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Ingrid Rubio protagoniza la primera película de agrupación del sector videográfico

7-IV-06

La actriz catalana Ingrid Rubio encabeza el reparto de "Road Spain", la primera coproducción entre Iris Star con Cadena Impact, la principal agrupación española de mayoristas del sector videográfico, que está siendo dirigida por Jordi Vidal.

La película, una road movie a la española, lleva ya varias semanas en preproducción y comenzará a rodarse este mes de abril, teniendo confirmados hasta el momento a Rubio y Marc Rodríguez ("Salvador", "Tu vida en 65 minutos") como parte de su elenco. Vidal es el realizador y también guionista de esta cinta, con la cual Cadena Impact se lanza a la producción cinematográfica. Esta ampliación sectorial responde a una voluntad por parte del grupo de implicarse directamente en la creación de contenidos y en el desarrollo de los productos que distribuye. La asociación con Cadena Impact ha hecho posible que Iris Star invierta más recursos para hacer crecer el proyecto, al mismo tiempo que amplía la distribución comercial de la película.

Iris Star y Cadena Impact contribuirán a partes iguales en los recursos para la producción y promoción de la película. La primera asume el control de toda la producción, mientras que la segunda, en calidad de productor asociado, controlará la gestión de la distribución videográfica de la película. José Román, Presidente de Cadena Impact, y el productor Pedro Doménech han sido los artífices del acuerdo.
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Drogas, violencia y sexo

Víctor Gaviria: "Necesitamos películas colombianas que cuestionen lo que está pasando en el país"

7-IV-06
El guionista y realizador colombiano Víctor Gaviria se convirtió en pocos años de completo desconocido en uno de los autores latinoamericanos más apreciado en el exterior, gracias sobre todo a la selección y acogida de sus dos primeros largos, "Rodrigo D. - No futuro" y "La vendedora de rosas" en el Festival de Cannes. Ahora, estrena en España el tercero, "Sumas y restas", su inmersión en un tema que hasta ahora había sido protagonista secundario en sus películas, la droga y el narcotráfico. Junto con Hugo Restrepo como coguionista, Gaviria nos cuenta una historia con inspiración más o menos real, la de un ingeniero que se ve seducido por el dinero fácil del negocio de la coca, en la época de apogeo del cartel de Medellín.

- Usted era estudiante de sicología cuando empezó en el cine, ¿cómo ocurrió ese acercamiento a la cámara?

Mi llegada al cine fue bastante casual. Cuando estaba estudiando sicología y escribiendo poesía en una revista especializada de Medellín, “Acuarimántima”, recibí de regalo una camarita que mi hermana me envió de Chicago, era una super-ocho milímetros; y como era barato filmar comencé a buscar imágenes en las esquinas, en los baldíos de barrio, en donde crecían hierbas y arbustos sorprendentes, desde los vagones del tren, captaba sólo imágenes porque la cámara no tenía sonido. Un día fui con un amigo, también poeta, a una institución oficial donde se educaban los niños y los jóvenes ciegos. Era una casa tan amplia y tan llena de luz, que producía admiración ver a estos niños aprender a orientarse a través de los corredores, a subir y bajar las escaleras, a vestirse y tender la cama, en suma, era sorprendente verles aprender ser niños como se debe. Hice entonces algunas imágenes, a la par que sonidos ambientes, voces, risas, gritos, y con esto edité manualmente un pequeño corto documental de ocho minutos que titulé "Buscando tréboles" (con el que obtuvo su primer premio en el Festival de Cine subterráneo de Medellín). A partir de ahí, cuando se lo mostré a mis amigos y vi la gratuita magia de la imágenes, me afiebré por el cine.


- La temática social ha marcado su temática desde sus comienzos...

