Crítica Netflix: "Fanático", Lorenzo Ferro y el lado B del trap

por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
"Fanático"
"Fanático"
Por Juan Pablo Russo     
 
Creada por Dani del Águila, Federico Maniá y Yago de Torres, cuyos cinco episodios de entre 15 y 20 están dirigidos por Roger Gual ("7 años"), la serie argentina de Netflix “Fanático” (2022) es un ácido y mordaz retrato sobre el lado b de la fama ambientado en el mundo del trap.

La nueva serie de la plataforma, que por su duración bien podría haber sido una película, son cinco episodios de menos de 20 minutos cada uno, retrata el derrotero de un fan que termina convirtiéndose en la figura que idolatra.

Fanático, ambientada en el mundo del trap, cuenta la historia de Lázaro, un veinteañero argentino, residente en España, repartidor en una aplicación de delivery, que ante la muerte de su ídolo musical, Salvador, aunque se hace llamar Quimera, ve que por su parecido puede convertirse en él. No usurpando su identidad sino tomando ese lugar que dejó vacante como Quimera. La muerte del ídolo es una oportunidad para suplantarlo y lograr todo lo que siempre deseó: fama, dinero, lujos, reconocimiento… Lázaro se transforma en Quimera, pero el ascenso al estrellato no es como parecía desde la opacidad de su mediocre existencia.

Lorenzo Ferro ("El Ángel", "El marginal") compone las dos caras de Quimera. Por un lado, se pone en la piel de Salvador, el joven trapero de 24 años que se provoca la muerte en medio de un show a causa de una sobredosis sin que nadie mueva un dedo para impedirlo. Mientras que por el otro interpreta a Lázaro, el joven delivery que ve en la muerte del ídolo una oportunidad para ocupar un lugar dentro de la música y escapar de una vida miserable.

Uno de los grandes hallazgos de este drama musical juvenil con trasfondo adulto es el de evitar colocar a Lázaro como un personaje inocente, que cae bajo las garras de un grupo de depredadores que buscan explotarlo. Él sabe bien donde se mete y cómo reaccionar frente a las diferentes complejidades que aparecen en su escalada a la gloria. La batalla moral y cerebral es el hilo conductor que mueve a Lázaro. Junto a Ferro aparecen nombres de figuras vinculadas al mundo musical como Carlota Urdiales o Dollar Selmouni que le aportan credibilidad a la realidad que busca reflejar.

Otra característica que enaltece a "Fanático" es el muy buen desarrollo de los personajes, donde el guion se toma su tiempo para perfilarlos psicológicamente y brindarles una amplia gama de matices. Nadie hace lo que hace porque sí. Todo está justificado dentro de un contexto social y económico atravezado por un amplio arco que incluye diferentes sectores. No es una cuestión de clases sino ideológica.

"Fanático", con su puesta en escena estilizada plagada de canciones pegadizas, que dicen mucho más de lo que el gran público está dispuesto a escuchar, y luces de neón, que solo iluminan una fake cotidianidad virtual, no hace más que exponer el síndrome intrínseco del éxito a través de una irreverente radiografía de una realidad que nada tiene que ver con aquella ficción que muestran las redes sociales.

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