OPINIÓN: "La profesión maldita", libro-antología de Frank Padrón

23-III-05

Por OLGA GARCÍA YERO *

"La profesión maldita" (Santiago de Cuba. Editorial Oriente, 2004), ese nuevo libro donde Frank Padrón ha decidido hacer un balance de su trabajo como crítico cinematográfico, constituye una revisión aguzada y punzante no solo de sus textos sino también una relectura del cine cubano, latinoamericano y europeo con una mirada de repaso, balance y ajuste de cuentas consigo mismo y, por supuesto, con el lector.

Ese ajuste de cuentas, por llamarlo de alguna forma, o ese apelar a la conciencia crítica que no es lo mismo que a la crítica; está presente desde ese primer trabajo que da nombra al texto. Y es que Padrón sabe que no es posible la crítica sin alto contenido de ética y de cultura. Por eso, en un lenguaje lleno de fina ironía, aparentes juegos de palabras que no hacen otra cosa que develar un pensamiento afincado raigalmente en el conocimiento de teóricos, movimientos, libros y tendencias, en ocasiones acusa hasta lo tendencioso, el autor inicia un intercambio dialógico con el lector, una conversación que va a ir tocando las esferas más disímiles de la creación cinematográfica, la personalidad del crítico, la relación con el público, etcétera, y ese diálogo, no va a concluir hasta la última página del libro.

Las funciones de la crítica, la necesidad de una objetividad de la misma que no se logra del todo, hacen que el autor apele a ese grande que fue Roland Barthes, padre de la Nueva crítica cuando se preguntaba en uno de sus ensayos: ¿Cuándo tendremos el derecho de instituir una crítica afectuosa sin que pase por parcial?, ¿cuándo seremos lo suficientemente libres (liberados de una falsa objetividad) para incluir en la lectura de un texto el conocimiento que podamos tener de su autor? Padrón ha hecho un importante cuestionamiento de la crítica, no solo de cine, por cierto, y de sus derroteros actuales en el panorama cultural cubano. No creo que por gusto, Julio García Espinosa haya empleado la frase de "El aquelarre de la crítica" para dar título a un prólogo en el que sabe tocar los puntos más candentes de este libro.

Otro de los ensayos que resulta especialmente enjundioso es "El prodigio y sus contornos (una mirada al cine latinoamericano de los 60)", el hecho mismo de que a Cuba, al fin, alguien la inserte desde el punto de vista de la crítica, en un contexto cultural definido como lo latinoamericano, y no como un ente aislado donde la realidad es diferente, otra y por tanto exenta de contradicciones, ya es un hecho esencial, sobre todo si se hace un balance de los convulsos años sesenta. Es cierto que mucho se acusa al manido quinquenio gris o negro, algunos lo culpan en demasía, para cubrir sus propias mediocridades creadoras; pero pocas veces se hace un recuento crítico de los sesenta, a los que se suele ver desde una óptica meramente triunfalista, llena de apogeo creativo y de pasos definitorios en la consolidación de nuestra realidad histórica.

Si bien esto es cierto, no implica en modo alguno que se sublimen esos años, por tanto, Padrón, al mirar con otra lente este período, nos sitúa ante una verdad que de tan Perogrullo no había sido captada por la crítica dedicada a esos años: el quinquenio gris no es otra cosa que una consecuencia de los problemas que ya se venían gestando desde los primeros años de la revolución en el terreno cultural. Eso le hace afirmar que "junto a documentales y noticieros, nuestros primeros muñequitos en el cine tienen más derecho a protagonizar la referida maravilla de los 60 que los largos de ficción". Lo que en verdad se desprende de esto, y allí el valor de la crítica de este autor, es la necesaria y urgente necesidad de estudiar a fondo y desde una perspectiva culturológica, y por ende histórica, esos convulsos años de los que tanto queda por decir y de los que tenemos una visión fragmentada y fragmentadora de un tiempo histórico indiscutiblemente fundacional. Un intento de esto ya ha sido llevado a cabo por el arquitecto Mario Coyula en su ensayo "La ciudad rampante. La arquitectura cubana en los años sesenta".