La temática social ha sido una consecuencia de mi trabajo. Mis primeros cortos estuvieron inspirados en recuerdos de infancia, que eran las vivencias de un chico de clase media, que es de donde provengo. Me servía de niños espontáneos que no habían tenido ninguna experiencia como actores, porque los actores de teatro me asustaban con su interpretación pomposa y sobre actuada. Además, era imposible contratar a los actores profesionales, porque todos vivían en Bogotá trabajando para la televisión, esta carencia fue la que me obligó a experimentar con actores naturales, es decir, con personas que conseguía casualmente y que no tenían preparación como actores, esa era la gente que yo iba vinculando a mis cortometrajes. Los resultados eran desiguales, pero la imposibilidad de trabajar con otros actores, me hizo investigar en la dramaturgia de los actores naturales, que no es otra que una profunda dramaturgia social, colectiva. De aquí no hay sino un paso para llegar a lo que se llama "temática social". Cuando me enfrenté a la idea de hacer una película sobre las comunas populares de Medellín, en "Rodrigo D.- No futuro", pude hacerlo porque ya sabía cómo transformar a aquellos jóvenes llamados "pistolocos" en repentinos actores naturales. Lo que llamamos "temática social" tal vez no sea sino la búsqueda de los elementos de una dramaturgia colectiva.


- ¿Qué le aporta el trabajo con actores naturales?

Trabajar con actores naturales ha sido para mí la solución a muchos problemas. No sólo problemas de actuación, sino, por ejemplo, de diálogos que tratan de escapar a la "teatralidad", o a la función "informativa" de los diálogos de televisión. En general es una oportunidad de escapar a las convenciones dramaturgicas, que uno lleva dentro de uno sin darse cuenta. Pero sobre todo ha sido el puente que he utilizado para llegar a una información que no está en los libros, a una información impalpable que a veces los guiones no logran apresar. En otras palabras, para quien, como yo, tiene la ambición de hacer películas parecidas a la vida misma, los actores naturales han sido la mejor manera de "copiar" el estilo de la misma: dispersión y desconcentración aparentes, para llegar a la "verdad" de la secuencia en forma indirecta, como sucede en la vida.


- ¿Cómo escoge a sus actores? ¿Qué tipo de relación mantiene con ellos?

El actor natural es para el director una persona que se puede conocer de la manera más profunda. Todo lo que se manifiesta a través de él es tu material de trabajo, es como un libro que debes aprender a leer. Inevitablemente esta relación de trabajo se transforma en una profunda amistad. Como he trabajado con muchachos díscolos y "atravesados", y con niños que tienen las vidas rotas, estas amistades han sido de compañía plena, sin prejuicios, sin distancias, compartiendo juntos un largo tiempo de espera, que es el tiempo de los que están esperando que el cielo se llene de luces, y que la noche se vuelva día por fin...


- ¿Qué tipo de relación se establece con los actores naturales que en sus películas suele ser gente con una vida tan inestable?

Después de terminar "La Vendedora de rosas" los niños de la calle que trabajaron durante año y medio con nosotros se sumergieron de nuevo en su vida cotidiana, pero sin poder olvidar que fuimos un grupo de personas diversas que trataron de tener un objetivo común. Luego, cuando vieron la película editada, algunas de las niñas se asustaron y se avergonzaron, porque de golpe se dieron cuenta de lo que de verdad estaban haciendo. La autoconciencia es lo que menos posee un niño de la calle. Van tropezando por ahí, excitados, exaltados, hiperactivos, sin tener tiempo para reflexionar y crear ese personaje frágil que se llama "sí mismo". Creo que esa fue siempre la propuesta que les hicimos cuando se convirtieron en actores repentinos. Luego el “éxito” de la "Vendedora..." les creó ilusiones y expectativas, que no se pudieron cumplir por dos motivos principales: el primero de ellos es porque se trataba en verdad de una película "documental"; ellos eran de verdad niños de la calle, con toda la dispersión de sangre y vida que ello significa; y la segunda, porque en Colombia la indiferencia no es sólo un sentimiento pasivo (de ser testigo del fracaso de los demás), sino que es una necesidad del orden mismo, que castiga a los demás cuando no puede hacerlos desaparecer.


- ¿Cómo surgió el proyecto de "Sumas y restas"?

"Sumas y restas" surge del deseo de entrecruzar el cine con esa otra "película" social que hemos vivido a la fuerza desde mediados de los setenta, el narcotráfico. La película nace de una historia real vivida por un amigo, uno de tantos de los que se involucraron en el negocio de la droga. Este comienzo nos permitió establecer la relación que hubo entre la ciudad formal y la ciudad emergente, pero no a partir de los legendarios capos y bandidos del Cartel de Medellín, sino que de personajes de bajo perfil, que nos permiten profundizar más aún en el fenómeno del narcotráfico como un hecho cultural. Las preguntas que se planteaban eran: qué ocurrió de verdad con nosotros mismos, por qué cambiamos el código de nuestros valores anteriores por un tormentoso río de dinero ilegal?


