Colaboración: Paolo Virzì de tú a tú con el público habanero
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Por Frank Padrón
No sólo por la comunicación estrecha y singular que buena parte de su cine (al cual se dedicó la Semana de cine italiano que hasta el domingo tuvo lugar en la habanera sala "Riviera") estableciera con los muchos espectadores que han acudido a conocerlo y disfrutarlo: el propio Paolo Virzì en persona se presentó a una de las tandas para dialogar con éstos.
Alguien (con respaldo de todo el lunetario) le agradeció su manera tan agradable y directa de reflejar complejos aspectos de la realidad italiana que va desde los años 90 del pasado siglo hasta ahora mismo, mientras otro resaltó el respeto y la simpatía con que, en uno de sus films estrenados en Cuba, abordaba la figura de Fidel Castro y del pueblo cubano, todo lo cual fue respondido por el cineasta con buen ánimo y humor, ingredientes habituales de su cine.
Tras una jornada no muy feliz sobre el nuevo documental italiano (con temas, como ya se anunció, interesantes y motivadores pero con un defecto común: la acumulación excesiva de información que afecta la cristalización estética, presencia de anti-clímax y varios finales, cual si los realizadores no supieran o pudieran acabar como Dios manda, y para colmo, uno de los títulos más esperados, "De repente el pasado invierno", sobre la manipulación mediática y política del aceptado matrimonio gay, llegó sin subtítulos al español) se retornó felizmente a la obra del homenajeado en esta semana: Virzì, cuya obra, temáticamente pudiera agruparse en los siguientes acápites:
a)-cintas que, aún con varios y diversos personajes, se concentran sobre todo en uno de ellos ("Caterina va a la ciudad", "My name is Tanino", "Ovosodo")
b)-cintas corales ("Toda la vida por delante", "Besos y abrazos", "Vacaciones de agosto"...)
A medio camino entre ambas, "La bella vida" (1994) se sumerge en el mundo obrero, y sigue a la pareja de Bruno y Mirella, la cual se vuelve triángulo cuando la joven trabajadora en un supermercado y "felizmente casada" con Bruno ( siderúrgico en paro) se deslumbra con los encantos del presentador televisual Gerry Fumo. El hecho de que la acción se desarrolle en Piombino, pueblo del interior, demuestra que al realizador no sólo le motivan los conflictos y contradicciones de la cosmopolita y legendaria Roma, donde vive y trabaja, sino también zonas de la periferia en la que (parece decirnos con varios de sus films) los problemas no sólo son acaso mayores, sino que destilan por ello no poco interés y motivación fílmica.
Aún cuando la diégesis conoce tantos circunloquios y vueltas de tuerca como ocurre en las vidas de los implicados, la cinta se sigue con atención por el tino que logra Virzì al mezclar gravedad y humor, hacer uso eficaz de la narración "in off" y una feliz dirección de actores, que esta vez incluye a Claudio Bigali, Sabrina Ferilli y Máximo Ghini.
Algo semejante a lo que ocurre con "Ovosodo"(1997), nombre de una barriada en el provinciano Livorno: allí conoceremos y seguiremos los avatares de Piero (logrado desempeño el de Edorardo Gabriellini), sensible hijo de un "habitué" de la cárcel, su hermano retardado, su inconforme madrastra, la influencia de una liberal y un tanto contradictoria profesora de literatura (asumida por Nicholeta Brasci, quien obtuvo por este rol el "David di Donatello" a la mejor actriz de reparto) y la amistad de un "rebelde sin causa", Tomasso, hijo de padres ricos que vive como un hippie.
"May name is Tanino"(2002) es la clásica película de aventuras sobre un nativo (en este caso italiano, claro) en Estados Unidos: el choque de culturas, el inventario de seres estrafalarios y ajenos... particularmente resulta muy interesante la "colonia" romana que ha constituido todo un emporio de "nuevos ricos" en la competitiva América, como le llaman: entretenida y reveladora, descuella sobre todo el protagónico de Corrado Fortuna como el joven emigrante.
El buen pulso que Virzì detenta para el realismo costumbrista y el retrato concentrado en uno o pocos personajes, no pierde fuerza cuando ataca la coralidad (ya hablábamos de ello en "Caterina va a la ciudad", uno de sus mejores títulos) como demuestra también en "Vacaciones de verano" (1995) donde, fiel a su predilección por enfrentar clases sociales antagónicas, reúne como vecinos ocasionales en la playa de Ventotene a dos familias diametralmente opuestas en sus orientaciones políticas: derecha e izquierda vuelven a pugnar en las actitudes y encontronazos de sus personajes, aunque más que sus criterios en ese terreno, lo que verdaderamente interesa al realizador son sus conflictos existenciales, las frustraciones, la infelicidad que conllevan uniones erradas , las peculiaridades de comportamientos que arman un complejo e interesante puzzle, una vez más representativo de todo un país.
Aún más concentrada en lo ontológico que en lo político, "Besos y abrazos" (1999) trabaja un motivo común: la confusión de personalidades, pero ello no desemboca en la clásica "comedia de equívocos" sino que, saltando sobre lo siempre un tanto forzado que implica el enredo, volvemos a una simpática reunión de los más diversos caracteres para diseccionarlos y analizarlos cuando en una zona del campo toscano a varios integrantes de una familia desempleada se le ocurre iniciar un insólito negocio: un criadero de avestruces y confunden a Mario (próspero consejal que pudiera darles el imprescindible financiamiento) con un desarraigado procedente de Salerno cuyo restaurante y su matrimonio están en la ruina. De nuevo, el desempleo y las dificultades para encontrar trabajo dan médula a la historia, que siempre tras la disección trágicómica de la realidad, finaliza con un brote de esperanza.
