Crítica Netflix: "El último vagón", Ernesto Contreras tras los rieles de la educación

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"El último vagón"
"El último vagón"
Por Juan Pablo Russo       

"El último vagón" (2023), dirigida por el mexicano Ernesto Contreras y basada en la novela homónima de la española Ángeles Doñante, rinde homenaje a los profesores comprometidos y apasionados por la enseñanza. El film, protagonizada por Adriana Barraza y Guillermo Villegas, sigue la historia de don Ernesto y sus alumnos en la escuela vagón Malinalli Teneplat, quienes experimentarán cambios significativos en sus vidas durante el curso escolar.

Ikal es el protagonista de esta historia, un joven cuyo padre se desempeña en la construcción y reparación de vías de tren. Esta ocupación ha llevado a la familia a mudarse constantemente a lo largo de México. Ikal se siente aislado y frustrado por esta forma de vida, anhelando desesperadamente tener amigos. Finalmente, su deseo se hace realidad cuando llegan a una remota región de México.

En su última mudanza, Ikal logra establecer amistad con otros niños de su edad, así como con Georgina (Barraza), la maestra de su escuela. Las clases tienen lugar en un vagón de tren abandonado. Sin embargo, en medio de esta trama, surge Hugo Valenzuela como el antagonista de la historia. Él es un trabajador de la Secretaría de Educación y se dedica a cerrar las instituciones educativas rurales, justificando sus acciones en nombre del bien común.

"El último vagón", al igual que la icónica película "La sociedad de los poetas muertos / Dead Poets Society" (1989), explora la pedagogía y los desafíos a los que se enfrenta el cuerpo docente, a menudo subestimado debido a las deficiencias del sistema educativo. Sin embargo, más allá de su enfoque en la educación, transmite un mensaje político implícito que trasciende las fronteras latinoamericanas: la falta de inversión en el sistema educativo.

Contreras no teme adentrarse en los diversos recursos del melodrama con el objetivo constante de evocar emociones intensas, recurrir a golpes bajos y provocar lágrimas fácilmente a través de elementos como la música y primeros planos centrados en los niños y las niñas. Sin embargo, más allá de esta elección ideológica, la película se sostiene con un guion sólido y logra ejecutar de manera efectiva el viaje iniciático de estos jóvenes.

A través de una estética cuidadosamente elaborada y una meticulosa atención a los detalles, la película logra cautivar visualmente al proporcionar una experiencia cinematográfica envolvente. A pesar de recurrir a algunos clichés, la historia se desarrolla con su propio estilo y se esfuerza por ofrecer una narrativa bien construida, transmitiendo un mensaje sociocultural y político relevante sobre la importancia de la educación para generar igualdad de oportunidades y valorar el trabajo docente.

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