Crítica: "Daniela Forever", un viaje onírico a través del duelo

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"Daniela Forever"
"Daniela Forever"
Por Celia Santos    

Con "Daniela Forever", Nacho Vigalondo regresa a la dirección de largometrajes a lo grande. En esta película recupera la parte fantástica ya presente en otras de sus cintas, como en "Colossal / Ella es un monstruo" (2016), aunque en este caso se hace de una forma más delicada, ya que los monstruos gigantes son sustituidos por viajes entre lo onírico y lo real, acompañados de diferentes pantallas, colores y formas.

La película nos sumerge en la historia de Nicolas (Henry Golding), un británico que reside en Madrid, y Daniela (Beatrice Grannò), una joven ilustradora, quienes se conocen en una fiesta y pronto comienzan una relación. No obstante, la vida de Nicolas se desmorona cuando Daniela fallece en un accidente. En este punto, la cinta podría limitarse a mostrar cómo el protagonista afronta el duelo de una manera "habitual", algo que sí que hace al principio cuando Nicolas está sumido en una profunda depresión, que se intuye a través del desorden en su casa. Sin embargo, esto cambia rápidamente cuando una amiga (Nathalie Poza) le propone participar en un ensayo clínico que le permitirá controlar sus sueños. Con este punto de partida, Vigalondo logra construir una exploración del duelo desde una perspectiva distinta e innovadora, así como conectar con el público a través de una profunda sensibilidad. Nicolas acepta formar parte del experimento clínico convencido de que le ayudará a recuperarse y a superar el duelo. El objetivo del ensayo es crear recuerdos y momentos bonitos a través de los sueños, pero Nicolas se salta todas las indicaciones y sueña con Daniela cada noche para reanudar su relación, más idílica que nunca. Poco a poco, los sueños parecen cada vez más reales, hasta que llega un punto en el que no consigue discernir entre lo que es real y lo que no, algo que explotará al final de la cinta.



Aunque al principio puede parecer algo complejo el hecho de viajar entre el mundo de los sueños y la realidad, estos viajes se ejecutan de manera clara a través del uso de encuadres diferentes. Una vez Nicolas pasa a formar parte del ensayo clínico, la realidad se presenta a través de una pantalla con formato 4:3, con un efecto similar al VHS y con colores más apagados. Por el contrario, los sueños del protagonista aparecen nítidamente a través de imágenes que llenan toda la pantalla. De esta forma, Vigalondo introduce una estrategia que permite al espectador comprender a la perfección y en todo momento si se trata de los sueños o de la realidad.

Esto también permite presentar, aunque de manera indirecta, lo que ocurre en la mente de Nicolas: la realidad está descolorida y quiere escapar de ella, mientras que los sueños se presentan como el mundo perfecto, ya que Daniela existe en ellos.
Sin embargo, la representación de la joven en el mundo onírico y en el mundo real es muy diferente, lo que invita a reflexionar sobre la relación que mantenían Daniela y Nicolas. En los sueños, Daniela actúa casi como un objeto que se limita a seguir y a complacer a su novio y que no tiene apenas iniciativas, mientras que, antes de su muerte, la relación no era tan perfecta como Nicolas la recordaba. Es decir, se muestra claramente la idealización de la relación, y, de alguna manera, la toxicidad de Nicolas, que en el mundo onírico se muestra atento y cariñoso, mientras que en la realidad solía ser distante y descuidado en la relación. Esta visión de la llamada "masculinidad tóxica" ya aparece en otras cintas de Vigalondo, como en la mencionada "Colossal / Ella es un monstruo".

En cuanto al elenco, las interpretaciones de Golding y Grannò logran transmitir con precisión lo que la película exige, incluso cuando resultan incómodas para el espectador, especialmente en el caso de él. Henry Golding no busca generar empatía, sino que invita al público a juzgar a Nicolas, y eso es lo que hace especial a su interpretación. Si el objetivo era provocar reflexiones y preguntas como "¿Por qué hace esto?", "¿Qué haría yo?" o "¿Hasta dónde llegaría para reencontrarme con un ser querido?", se ha conseguido de forma brillante. La monotonía, la apatía y la ausencia de emociones de Nicolas potencian la interpretación de Golding.

Por su parte, Nathalie Poza ofrece una interpretación magnífica, encarnando a un personaje que evoca elegancia y misterio. Tanto Rubén Ochandiano como Aura Garrido realizan un trabajo actoral elogiable.

La estética de la película a través de los efectos especiales cargados de formas abstractas y colores llamativos se complementa de manera perfecta con la banda sonora de Hidrogenesse, marcada por sus toques galácticos y etéreos que consiguen elevar al espectador y adentrarse en el mundo de los sueños de Nicolas.

Con todo, "Daniela Forever" se postula como una cinta que aborda el duelo y el dolor tras una pérdida de una forma novedosa y diferente a la que estamos acostumbrados, ya que los sueños permiten al protagonista reencontrarse con su novia para así iniciar un viaje de sanación. Poco a poco, la trama avanza y descubrimos que este mecanismo para "revivir" a Daniela tiene un lado oscuro. La estética y el juego con el montaje y los efectos con los que se presentan el mundo real y lo onírico permite un seguimiento de la cinta en todo momento. Con "Daniela Forever", Vigalondo logra combinar el duelo con el amor, la nostalgia y la belleza detrás del reencuentro con una persona a la que amas, aunque tenga lugar en sueños.

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