Es indiscutible que para Frank Padrón los géneros artísticos existen y viven en un continuo trasvasamiento que los define y les proporciona ese sentido de originalidad, término tan discutido desde hace tantos siglos. Por eso, la literatura y el cine se entrecruzan en ciclos y producciones pero que no siempre van a tener un happy end. Es el caso de la llamada "literatura del presidente" que no ha tenido un buen desempeño cinematográfico, al contrario de los altos vuelos que ha encontrado en figuras como Arguedas, Roa Bastos, Carpentier, entre otros. Lo mismo ha ocurrido en el ámbito del cine latinoamericano con la atmósfera poética, no siempre lograda, y el exceso de tecnicismo y/o experimentalismos.

La mirada al cine español de Almodóvar, desprejuiciada de todo morbo y el análisis del mismo como una consecuencia de una cierta "cultura de resistencia" que emerge sin tapujos para señalar las grietas de un ser humano (pos)moderno, agónico pero que no tiene otra alternativa que insertarse en un mundo y reclamar para sí una cultura de la que es portador y que también le pertenece como autoreconocimiento de su propia esencia, es otra de las importantes calas críticas de este libro.

Por otra parte, el autor ha sabido sopesar muy bien sus textos, de allí que al lado de jugosos ejercicios del criterio haya sabido poner reseñas cinematográficas que fueron el resultado de la inmediatez de un estreno pero que en modo alguno se reducen a simples fichas técnicas y siempre van a develar que la crítica de cine es un acto de fe en y por la cultura. Esto ha hecho que algunos piensen que el libro está desbalanceado, sin embargo, Padrón sabe junto al agudo lector, que esto no es más que un juego de miradas, de saltos como rayuela que hacen que se pueda iniciar la lectura escogiendo aquello por lo que a usted le gustaría volver a leer.

Esa es la trampa de este crítico, que para que no quede dudas de su juego, termina con "La eternidad y una pregunta: ¿la poscrítica?". Y aquel, que desde los inicios del libro se ha descubierto como un nada ingenuo crítico y lector, ahora concluye con una suerte de ejercicio escolar, cómo enfrentar la crítica, cómo ejercerla, en fin, como si fuera necesario, y en efecto, así es, para el crítico, siempre volver a empezar, volver a mirar al otro y a sí mismo para poder ejercer con limpieza el obligado ejercicio del criterio. Y por cierto, también para evitar que alguien le diga a la vuelta de una esquina: "Me encantó la vuelta que le diste a ese trabajo, las imágenes que usaste, los juegos de palabras; pero no me preguntes de qué se trataba, si era a favor o en contra, porque ni me acuerdo".

* Doctora en Ciencias Filológicas en Cuba
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Pineda Barnet

OPINIÓN: Un Taller de la Crítica...sin críticos

22-III-05

Por Frank Padrón

Desde que en el ya lejano 1992 un grupo de doce críticos (entre los que se incluía el arriba firmante) viajó a Camaguey convocado por el Centro Provincial de Cine, allí, en un grupo que jocosamente fuera bautizado como “Los doce apóstoles”, todos los marzos, por la misma fecha y de manera interrumpida, se ha venido celebrando el Taller de la Crítica cinematográfica, que esencialmente mantiene sus propósitos: la reunión, confrontación e intercambio de mucha de la gente que ejerce esta profesión en el país (e incluso, alguna que otra vez hasta de otros) para analizar problemas relativos al mismo cine, a su relación con otras disciplinas y a la propia crítica.

Con éxito (y de ello hablaré de inmediato) se acaba de celebrar la decimotercera edición del evento, lo cual, en las circunstancias que vive el país, y donde todo, como es sabido, se dificulta (léase hospedaje, transporte, recursos para actividades, etc), debe entenderse como un doble acontecimiento. En verdad, el encuentro resultó una vez más, oportuna ventana por donde asomarse a temas importantes, complejos, y donde se estableció de nuevo el fructífero diálogo entre cineastas, público (numeroso) y especialistas.