- ¿Cuánto tiempo duró el proyecto?

El proyecto de "Sumas y restas" fue escrito por Hugo Restrepo y por mí durante el año de 1999, con él ganamos el premio "Opera Mayor" del Ministerio de Cultura. Durante el 2000 conseguimos el apoyo de Ibermedia y de la OIM, y se hizo un extenso casting de actores naturales. Después buscamos enriquecer la historia inicial con cientos de testimonios de personas que habían vivido la dura experiencia del narcotráfico, para en agosto de 2001 iniciar el rodaje, que se extendió por 15 semanas. Durante la edición y la postproducción, atravesamos innumerables problemas económicos, pero pudimos concluirla en agosto de 2004.


- Es fiel a un equipo técnico y artístico que siempre le acompaña.

Si. Desde el largometraje "Rodrigo D.-No futuro" he trabajado con un equipo básico de técnicos y artistas, con quienes comparto ideas afines sobre el cine colombiano y sobre el cine en general. Cine de atmósferas, de universos culturales que investigamos largamente hasta convertirlos en texturas concretas. Destaco especialmente a Rodrigo Lalinde, director de fotografía, y a Ricardo Duque, director de arte, a quienes las películas que he dirigido hasta ahora les deben tanto como a mí.


- Medellín es el escenario de todas sus películas, ¿es una ciudad que le proporciona muchas historias?

Mi familia es de Medellín, vengo de una clásica familia antioqueña de clase media, con ocho hijos, con un padre que era médico cirujano, especializado en Radioterapia. La literatura de la casa eran las historias pueblerinas de mi padre, vividas cuando niño en un municipio olvidado de Medellín, Liborina, en donde compartía sus aventuras con duendes y brujas que todavía siguen volando hasta hoy en nuestra imaginación. Medellín siempre está en presente en mis películas porque creo que el ciudadano de esta ciudad tiene casi siempre la capacidad para exteriorizar sus experiencias personales de una manera muy completa, lo que lo convierte fácilmente en actor natural. No sé de dónde proviene esta cualidad, pero es gratificante ver la forma cómo rompe la soledad a su alrededor. Además desde niño la ciudad de Medellín me hace preguntas que quisiera responder alguna vez: ¿por qué tanta decencia y tanto bandidaje al mismo tiempo? ¿Por qué tanta legalidad y tanta ilegalidad mezcladas? ¿Por qué tanta delicadeza y tanta violencia al mismo tiempo? Esos son los enigmas de Medellín que quisiera responder con mis películas.


- ¿Como ve el aumento de las producciones del cine colombiano?

Es algo positivo, el cine colombiano debe transformarse en un oficio, una práctica. Necesitamos lograr que surjan películas colombianas con más frecuencia y mejor calidad, que cuestionen sobre lo que está pasando en el país. Hay jóvenes como Trompetero, Dago García y Ricardo Coral que me entusiasman , y también veteranos como Luis Ospina.
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Escenas del film

OPINIÓN: Una rosa marchita sembrada en Cuba

7-IV-06

Tras una conferencia de prensa con su realizador Manuel Gutiérrez Aragón ("Cosas que dejé en la Habana") tuvo lugar en el cine La Rampa (sede temporal de la Cinemateca) la première, a la vez estreno entre nosotros, de "Una rosa de Francia", lo nuevo de este cineasta español (presente en la exhibición) que, mecido cuando niño con historias (quizá como ésta que anima su nuevo filme) contadas por su abuela santiaguera, vuelve a sus obsesiones con la isla caribeña de sus ancestros.

En esta ocasión, la sinopsis reza que es una "Cuba de cualquier época", aunque la ambientación coloca la trama antes de 1959, si bien un acaso deliberado anacronismo (la V del antiguo Tencent de Galiano, en la puerta, data de mucho después) pretenda reforzar esos vínculos, al menos en algunos motivos, con esa perspectiva atemporal.

