos en una atmósfera de duda y misterio que poco a poco va desapareciendo, según los personajes van descubriendo, a la vez que nosotros, lo que ocurre entre esos árboles.
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