Crítica Venecia: "Ainda estou aqui", el potente regreso de Walter Salles

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"Ainda estou aqui"
"Ainda estou aqui"
Por Davide Abbatescianni-Cineuropa

Es un día perfecto y soleado, a la hora del atardecer. En una playa de arena, los niños juegan, mientras el mar está en calma, la música de bossa nova suena fuerte y una rica cena espera a todos. Los jóvenes parecen estar divirtiéndose, soñando con dejar este hermoso lugar en el que han vivido durante 20 años, aunque todavía están apegados a él. Este escenario aparentemente idílico abre el nuevo largometraje del brasileño Walter Salles, "Ainda estou aqui" (Todavía estoy aquí), que compite  por los Leones en la Mostra de Cine de Venecia de este año.

Nos encontramos en Río de Janeiro, entre 1970 y 1971. Mientras que la parte más rica y educada de la sociedad del país parece no tener de qué preocuparse mientras cuiden sus propios asuntos, existe una mayoría silenciosa que atraviesa dificultades. Sin embargo, los primeros, los pocos afortunados, están cayendo víctimas del endurecimiento del control de la dictadura militar. Todo es tan frágil, y las cosas podrían cambiar en cualquier momento, probablemente para peor.

Este es el trasfondo real de esta película, escrita por Murilo Hauser y Heitor Lorega, donde una tragedia familiar y el coraje de una mujer ocupan el centro del escenario. Un día, el excongresista e ingeniero civil Rubens Paiva (Selton Mello) recibe una visita repentina de unos hombres que lo obligan a salir de su casa e ir a un cuartel de la policía militar para responder "unas pocas preguntas". Rubens desaparece, y la policía militar luego arresta tanto a su esposa, Eunice (Fernanda Torres), como a su hija, Eliana. Eliana es enviada de vuelta a casa al día siguiente, y junto con sus cuatro hermanos y su empleada, espera noticias de sus padres. Después de bastante tiempo –y tras pasar por una dura tortura física y psicológica–, Eunice es liberada, pero esto es solo el comienzo de una espiral descendente y de una batalla legal que inevitablemente sacudirá a toda la familia.



Para esta película, Salles decide arriesgarse con Torres y su complejo retrato de Eunice. Es una elección muy acertada, ya que la actriz logra interpretarla a lo largo de 25 años con gran profundidad, ofreciendo una actuación altamente creíble, respaldada en última instancia por su madre en la vida real, Fernanda Montenegro, quien da vida al personaje en sus últimos años. Su fuerza de voluntad y sus cambios de humor, provocados por el estrés que experimenta y su nuevo rol como el sostén de la familia, son probablemente algunos de los rasgos clave de la personalidad del personaje. El guion, finamente ajustado, en el que los diálogos son secos y nunca sobre dramáticos, realza este aspecto.

A lo largo de la película, tenemos una idea de cómo era vivir bajo la dictadura, incluso en las pocas escenas que no están directamente relacionadas con la desaparición de Paiva; en una de ellas, por ejemplo, un alegre viaje en coche se convierte en una breve pesadilla una vez que el conductor y el pasajero son sometidos a un control simple que luego se intensifica.

Además, a pesar de estar ambientada a principios de la década de 1970, las dictaduras y los tiranos no son cosa del pasado, lo que hace que "Ainda estou aqui" sea una obra muy oportuna. Nos recuerda por qué la libertad nunca debe darse por sentada, y lo hace sin caer en trampas retóricas. Como nota al margen, hasta la fecha, los cinco oficiales de la policía militar acusados del asesinato de Paiva aún no han sido procesados.

La elección menos convincente es quizás la presencia de un "doble" final: el primero ambientado en 1996 y el segundo en 2014. Aunque ambas secuencias están bien realizadas y añaden algo significativo a la historia de los Paiva, la parte de 2014 se siente como una adición algo innecesaria, que podría haberse resumido de manera efectiva con un texto en pantalla.

Dicho esto, "Ainda estou aqui" es un sólido drama familiar que arroja luz sobre una página vergonzosa de la historia de Brasil. Su cuidadosa estética –cuyos puntos destacados son la magnífica cinematografía de Adrian Teijido y la acertada banda sonora de Warren Ellis– y su protagonista inquebrantable la convierten en una experiencia cinematográfica poderosa. Walter Salles, autor poco prolífico de cintas tan reconocidas como "Estació Central de Brasil" o "Diarios de motocicleta" debería aprovechar con más frecuencia su talento.

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