Comedias y experimentación en los primeros días de la Muestra Holandesa en Cuba
- por © Frank Padrón (Cuba)-NOTICINE.com
Mientras los cortos animados apuntan por lo general a un experimentalismo formal casi siempre vacío que por ende no encuentra buena recepción de público ("Carga perdida", "Pronóstico", "Conchas"…), los largos, por suerte, mantienen no sólo repleta en todas sus tandas la sala Chaplin de la Cinemateca de Cuba que sirve de sede a esta segunda Muestra de Cine Holandés en la Habana, sino que el público abandona la misma agradecido y dispuesto a regresar. Hasta ahora, las comedias llevan no sólo la mayor carga en la programación sino que son, indiscutiblemente, las preferidas.
"Camarero" (2006), de Alex van Warmerdam, toca una cuerda no novedosa, pero siempre atractiva: la polémica y compleja relación ficción/realidad dentro de la literatura, su interacción dentro de la anécdota al punto que se hace difícil delimitar los espacios específicos de ambas: los personajes, no sólo el principal, encaran al autor, se revelan del destino forzado (y con frecuencia ilógico e injusto) que aquel, implacable demiurgo, les asigna, mientras su compañera trata constantemente de cambiar el curso de la historia.
Llega un momento en que el recurso se torna abusivo, un poco de dosificación hubiera aportado mucho a esta humorada que, de cualquier manera, resulta deliciosa: por otra parte, los ramalazos a los excesos de los escritores de ficción, a los vicios y lugares comunes de la literatura contemporánea de este tipo y al "intrusismo profesional" gravitan en medio de situaciones simpatiquísimas y muy bien plasmadas a nivel de guión y de puesta, algo que las actuaciones redondean.
Otra muy bien recibida fue "Hotel paraíso", de Paula van der Oest, candidata al Oscar extranjero en 2001. El lugar que le da título es la manzana de la discordia entre un joven presuntamente gay que de pronto anuncia un matrimonio hetero, y sus tres hermanas, llenas de frustraciones sexuales y de problemas con sus parejas , que hacen lo (im)posible por impedir una boda que las haría perder el precioso sitio en un balneario portugués.
Se trata de una pieza feminista, pero sin rabietas ni panfletos; por el contrario, la directora es hipercrítica con su género: se burla de sus excesos, sus argucias e histerismos, a la vez que lanza una aguda mirada, más allá de los sexos, a la disfuncionalidad de la familia media en la Holanda contemporánea.
Ingenio, inteligente montaje, notable diseño de personajes, dinamismo narrativo y excelentes actuaciones, caracterizan el film.
Por último, hasta ahora "Anaranjado" (2004), de Joram Lürsen, vuelve a mixturar seres en mundos diferentes; esta vez, el adolescente Remco, futbolista que aspira a clasificar en la selección nacional de su país, mantiene una cálida y singular relación con su padre, muerto de un infarto debido a sus apasionamientos durante las prácticas de su hijo; aunque menor en cuánto al calado caracterológico y las proporciones irónicas, la comedia también se disfruta por su calidez, su bien proyectada narración y sus desempeños, ante todo del jovencito y su padre.
Con una notable carga humanística, el documental "Los niños perdidos de Buddha" (2006), de Mark Verkek, premiado en su país y en Los Angeles, sigue con sobriedad y contención a un legendario monje tailandés, ex boxeador, que en los últimos quince años se dedica a la protección y cuidado de los niños huérfanos de Tai, frontera norte de Tailandia.
"Camarero" (2006), de Alex van Warmerdam, toca una cuerda no novedosa, pero siempre atractiva: la polémica y compleja relación ficción/realidad dentro de la literatura, su interacción dentro de la anécdota al punto que se hace difícil delimitar los espacios específicos de ambas: los personajes, no sólo el principal, encaran al autor, se revelan del destino forzado (y con frecuencia ilógico e injusto) que aquel, implacable demiurgo, les asigna, mientras su compañera trata constantemente de cambiar el curso de la historia.
Llega un momento en que el recurso se torna abusivo, un poco de dosificación hubiera aportado mucho a esta humorada que, de cualquier manera, resulta deliciosa: por otra parte, los ramalazos a los excesos de los escritores de ficción, a los vicios y lugares comunes de la literatura contemporánea de este tipo y al "intrusismo profesional" gravitan en medio de situaciones simpatiquísimas y muy bien plasmadas a nivel de guión y de puesta, algo que las actuaciones redondean.
Otra muy bien recibida fue "Hotel paraíso", de Paula van der Oest, candidata al Oscar extranjero en 2001. El lugar que le da título es la manzana de la discordia entre un joven presuntamente gay que de pronto anuncia un matrimonio hetero, y sus tres hermanas, llenas de frustraciones sexuales y de problemas con sus parejas , que hacen lo (im)posible por impedir una boda que las haría perder el precioso sitio en un balneario portugués.
Se trata de una pieza feminista, pero sin rabietas ni panfletos; por el contrario, la directora es hipercrítica con su género: se burla de sus excesos, sus argucias e histerismos, a la vez que lanza una aguda mirada, más allá de los sexos, a la disfuncionalidad de la familia media en la Holanda contemporánea.
Ingenio, inteligente montaje, notable diseño de personajes, dinamismo narrativo y excelentes actuaciones, caracterizan el film.
Por último, hasta ahora "Anaranjado" (2004), de Joram Lürsen, vuelve a mixturar seres en mundos diferentes; esta vez, el adolescente Remco, futbolista que aspira a clasificar en la selección nacional de su país, mantiene una cálida y singular relación con su padre, muerto de un infarto debido a sus apasionamientos durante las prácticas de su hijo; aunque menor en cuánto al calado caracterológico y las proporciones irónicas, la comedia también se disfruta por su calidez, su bien proyectada narración y sus desempeños, ante todo del jovencito y su padre.
Con una notable carga humanística, el documental "Los niños perdidos de Buddha" (2006), de Mark Verkek, premiado en su país y en Los Angeles, sigue con sobriedad y contención a un legendario monje tailandés, ex boxeador, que en los últimos quince años se dedica a la protección y cuidado de los niños huérfanos de Tai, frontera norte de Tailandia.