Crítica Venecia: "Los océanos son los verdaderos continentes", historia cubana de ida y vuelta

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"Los océanos son los verdaderos continentes"
"Los océanos son los verdaderos continentes"
Por Vittoria Scarpa-Cineuropa  

La opera prima del italiano Tommaso Santambrogio, coproducida por Cuba y rodada en el país caribeño, que inauguró la competición de la sección Giornate degli Autori de la Mostra veneciana, es una poética reflexión sobre el tema de la separación.

Hay ciertas imágenes a las que estuvimos expuestos cuando éramos niños y que quedan grabadas en nuestra memoria para siempre. En ocasiones, una de estas imágenes da lugar a una película. Este fue el caso de Tommaso Santambrogio, que presenció un desgarrador abrazo entre un padre y su hija cuando él tenía ocho años, en un aeropuerto de Cuba (la joven probablemente tomaba un vuelo de ida), que inspiró su precioso primer largometraje, "Los océanos son los verdaderos continentes", estrenado en la Mostra de Cine de Venecia.

Versión extendida larga del cortometraje homónimo, premiado en la Semana Internacional de la Crítica de Venecia en 2019 y posteriormente proyectado en diversos festivales internacionales, esta película del prometedor director de 31 años, que ha vivido en Italia y Cuba, y cuenta con importantes colaboraciones con autores como Lav Diaz y Werner Herzog, es una reflexión poética sobre el tema de la separación. Sus elegantes imágenes en blanco y negro forman el telón de fondo de tres historias que se relacionan, de una forma u otra, con un flagelo de la sociedad cubana moderna: la crisis migratoria.



Sólo en los últimos 18 meses, casi el 8 por ciento de los cubanos han abandonado su isla en busca de una vida mejor. Y eso es precisamente lo que la hábil titiritera Edith (Edith Ybarra Clara) se prepara para hacer en la película. Ella y su compañero Alex (Alexander Diego) son ambos actores de teatro de treinta años muy seguidos por los habitantes de San Antonio De Los Baños (de hecho, la película comienza con una de sus actuaciones). Edith está esperando los documentos antes de partir hacia Europa, pero Alex está decidido a quedarse. Mientras tanto, los pequeños Franck (Frank Ernesto Lam) y Alain (Alain Alfonso González), a quienes en el colegio les están inculcando la idea de que "la libertad es la esencia de la vida", sueñan con emigrar a Estados Unidos y convertirse en estrellas del béisbol. Por su parte, la anciana Milagros (Milagros Llanes Martínez) representa la memoria histórica de la región: desempolva fotos antiguas, escucha música tradicional y relee viejas cartas de su marido enviadas desde Angola, donde los cubanos lucharon contra los surafricanos, invasión apoyada por Estados Unidos. Su marido nunca regresó de África, pero Milagros todavía va a la estación todos los días, como si esperara verlo bajarse de un tren.

Durante las dos horas de duración de la película, Santambrogio sigue a sus personajes (todos actores locales) en las interacciones y actos cotidianos de su vida cotidiana, a menudo utilizando planos generales y una cámara estática, y componiendo sofisticados cuadros llenos de nostalgia, en un fondo negro y blanco que va directo al corazón de las cosas. Las emociones aumentan lenta pero firmemente, y un espectáculo de marionetas que también habla de seres queridos lejanos (un padre que se aleja de su hijo) lleva la película a un clímax lírico, revelando la sensibilidad de este nuevo director cuyo futuro trabajo esperamos seguir.

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