Pero en fin, ¿de qué va esta nueva obra hispano-cubana donde la Madre Patria vuelve a mirar a la antigua "Española" según la bautizara alguna vez el descubridor Cristóbal?: Un hombre tan seductor como criminal, Simón (Jorge Perugorría), navega en su viejo barco transportando emigrantes clandestinos camino de Nueva York. Los abandona en un islote a su suerte, sarcástico e impasible. Una patrullera norteamericana descubre al barco clandestino e inicia una persecución sin que le importe violar las aguas cubanas. Un marinero de su barco, Andrés (Álex González), salva la vida de Simón y cae herido bajo las balas norteamericanas, algo que este último agradece siempre al joven pese a que éste se enamore casualmente de una insinuante adolescente, Marie (Ana Cecilia de Armas), que a su vez es una protegida de Simón y está "instalada" en la mansión habanera de Madame, cuyas lecciones de francés son famosas en toda la isla y cualquier juez, ministro o pez gordo que se precie conoce sus dotes pedagógicas y su capacidad para obrar la metamorfosis. Las niñas que allí lleva Simón entran sin saber nada y salen que parecen princesas, chapurreando idiomas finos y sentando cátedra en artes amatorias...

El conflicto está servido, enamorados, Marie y Andrés, intentarán huir de Cuba camino de Nueva York. Simón hará todo para impedirlo. Como puede inferirse, la trama tiene todos los puntos de contacto necesarios con el melodrama más rancio, e incluso, con la telenovela. Asumida esta limitación, como quiera que entroniza viejos clisés, y el consabido esquematismo en sujeto, personajes y situaciones, poco de original pudiera encontrarse en esa historia "cocinada" a cuatro manos entre el propio director y el guionista cubano Senel Paz ("Fresa y chocolate"), si bien debe reconocerse que, dentro de esos linderos genéricos, la misma está armada con suficiente conocimiento de causa como para hacerla atractiva y, teniendo en cuenta la experiencia de ambos guionistas, haber unido los afluentes argumentales con un mínimo de pericia como para sembrar el interés hasta el final: aquí están los criados serviles, alguno de los cuales oye tras las puertas y se pone en función de sus amos; las chicas "casaderas" refinándose y listas para las transacciones; la matrona pragmática pero a la vez sentimental, capaz de un tierno gesto que le recuerde sus años puros y amatorios; el pirata inescrupuloso que, faltaba más, conserva sin embargo un riconcito noble en su duro corazón de lobo marino y hombre de negocios, y no sólo tiene debilidad por una de sus "mercancías" sino que es capaz de sacrificarla ante el amor grande que es incapaz de protagonizar...

Cualquier semejanza con otras muchas historias vistas o leídas, no es pura coincidencia, por supuesto: es la historia, en buena medida, de este tipo de cine que sigue y seguirá haciéndose por cuanto goza de admiradores y seguidores aquí y allá. Por tanto, y pese a su condición incuestionablemente menor, resulta legítimo.

Entonces, lo verdaderamente fallido en "Una rosa de Francia" es lo único en que no podía darse el lujo de fallar, lo único imprescindible en el cine: la puesta en pantalla.

A pesar de su experiencia, y de contar ya a su haber con títulos muy estimables ("La mitad del cielo", "Demonios en el jardín", "Camada negra"...), el cineasta nacido en Torrelavega en 1942, no ha logrado inyectar a la anécdota y sus meandros el mínimo de interés, mucho menos de la pasión que se supone, debieran despertar: la narración padece anemia perniciosa, no sólo resultan lentos la exposición y ulterior desarrollo del conflicto, sino que pecan de tediosos, carentes de vida y emoción. Puestos a emplear claves del melodrama, no se concibe que ellas entonces no se plasmen con la energía que el género requiere.

Quizá temiendo a los excesos y efectismos del mismo, Aragón cae en el otro extremo: la diégesis transcurre como si, en efecto, una abuela bostezante y aburrida contara la historia, más sólo para que los nietos se duerman rápido y sin hacer preguntas.