Sin embargo, un inmenso lunar, por no decir mancha, empañó este taller, algo que ya viene confrontándose desde las últimas ediciones, y algo que precisamente, no tendría que ocurrir. Dicho de otro modo: pudiera pasar cualquier cosa, asumir el evento diversas dificultades materiales o de otro tipo menos esa a la que me refiero: la indiferencia casi total de quienes son protagonistas, esencia y razón de ser del mismo: los críticos de cine.

Y no es que casi todas las mesas estuvieran integradas por otros especialistas o críticos de otras disciplinas, porque en realidad, siempre el taller, en esa visión amplia y multidisciplinaria que lo ha caracterizado desde sus inicios, ha tenido esto en cuenta, sino porque la casi totalidad de los mejores críticos del país estuvieron ausentes, o siendo todavía más drásticos, la casi totalidad de esta disciplina en Cuba, al margen de las calidades, brilló por su ausencia.

Me pregunto entonces qué ocurre, y por qué el evento de la crítica, por la crítica, no convoca a sus cultores. Sinceramente, no creo que se trate del evento en sí: mejor atención en todo, no puede pedirse a los organizadores; el rigor en sus sesiones teóricas no falta, atractivo en las actividades colaterales, tampoco. ¿O será que nos hemos aburguesado y no queremos salir de casa? Se sabe, por otra parte, que no son pocas las actividades que tenemos que atender en nuestros respectivos trabajos, pero de cualquier manera, un taller de la crítica de cine sin críticos de cine, es una verdadera paradoja, algo simplemente inconcebible.

Debe replantearse el asunto la dirección del evento y volcarse, como ha hecho no pocas veces, a los colegas de provincia, donde, como es bien sabido, hay talento suficiente para garantizar un soporte adecuado en las sesiones y el resto de las actividades, tales como: presentación de films, de libros, charlas, etcétera.

Afortunadamente, y como decía a principio, la sustancia de este taller no se vio esencialmente afectada por tal circunstancia. Las mesas (“El cine en el Caribe”, “Una mirada al espectador” y “Dramaturgia y actuación en el cine cubano”) y otros espacios, contaron con expertos de la talla de los profesores María de los Angeles Pereira, Margarita Mateo, Luis Alvarez, Olga garcía Yero, los especialistas Mario Piedra, Roberto Smith, los cineastas Julio García Espinosa, Enrique Pineda Barnet, el actor Enrique Molina y otros tantos que, moderando o participando desde el público, lograron intervenciones jugosas y provocadoras.

Los muchos ciclos que complementaron tales sesiones (El Caribe Fílmico, Homenaje a la Cinemateca de Cuba, Ecos del Coral, El cine que no se ve...) contaron con el apoyo entusiasta del público local y los propios participantes, agradecidos ante ofertas muchas veces irrepetibles, lo cual se extendió al resto de las mismas: exposiciones, presentaciones especiales, venta de libros y revistas...

Pero, simplemente, duele ver que los “protagonistas de la película” son apenas un personaje referido, una entelequia que hace mirar con nostalgia aquellos años iniciales donde el ómnibus o el avión se dirigían a la hospitalaria ciudad de los tinajones, repletos de esos profesionales sin los cuales resultaba, claro está, inconcebible el Taller de la Crítica.

Esperemos que el próximo año reverdezcan estos laureles, y mientras tanto, felicitemos a Armando Pérez, Juan Antonio García, Reynaldo Pérez Labrada, Amelia Ferrá, Milagros Pedroarias, Frank Domínguez, y los muchos que, a veces frente a un sistema de audio, manejando un auto o en la oscura cabina de un cine, garantizaron la realización y (una vez más lo digo) rotundo éxito del XIII Taller de la Crítica Cinematográfica...pese a la inexplicable apatía de mis entrañables colegas.
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Alicia Keys

Guionista de "Diarios de motocicleta" escribe para Halle Berry

22-III-05

José Rivera, guionista nominado al Oscar por "Diarios de motocicleta", es el encargado de adaptar al cine el libro "Compositions in Black and White" (Composiciones en blanco y negro), un proyecto que produce la actriz Halle Berry para Sony Pictures.

