Crítica: "La virgen roja", el trágico arrebato de la pasión y el fanatismo
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Por Eduardo Larrocha
Una película sobre la posesión y el fanatismo es "La virgen roja", el quinto largometraje dirigido por Paula Ortiz, nominada al Goya 2011 como mejor director novel por "De tu ventana a la mía", su opera prima. Con guión de Clara Roquet y Eduard Solá, este drama, o quizás tragedia, aborda desde una perspectiva diferente la relación real de Aurora Rodríguez con su creación eugenésica que ya nos contó en clave de thriller judicial Fernando Fernán Gómez en "Mi hija Hildegart".
En las primeras décadas del siglo XX, Hildegart Rodríguez Carballeira, bien interpretada por Alba Planas, es concebida y educada desde la cuna para ser la supermujer del futuro, algo así como el femenino del superhombre de Nietzsche. Naywa Nimri hace un magnífico trabajo de interpretación -¿ya tenemos candidata al Goya como actriz protagonista 2025?- dando vida a Aurora la enloquecida y posesiva madre de quien llegará a ser su víctima. De hecho, a base de estudios y empeño, Hildegart se convirtió en la España de la República en una de las mentes más brillantes y uno de los referentes europeos sobre sexualidad femenina.
Después de licenciarse en Derecho, escribir varios ensayos y disponerse a estudiar medicina, a sus 18 años Hildegart comienza a experimentar la libertad y conoce el amor en la persona del joven Abel, (Patrick Criado), y con él un nuevo mundo de libertad incompatible con el proyecto de vida que había maquinado su madre. El final es conocido porque es una historia real por más inverosímil que parezca .Aurora teme perder el control sobre su hija y hace todo lo posible por impedir que Hildegart se aleje. Las dos mujeres se enfrentarán durante una noche de verano de 1933 poniendo fin al "Proyecto Hildegart".
El movimiento de cámara en "La virgen Roja" nos permite conocer el punto de vista de madre e hija, busca la intimidad de los personajes y las acerca al espectador en primeros planos.
Paula Ortiz se ha nutrido en sus guiones de poesía y literatura. Ahí está la obra de Carmen Martín Gaite, Lorca, Juan Mayorga o Ernest Hemingway. En su presentación en San Sebastián, Paula Ortiz explicaba que el hecho de que "La virgen roja" fuera una historia real supuso un reto. También considera la directora que es un privilegio poder caminar y reflejar la inquietud cultural, política y social de la Segunda República. A su paso por Madrid, después de mostrar fuera de concurso su película en el certamen donostiarra, he hablado con Paula Ortiz sobre "La virgen roja" y hemos convenido en que hay unas grietas filosófico-políticas en la historia de Hildegart: "las grandes ideologías y los grandes ideales e idealismos, por muy ilusionantes y por muy luminosos que sean, son peligrosos cuando se vuelven rígidos, cuando se vuelven una estructura férrea, dogmática, totalitaria que pasa por encima de la persona. Cuando una ideología se convierte en un experimento, en un proyecto, como decía Aurora, entonces toda idea, por muy luminosa que sea, es susceptible de volverse un acto cruento."
Ahí está lo que nos fascina de la historia de Aurora y Hildegart que por más incomprensible que resulte es una historia real contada ahora con una mirada intimista en "La virgen roja".
Una película sobre la posesión y el fanatismo es "La virgen roja", el quinto largometraje dirigido por Paula Ortiz, nominada al Goya 2011 como mejor director novel por "De tu ventana a la mía", su opera prima. Con guión de Clara Roquet y Eduard Solá, este drama, o quizás tragedia, aborda desde una perspectiva diferente la relación real de Aurora Rodríguez con su creación eugenésica que ya nos contó en clave de thriller judicial Fernando Fernán Gómez en "Mi hija Hildegart".
En las primeras décadas del siglo XX, Hildegart Rodríguez Carballeira, bien interpretada por Alba Planas, es concebida y educada desde la cuna para ser la supermujer del futuro, algo así como el femenino del superhombre de Nietzsche. Naywa Nimri hace un magnífico trabajo de interpretación -¿ya tenemos candidata al Goya como actriz protagonista 2025?- dando vida a Aurora la enloquecida y posesiva madre de quien llegará a ser su víctima. De hecho, a base de estudios y empeño, Hildegart se convirtió en la España de la República en una de las mentes más brillantes y uno de los referentes europeos sobre sexualidad femenina.
Después de licenciarse en Derecho, escribir varios ensayos y disponerse a estudiar medicina, a sus 18 años Hildegart comienza a experimentar la libertad y conoce el amor en la persona del joven Abel, (Patrick Criado), y con él un nuevo mundo de libertad incompatible con el proyecto de vida que había maquinado su madre. El final es conocido porque es una historia real por más inverosímil que parezca .Aurora teme perder el control sobre su hija y hace todo lo posible por impedir que Hildegart se aleje. Las dos mujeres se enfrentarán durante una noche de verano de 1933 poniendo fin al "Proyecto Hildegart".
El movimiento de cámara en "La virgen Roja" nos permite conocer el punto de vista de madre e hija, busca la intimidad de los personajes y las acerca al espectador en primeros planos.
Paula Ortiz se ha nutrido en sus guiones de poesía y literatura. Ahí está la obra de Carmen Martín Gaite, Lorca, Juan Mayorga o Ernest Hemingway. En su presentación en San Sebastián, Paula Ortiz explicaba que el hecho de que "La virgen roja" fuera una historia real supuso un reto. También considera la directora que es un privilegio poder caminar y reflejar la inquietud cultural, política y social de la Segunda República. A su paso por Madrid, después de mostrar fuera de concurso su película en el certamen donostiarra, he hablado con Paula Ortiz sobre "La virgen roja" y hemos convenido en que hay unas grietas filosófico-políticas en la historia de Hildegart: "las grandes ideologías y los grandes ideales e idealismos, por muy ilusionantes y por muy luminosos que sean, son peligrosos cuando se vuelven rígidos, cuando se vuelven una estructura férrea, dogmática, totalitaria que pasa por encima de la persona. Cuando una ideología se convierte en un experimento, en un proyecto, como decía Aurora, entonces toda idea, por muy luminosa que sea, es susceptible de volverse un acto cruento."
Ahí está lo que nos fascina de la historia de Aurora y Hildegart que por más incomprensible que resulte es una historia real contada ahora con una mirada intimista en "La virgen roja".