Hay, sin embargo, valores en la cinta que, a pesar de lo señalado, fue premiada con entusiastas aplausos por el repleto auditorio de La Rampa: la reconstrucción de época, con esa pátina ahistórica y como detenida en el tiempo, ha sido cuidadosa; la fotografía y la música (esta última apoyada en boleros y canciones cubanas famosas, aunque la que da título al film, escrita por Rodrigo Prats, debiera haber aparecido más, incluso incorporarse a los fragmentos incidentales) se ponen en función del tema, mientras el vestuario y el maquillaje apuntan a esa mitad de siglo (XX), época la cual, según la visión del realizador (visión muy discutible, claro) rige aún el espíritu romántico de hoy ("En Cuba, declaró al diario "El País", todo es de los años cincuenta: los coches, los hoteles... y lo que no lo es, ya no existe. Parece todo en suspenso").

En tanto las actuaciones, digamos que son todas discretas, sin posible entusiasmo por que hallemos en alguna un desempeño superlativo. El más internacional de nuestros actores, Jorge Perugorría, confiere el cinismo y las contradicciones de su lobo de mar que opera en tierra; una actriz tan notable como Broselianda Hernández (Madame) tampoco aporta nada nuevo a su brillante trayectoria; el español Alex González exhibe poco más que una hermosa figura y su carita de niño bueno... Acaso lo más interesante en este rubro sea la actriz-revelación, y no es que Ana Cecilia de Armas mereciera tanto como un premio en esa categoría que a veces extienden algunos festivales, pero no es menos cierto que esta Angeline Jolie caribeña aporta la sensualidad, la mezcla de ingenuidad y a la vez ingenio de su aprendiz que se niega al destino que le han asignado, y por tanto invita a seguirla de cerca.

"Una rosa de Francia" no es de esas flores que conminan a arrancarlas y lanzarlas al cesto, pero carece, eso sí, de la fragancia y la belleza por los cuales tratamos de conservarlas en el jarrón más tiempo que el destinado a su corta vida.
© Frank Padrón (Cuba)-NOTICINE.com
Carolina Nicola

Estreno mundial de la cinta cubana independiente "Así de simple"

7-IV-06

"Así de simple", el primer largometraje independiente cubano escrito, realizado y producido en la isla, ha tenido su estreno mundial este viernes en el marco del Festival de Cine Inédito de Islantilla (España). Esta ópera prima de Carolina Nicola, hija del llorado cantautor Noel Nicola, fundador de la Nueva Trova Cubana, fue producida por su propia autora, y tiene como protagonistas a Lucila Juan, Julián Carballo, Ingrid Gonzalez y Mirian Socarrás. Se grabó en vídeo digital en La Habana y en su equipo técnico destaca la presencia del célebre editor cubano Nelson Rodríguez.

Hasta ahora, las únicas cintas rodadas en Cuba sin participación del estatal Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica habían sido producciones extranjeras o de cubanos residentes en el exterior (como "Siete días, siete noches"), de manera que "Así de simple" puede considerarse el primer largo independiente que produce una cubana residente en el país.

En la película, que ahora inicia su andadura festivalera en el certamen español, se narra una historia contemporánea harto frecuente entre la juventud cubana. Las ansias por conocer otros países donde haya más oportunidades profesionales y económicas enfrentadas a los lazos sentimentales y familiares, a la tierra tan querida que siempre se echará de menos.

Roberto, jóven cubano que vive con su madre en La Habana, cae en una crísis existencial al tener que decidir entre quedarse a vivir con ella en Cuba o emigrar a los EEUU, donde reside su padre y podría tener una vida más fácil. En su camino para encontrar una respuesta se relaciona con diferentes personas que al igual que él enfrentan difíciles situaciones que parten de una dura realidad, la de la Cuba de hoy: una cartomantica que miente a sus clientes tan sólo para hacerlos felices, una actriz fustrada que se muere por escuchar en vivo a Elena Burke, un gay que sólo quiere ser escuchado y aceptado, una jóven neurotica...

"Lo único que quería -afirma Nicola, guionista y directora- era decir a través de imágenes y diólogos cómo estamos sintiendo y viviendo dia a dia la juventudd cubana y cómo ya la generaciones que vivieron todo el proceso del triunfo de la Revolución se han desilusionado y perdido todo tipo de esperanzas".

