Crítica Berlinale: "Pepe", una buena historia desperdiciada
- por © NOTICINE.com
Por Jon Apaolaza
El hito histórico de la primera participación dominicana en la competencia de la Berlinale (aunque "Pepe" tenga más nacionalidades en su producción que la Legión Extranjera), se ha desperdiciado por la aburrida vacuidad de esta película, basada en un hecho real sumamente sugerente, que Nelson Carlo de los Santos Arias convierte en un soporífero ejercicio de ombliguismo autoral.
Pepe es un hipopótamo, el protagonista y narrador de su propia experiencia vital, que empieza en Africa y acaba letalmente en un río colombiano. De cómo este paquidermo pasa de una vida plácida a ser trofeo vivo del zoológico de Pablo Escobar, y como su suerte estuvo ligada a la del propio líder del cartel de Medellín, impone el primer ingrediente surrealista de "Pepe", que De los Santos multiplica a lo largo de dos horas de metraje con elementos de su propia cosecha.
Si Disney popularizó con sus dibujos animados a los animales parlantes, el dominicano actualiza y renueva la licencia. Su hipopótamo es un monologuista políglota, que, entre gruñidos varios, filosofa sobre altos conceptos de la existencia, mientras la película -que en algún momento pudo ser una sátira si se le hubiera dado otro guión y otro ritmo- deriva en todas direcciones.
De los Santos mezcla formatos y texturas de imagen, igual que lenguas. Aprovecha cualquier referencia sobre el hipopótamo para insertarla, incluidos clips de las caricaturas de "Pepepótamo", aplicando cuanta dificultad se le ocurre para evitar una narración lineal, descriptiva y coherente. Asistimos a una especie de búsqueda en Google de la referencia "hipopótamo", de la que se nos ofrecen múltiples resultados.
Seguramente hay buenas intenciones en "Pepe", pero como en muchos representantes del llamado "cine de autor" dejar la impronta de su presencia, de su firma personal, prima en la realización del dominicano. La historia del paquidermo acaba siendo una excusa anecdótica para experimentaciones estéticas y narrativas que nada aportan a un hecho inspirador de por sí muy poderoso. Por el camino, Nelson Carlo de los Santos Arias ha perdido a la mayoría de sus espectadores.
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El hito histórico de la primera participación dominicana en la competencia de la Berlinale (aunque "Pepe" tenga más nacionalidades en su producción que la Legión Extranjera), se ha desperdiciado por la aburrida vacuidad de esta película, basada en un hecho real sumamente sugerente, que Nelson Carlo de los Santos Arias convierte en un soporífero ejercicio de ombliguismo autoral.
Pepe es un hipopótamo, el protagonista y narrador de su propia experiencia vital, que empieza en Africa y acaba letalmente en un río colombiano. De cómo este paquidermo pasa de una vida plácida a ser trofeo vivo del zoológico de Pablo Escobar, y como su suerte estuvo ligada a la del propio líder del cartel de Medellín, impone el primer ingrediente surrealista de "Pepe", que De los Santos multiplica a lo largo de dos horas de metraje con elementos de su propia cosecha.
Si Disney popularizó con sus dibujos animados a los animales parlantes, el dominicano actualiza y renueva la licencia. Su hipopótamo es un monologuista políglota, que, entre gruñidos varios, filosofa sobre altos conceptos de la existencia, mientras la película -que en algún momento pudo ser una sátira si se le hubiera dado otro guión y otro ritmo- deriva en todas direcciones.
De los Santos mezcla formatos y texturas de imagen, igual que lenguas. Aprovecha cualquier referencia sobre el hipopótamo para insertarla, incluidos clips de las caricaturas de "Pepepótamo", aplicando cuanta dificultad se le ocurre para evitar una narración lineal, descriptiva y coherente. Asistimos a una especie de búsqueda en Google de la referencia "hipopótamo", de la que se nos ofrecen múltiples resultados.
Seguramente hay buenas intenciones en "Pepe", pero como en muchos representantes del llamado "cine de autor" dejar la impronta de su presencia, de su firma personal, prima en la realización del dominicano. La historia del paquidermo acaba siendo una excusa anecdótica para experimentaciones estéticas y narrativas que nada aportan a un hecho inspirador de por sí muy poderoso. Por el camino, Nelson Carlo de los Santos Arias ha perdido a la mayoría de sus espectadores.
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