"Compositions in Black and White" es una obra de Kathryn Talalay, donde se refleja la vida de Philippa Schuyler, quien creció como una niña prodigio y fue la primera persona de color en destacarse en el mundo de la música estadounidense. El largometraje relatará desde sus inicios como compositora, a los cinco años de edad, y los problemas que sufrió para desarrollar su carrera por el racismo imperante en los años 30. Este personaje será interpretado por la reconocida cantante Alicia Keys.

Este no es el único film de Hollywood en el que interviene Rivera, ya que también es el autor de "The Girls Next Door" (Las chicas de la próxima puerta), película basada en un artículo periodístico de Peter Landesman sobre esclavas sexuales, que fue tomado por Roland Emmerich para convertirlo en un largometraje. Con dirección de Marco Kreuzpaintner, la cinta contará las historias entrelazadas de tres jóvenes que son forzadas a convertirse en prostitutas, mediante el secuestro o el engaño.
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Reeves en rodaje de Il Mare

Agresti rueda "Il Mare" con Bullock y Reeves

21-III-05

En localizaciones de Chicago se inició el rodaje del drama romántico "Il Mare", cinta que reúne nuevamente a la exitosa pareja de "Speed", Sandra Bullock y Keanu Reeves, que cuenta con la dirección del realizador argentino Alejandro Agresti, en lo que representa su debut en el cine de Hollywood.

"Il Mare" es un remake del film coreano "Siworae", que cuenta la historia de un hombre y una mujer que se enamoran tras intercambiar varias cartas, desconociendo que ambos viven en diferentes tiempos. A diferencia de la producción asiática, donde a los protagonistas los separaba varias décadas, aquí solo serán dos años, Bullock vivirá en el 2004, mientras que Reeves en 2002.

Además de Bullock y Reeves el film cuenta con un reparto compuesto por Christopher Plummer (como el padre de Reeves), Shohreh Aghdashloo (actriz de "Casa de arena y niebla" que es la confidente de Bullock), John Corbett (quien interpreta al ex prometido de Bullock), Ebon Moss-Bachrach (como el hermano de Reeves) y la holandesa Willeke van Ammelrooy (inolvidable protagonista de "Antonia" que da vida a la madre de Bullock).

En Aurora, un suburbio de Chicago, se realizaron las primeras escenas del film, donde se muestra a Reeves en un edificio en construcción, ya que su personaje es un arquitecto y de esta manera se lo mostrará en su ámbito de trabajo. Un equipo de 150 personas participó de estas primeras secuencias.
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María José Prieto

Los pecados de la sociedad chilena

18-III-05

El realizador chilena Martín Rodríguez prepara un largometraje donde se expondrán los siete pecados capitales, que será rodado con un destacado reparto de mujeres y 250 mil dólares de presupuesto.

Desde la génesis de este proyecto queríamos recalcar que fuesen pecados muy cosmopolitas, que ocurrían en grandes ciudades. Urbanos", dijo el productor Ricardo Saieh al periódico El Mercurio acerca de la propuesta del film, que lleva por título "Pecados urbanos", tras descartarse la posibilidad de llamarlo "Pecados capitales", ya que ese es el título latinoamericano de "Seven", con Brad Pitt.

Basada en una obra teatral, el film presentará siete monólogos, representando cada uno de ellos un pecado, que serán interpretados por Gloria Münchmeyer (ira), Delfina Guzmán (avaricia), Aline Kuppenheim (envidia), Antonia Zegers (orgullo), Trinidad González (pereza) y las hermanas María José y Ángela Prieto (lujuria y gula, respectivamente). Cada capítulo en que se divide la película está escrito por un dramaturgo local.

El rodaje tendrá una escasa duración de dos semanas, desarrollándose principalmente en interiores. El inicio del mismo es el 1 de mayo y se prevé su estreno comercial para noviembre de este año.
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