Entre los atractivos de "Así de simple", destaca una canción interpretada en vivo por la famosa cantante Elena Burke, en lo que probablemente fue su última aparición ante una cámara. Este es uno de los varios homenajes que incluye el film, donde también aparece Lázaro Ross cantando a San Lázaro, Virgilio Piñera recitando un poema y una emocionada cita al llorado "Titón", Tomás Gutierrez Alea.
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Imágenes de la película

ESTRENO: "Tirante el Blanco", Aranda presenta su "vodevil artúrico"

6-IV-06

Escrita por el autor valenciano Joanot Martorell a partir de 1460 y publicada por primera vez en 1490, "Tirante el Blanco" es una novela de caballerías que narra las aventuras de armas y de amor de su protagonista, Tirante, al servicio de un bello ideal, liberar a Constantinopla de los turcos. Calificada como una novela total, cortesana, erótica, militar, y, en cierto sentido, psicológica, hace gozar de una trama rica y variada en registros, de lo ácido al humor, de la tiranía a la sensualidad. Peculiaridades que hacen que resista inalterable el paso del tiempo y que han atraído a Vicente Aranda, quien firma la adaptación cinematográfica que llega este viernes 7 a las salas de España.

LA HISTORIA

"Tirante el Blanco" cuenta la historia de cómo el afamado caballero Tirante recibe el encargo del Emperador de Bizancio para que le libere del asedio que los turcos están infligiendo a la ciudad de Constantinopla. Tirante no defrauda las esperanzas que sobre él ha depositado el Imperio en cuanto a lo militar. Sus hombres son un trasunto de los feroces almogávares y él un astuto estratega que no teme la superioridad numérica de los turcos. Sabe vencer y vence, y a continuación ha de utilizar su victoria para vencer asimismo la natural oposición de Carmesina a entregar aquello que considera más íntimo: su virginidad.

La relación de esta pretensión íntima, orgánica e instintiva con los mecanismos del poder en el Imperio es evidente. El Emperador es viejo. Los turcos son una amenaza perenne. Carmesina - una niña casi - es la presumible y única heredera del Imperio. Tirante es joven, atractivo y, hasta donde se sabe, invencible. Una sola objeción: Tirante no es de origen noble. Son las mujeres de la corte, las que pululan alrededor de Carmesina, el Emperador y la Emperatriz, - Estefanía, Placerdemivida - las que más claramente distinguen la situación y se afanan por salvar el Imperio haciendo que a toda costa se produzca el encuentro carnal entre Tirante y Carmesina. La Viuda Reposada lucha denodadamente contra esta intención, no porque esté a favor de los turcos, sino porque ella también está perdidamente enamorada de Tirante.

Mohamed III, el Gran Soldán de los turcos, hombre joven y atractivo, temeroso de la capacidad batalladora de Tirante, tras haber sufrido una derrota importante, busca la paz con el imperio por el procedimiento clásico de la unión matrimonial con Carmesina. Aunque el Emperador tiene reparos al respecto - resistencia a entregar a su hija a un musulmán -, le resulta tentadora una propuesta que puede liberarle de defender el imperio por las armas.

LOS PERSONAJES

Tirante el Blanco (Caspar Zafer): Tirante no ha cumplido todavía los 30 años. Tiene un aura de héroe, los dioses lo aman y los hombres le obedecen. Estratega astuto, sabe que el número no es lo importante en las batallas, sino el fervor de la victoria. Su punto débil está en la zona emocional. Le basta ver el comienzo de los senos de Carmesina para caer rendidamente enamorado. A partir de este punto el guerrero invencible se transforma en un niño que suplica ser amado y que se le permita amar. Su aspecto es amable, bien dotado de cuerpo y con aparente serenidad de espíritu. Las palabras que nacen en su boca son expresión directa de su pensamiento. Es ceremonial, amable, cortés y cautivador. Lo sabe y sin embargo no lo utiliza.

Carmesina (Esther Nubiola): Carmesina tiene dieciséis años. Puro candor de espíritu, pero con un cuerpo que pronostica el fuego de la pasión. Todo llegará, pero hasta que llegue su divisa es la prudencia, y la administración del tesoro propio de una mujer-niña en ésa época remota: la virginidad.

