Crítica: "Palacio estilistas", peluqueras al borde de un ataque de nervios
- por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
Por Emiliano Basile
En su primer largometraje, el español Moisés Martín, de trayectoria como guionista en cine, teatro y televisión, filma en "Palacio estilistas" una comedia de enredos de estilo histriónico que tiene su punto fuerte en la decorativa dirección de arte.
Las revistas del corazón son el punto de partida de esta historia. Así lo exponen los títulos de crédito que presentan al reparto sobre las páginas de una revista, de esas que uno lee mientras espera su turno para cortarse el pelo. Una historia de amores que se disputan en el medio de la peluquería de Juana Palacio (Goya Toledo), llamada Palacio estilistas.
Mirian (Sabrina Martin) está por casarse con Lucas (Alex Perel) mientras que Juana (Toledo) y Alba (Julia Fernandez) tratan de evitarlo con la ayuda de su clienta y médium ocasional Pepa (Lolita Flores). Sucede que el padre de la novia (Juanma Lara) es un corrupto empresario que buscará mediante el matrimonio deslindar sus responsables en su futuro yerno. Impedir la boda, sea como sea, será la misión de las peluqueras.
El estilo buscado por el realizador implica construir un tono extremo, muy difícil de lograr por cierto. Almodóvar lo hizo en "Mujeres al borde de un ataque de nervios" (1987) y el francés Francois Ozon en "Mi crimen / Ese crimen es mío / Mom Crime" (2023). Una suerte de comedia de vodevil que lleva al límite las actuaciones y la propuesta para generar la gracia buscada. Y por más que la película cuenta con un elenco dispuesto a construir estereotipos desmedidos, ese tono hilarante no siempre se logra.
Mención aparte requiere la dirección artística a cargo de Javier Tapia ("Magical Girl") que, con una brillante paleta de colores, "pinta" las escenas de un colorido festival kitsch, en línea con los secretos de alcoba susurrados en salones de belleza como en este caso. Escenografías, vestuarios y peinados irradian tonos turquesas, fucsias, rosas, verdes y rojos, para edulcorar la trama visualmente.
Más allá de este despliegue escenifico y los giros de su argumento (la coincidencia abusiva del melodrama), la producción no puede disimular sus altibajos. Como decíamos, se trata de un género que requiere que todas las piezas encajen en un equilibrio perfecto para funcionar adecuadamente, algo que no sucede la mayoría de las veces y "Palacio estilistas" (2023) no es la excepción.
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En su primer largometraje, el español Moisés Martín, de trayectoria como guionista en cine, teatro y televisión, filma en "Palacio estilistas" una comedia de enredos de estilo histriónico que tiene su punto fuerte en la decorativa dirección de arte.
Las revistas del corazón son el punto de partida de esta historia. Así lo exponen los títulos de crédito que presentan al reparto sobre las páginas de una revista, de esas que uno lee mientras espera su turno para cortarse el pelo. Una historia de amores que se disputan en el medio de la peluquería de Juana Palacio (Goya Toledo), llamada Palacio estilistas.
Mirian (Sabrina Martin) está por casarse con Lucas (Alex Perel) mientras que Juana (Toledo) y Alba (Julia Fernandez) tratan de evitarlo con la ayuda de su clienta y médium ocasional Pepa (Lolita Flores). Sucede que el padre de la novia (Juanma Lara) es un corrupto empresario que buscará mediante el matrimonio deslindar sus responsables en su futuro yerno. Impedir la boda, sea como sea, será la misión de las peluqueras.
El estilo buscado por el realizador implica construir un tono extremo, muy difícil de lograr por cierto. Almodóvar lo hizo en "Mujeres al borde de un ataque de nervios" (1987) y el francés Francois Ozon en "Mi crimen / Ese crimen es mío / Mom Crime" (2023). Una suerte de comedia de vodevil que lleva al límite las actuaciones y la propuesta para generar la gracia buscada. Y por más que la película cuenta con un elenco dispuesto a construir estereotipos desmedidos, ese tono hilarante no siempre se logra.
Mención aparte requiere la dirección artística a cargo de Javier Tapia ("Magical Girl") que, con una brillante paleta de colores, "pinta" las escenas de un colorido festival kitsch, en línea con los secretos de alcoba susurrados en salones de belleza como en este caso. Escenografías, vestuarios y peinados irradian tonos turquesas, fucsias, rosas, verdes y rojos, para edulcorar la trama visualmente.
Más allá de este despliegue escenifico y los giros de su argumento (la coincidencia abusiva del melodrama), la producción no puede disimular sus altibajos. Como decíamos, se trata de un género que requiere que todas las piezas encajen en un equilibrio perfecto para funcionar adecuadamente, algo que no sucede la mayoría de las veces y "Palacio estilistas" (2023) no es la excepción.
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