Crónicas
Un adiós a Mauricio Walerstein, pionero del nuevo cine venezolano
Aunque por sus venas corría sangre mexicana, el nombre de Mauricio Walerstein, autor de películas como "La empresa perdona un momento de locura" y "Macho y hembra", se asocia hoy con el cine venezolano y ese surgir de los años setenta y ochenta en que las producciones locales reflejaban la realidad nacional con nitidez, pero con una exigua producción, que ahora gracias al cambio político es mucho más prolífica. Nacido en Ciudad de México con el fin de la Segunda Guerra Mundial, el cineasta falleció el pasado domingo en su ciudad natal, a los 71 años de edad, tras una larga lucha contra el cáncer.
- © Ingrid Ortiz-NOTICINE.com
Jorge Perugorría, primer cubano que votará en los Oscars: "No hay que temer a Hollywood, sino aprovechar sus beneficios para el cine cubano"
El actor y director cubano Jorge Perugorría, que la semana pasada fue invitado a pertenecer a la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, se considera el "primer cubano" en recibir ese honor. Aunque hay otros nativos de la isla -afincados en EEUU (Como Andy García)- en votar en los Oscars, "Pichi" será el primero residente en el país caribeño. Ante la creciente presencia de productoras yanquis en el país, tras el deshielo de las relaciones diplomáticas, el protagonista de "Fresa y chocolate" apuesta por "aprovechar" sus inversiones en beneficio del cine cubano.
- © Redacción-NOTICINE.com
El amor satisfecho de Zoe Saldaña por Cuba
Abrieron la puerta... y entraron en tromba. Hollywood vive una pasión casi adolescente por Cuba, tras la reanudación de las relaciones diplomáticas y la suavización del embargo que el poderoso vecino del norte impuso a la isla socialista hace más de medio siglo. Ahora, se ruedan películas y series, y la mayor de las antillas seduce a modelos, estrellas y socialites. La última en sumarse a la fiebre cubana es Zoe Saldaña, la popular actriz de raíces caribeñas, que ha matado varios pájaros de un tiro en relación con Cuba. Tenía que acudir a posar para un reportaje gráfico esta semana de la edición en español de la revista People, pero quiso adelantarse unos días para celebrar en La Habana su cumpleaños.
- © Corresponsal (Cuba)-NOTICINE.com
Colaboración: Any Cabrera, en el Cielo y en la Tierra
Por Sergio Berrocal
Sobrevivías las veintitantas horas diarias con el alma encogida, acurrucada, entre la laringe y la glotis, sin poder tragártela y acabar de una vez con la angustia del veterano, porque cuando se está en el limbo del recién parido ni sufres ni padeces. Día tras día, noche larga tras noche sin sueño, te recitabas los despachos que habían pasado delante de tus ojos, las palabras de tal personaje que se consideraba a sí mismo como alguien importante, la impresión de que se te escapaba algo. A once mil kilómetros de tu base natural (París) y a casi mil de la que en Río de Janeiro tenías en otros compañeros. En un país inmenso, complejo, todavía más cuando acabas de llegar y el brasileño, que no portugués, por Dios, todavía se te resiste como una mocita coqueta. Finalmente acabarás en el portuñol, puerto sin retorno.
Sobrevivías las veintitantas horas diarias con el alma encogida, acurrucada, entre la laringe y la glotis, sin poder tragártela y acabar de una vez con la angustia del veterano, porque cuando se está en el limbo del recién parido ni sufres ni padeces. Día tras día, noche larga tras noche sin sueño, te recitabas los despachos que habían pasado delante de tus ojos, las palabras de tal personaje que se consideraba a sí mismo como alguien importante, la impresión de que se te escapaba algo. A once mil kilómetros de tu base natural (París) y a casi mil de la que en Río de Janeiro tenías en otros compañeros. En un país inmenso, complejo, todavía más cuando acabas de llegar y el brasileño, que no portugués, por Dios, todavía se te resiste como una mocita coqueta. Finalmente acabarás en el portuñol, puerto sin retorno.
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Colaboración: La promesa del alba
Por Sergio Berrocal
El calor caía como espeso chocolate silencioso en la olla cuajada de mil flores amazónicas sin nombre que poblaban aquella plaza de Salvador de Bahía. Noche de brujas. Miles de personas sonreían sin más razón que estar vivos, en un lugar en que la vida podía ser maravillosa y espantosa para los que nada podían esperar. Brillaban las sonrisas y se movían los labios pero nada salía de las bocas, ni siquiera de aquellas bonitas de mujer con ojos rastreadores y risueños que te miraban sin verte. Vivían en un país que hoy tiene más de doscientos millones de criaturas, un continente donde se habla brasileño y no portugués.
El calor caía como espeso chocolate silencioso en la olla cuajada de mil flores amazónicas sin nombre que poblaban aquella plaza de Salvador de Bahía. Noche de brujas. Miles de personas sonreían sin más razón que estar vivos, en un lugar en que la vida podía ser maravillosa y espantosa para los que nada podían esperar. Brillaban las sonrisas y se movían los labios pero nada salía de las bocas, ni siquiera de aquellas bonitas de mujer con ojos rastreadores y risueños que te miraban sin verte. Vivían en un país que hoy tiene más de doscientos millones de criaturas, un continente donde se habla brasileño y no portugués.
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