Placerdemivida (Leonor Watling): No llega a los veinte años. Es coqueta e hiperactiva, inteligente, osada y cauta a la vez. Sabe de sus encantos y que los mismos operan muy activamente sobre el viejo emperador, pero se cuidará muy bien de poner tales ventajas a su favor. Aparentemente, las pondrá al servicio de su princesa Carmesina, pero en realidad hay otras razones añadidas. Placerdemivida tiene también capacidad política y entrega social. Trabaja para que su modo de vida, y el de sus ciudadanos contemporáneos, no se vea sometido a una filosofía que detesta: la religión musulmana de los turcos. Quiere un emperador fuerte para su país en peligro, y si la solución exige un sacrificio ético, saltará ese obstáculo con alegría y elegancia, sin reparos, llegando a convertirse en una especuladora sobre la virginidad de Carmesina.

Estefanía (Ingrid Rubio): Tiene la misma edad que Placerdemivida, con quien comparte el mismo tipo de preocupaciones relativas al imperio y la necesidad de un jefe fuerte y batallador. Sin embargo, se presenta en algo así como el reverso de la medalla de la inquieta y movediza Placerdemivida. Es reflexiva y poco dada a la exhibición, ni de sus sentimientos ni de sus acciones. Tiene objetivos y desea cumplirlos. Tiene su mirada emocional dirigida hacia Diafebus. Para que sus planes se cumplan utilizará ese talismán de la época llamado “virginidad”. Tras entregarlo con aparente facilidad y complacencia, reclamará el justo y debido precio.

Diafebus (Charlie Cox): Diafebus debiera ser un trasunto de Muntaner, el cronista de los almogávares. Es un guerrero a la vez que un intelectual, un hombre culto que sabe vivir a la sombra del mito Tirante. Aconseja a su jefe y hasta lo amonesta en la intimidad, pero, en cambio, públicamente colabora activamente a la creación de la fama de Tirante como símbolo invencible de occidente. Su actividad política es, como se ve, evidente, pero a la vez es un hombre con recursos y tiene tiempo para atender a su vida privada. El amor, el sexo, la apariencia social, no le son indiferentes.

Viuda Reposada (Victoria Abril): Debe estar cerca de los cuarenta, pero conserva todos sus atractivos físicos. Ha sido la nodriza de la princesa, lo cual hace suponer que ya estuvo casada cuando contaba veinte años o poco más. Es un personaje de oposición, incluso de oposición política, pues no está de acuerdo con la alianza de Placerdemivida y Estefanía para elevar a Tirante a la categoría de césar. Pero una cosa son las razones que se aducen en defensa de una actitud, y otra los motivos emocionales que subyacen y no se confiesan. La Viuda Reposada acabará declarándose perdidamente enamorada de Tirante, y dispuesta a los mayores sacrificios y a las más arteras mañas, para conseguir lo que se pueda de él: sus caricias, su amor o simplemente su sexo.

Emperador (Giancarlo Giannini): El emperador no puede remediar ciertas actitudes de viejo verde y, aunque trate de disimularlo en función de su representación de soberano, los ojos le traicionan. El culo y las tetas de esas bellas mujeres que circulan por la corte, le atraen más que los asuntos de estado. Setenta años o más. Seguramente ha sido un buen emperador y seguramente ha tenido una juventud preocupada e inteligente, pero en la actualidad comienza a chochear.

Emperatriz (Jane Asher): Tiene menos de cincuenta años. Como suele suceder, es la emperatriz la que lleva los pantalones. Sin duda hubo un tiempo en que admiraba a su marido el emperador, pero ya hace tiempo que se ha convertido en algo así como una conciencia, o un tratado de censura. Su cabeza funciona mejor que la del emperador, e inevitablemente está sustituyendo a la del emperador. Pero también en su cuerpo hay un pocito de deseos contenidos, aunque solamente contenidos hasta que encuentran la oportunidad de abrirse a la vida.

Hipólito (Sid Mitchel): Sobrino de Tirante, apenas cuenta con dieciséis años. Su capacidad emocional carece de experiencia y no va mucho más allá de dejarse querer, hasta el punto de convertirse en algo así como el hombre objeto de la emperatriz. Este personaje aparentemente entregado a la complacencia de dejarse amar, acabará descubriéndose como una señal del destino. Del fracaso que, inevitablemente, la vida otorga a las altas ambiciones de los poderosos, heredará Hipólito, en su candidez, los más altos honores.

El Gran Turco (Rafael Amargo): Musulmán, pretende casarse con Carmesina por razones políticas. Ante esto las damas de la corte montan un plan para entregar la virginidad de ella a Tirante, porque de esa manera él no la aceptará.
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