Ingenio, ironía, sagacidad para el retrato socio-sicológico, habilidad para la captación de ambientes (desde aldeas periféricas al corazón de la urbe) y para colocar todo en relatos bien escritos y mejor plasmados, así como mano precisa para la dirección actoral, caracterizan el cine de Paolo Virzì, un resucitador de la célebre "comedia a la italiana" de los años 60 y 70 que nos legó una grata Semana de cine italiano.
No sólo por la comunicación estrecha y singular que buena parte de su cine (al cual se dedicó la Semana de cine italiano que hasta el domingo tuvo lugar en la habanera sala "Riviera") estableciera con los muchos espectadores que han acudido a conocerlo y disfrutarlo: el propio Paolo Virzì en persona se presentó a una de las tandas para dialogar con éstos.
Alguien (con respaldo de todo el lunetario) le agradeció su manera tan agradable y directa de reflejar complejos aspectos de la realidad italiana que va desde los años 90 del pasado siglo hasta ahora mismo, mientras otro resaltó el respeto y la simpatía con que, en uno de sus films estrenados en Cuba, abordaba la figura de Fidel Castro y del pueblo cubano, todo lo cual fue respondido por el cineasta con buen ánimo y humor, ingredientes habituales de su cine.
Tras una jornada no muy feliz sobre el nuevo documental italiano (con temas, como ya se anunció, interesantes y motivadores pero con un defecto común: la acumulación excesiva de información que afecta la cristalización estética, presencia de anti-clímax y varios finales, cual si los realizadores no supieran o pudieran acabar como Dios manda, y para colmo, uno de los títulos más esperados, "De repente el pasado invierno", sobre la manipulación mediática y política del aceptado matrimonio gay, llegó sin subtítulos al español) se retornó felizmente a la obra del homenajeado en esta semana: Virzì, cuya obra, temáticamente pudiera agruparse en los siguientes acápites:
a)-cintas que, aún con varios y diversos personajes, se concentran sobre todo en uno de ellos ("Caterina va a la ciudad", "My name is Tanino", "Ovosodo")
b)-cintas corales ("Toda la vida por delante", "Besos y abrazos", "Vacaciones de agosto"...)
A medio camino entre ambas, "La bella vida" (1994) se sumerge en el mundo obrero, y sigue a la pareja de Bruno y Mirella, la cual se vuelve triángulo cuando la joven trabajadora en un supermercado y "felizmente casada" con Bruno ( siderúrgico en paro) se deslumbra con los encantos del presentador televisual Gerry Fumo. El hecho de que la acción se desarrolle en Piombino, pueblo del interior, demuestra que al realizador no sólo le motivan los conflictos y contradicciones de la cosmopolita y legendaria Roma, donde vive y trabaja, sino también zonas de la periferia en la que (parece decirnos con varios de sus films) los problemas no sólo son acaso mayores, sino que destilan por ello no poco interés y motivación fílmica.
Aún cuando la diégesis conoce tantos circunloquios y vueltas de tuerca como ocurre en las vidas de los implicados, la cinta se sigue con atención por el tino que logra Virzì al mezclar gravedad y humor, hacer uso eficaz de la narración "in off" y una feliz dirección de actores, que esta vez incluye a Claudio Bigali, Sabrina Ferilli y Máximo Ghini.
Algo semejante a lo que ocurre con "Ovosodo"(1997), nombre de una barriada en el provinciano Livorno: allí conoceremos y seguiremos los avatares de Piero (logrado desempeño el de Edorardo Gabriellini), sensible hijo de un "habitué" de la cárcel, su hermano retardado, su inconforme madrastra, la influencia de una liberal y un tanto contradictoria profesora de literatura (asumida por Nicholeta Brasci, quien obtuvo por este rol el "David di Donatello" a la mejor actriz de reparto) y la amistad de un "rebelde sin causa", Tomasso, hijo de padres ricos que vive como un hippie.
"May name is Tanino"(2002) es la clásica película de aventuras sobre un nativo (en este caso italiano, claro) en Estados Unidos: el choque de culturas, el inventario de seres estrafalarios y ajenos... particularmente resulta muy interesante la "colonia" romana que ha constituido todo un emporio de "nuevos ricos" en la competitiva América, como le llaman: entretenida y reveladora, descuella sobre todo el protagónico de Corrado Fortuna como el joven emigrante.
El buen pulso que Virzì detenta para el realismo costumbrista y el retrato concentrado en uno o pocos personajes, no pierde fuerza cuando ataca la coralidad (ya hablábamos de ello en "Caterina va a la ciudad", uno de sus mejores títulos) como demuestra también en "Vacaciones de verano" (1995) donde, fiel a su predilección por enfrentar clases sociales antagónicas, reúne como vecinos ocasionales en la playa de Ventotene a dos familias diametralmente opuestas en sus orientaciones políticas: derecha e izquierda vuelven a pugnar en las actitudes y encontronazos de sus personajes, aunque más que sus criterios en ese terreno, lo que verdaderamente interesa al realizador son sus conflictos existenciales, las frustraciones, la infelicidad que conllevan uniones erradas , las peculiaridades de comportamientos que arman un complejo e interesante puzzle, una vez más representativo de todo un país.
Aún más concentrada en lo ontológico que en lo político, "Besos y abrazos" (1999) trabaja un motivo común: la confusión de personalidades, pero ello no desemboca en la clásica "comedia de equívocos" sino que, saltando sobre lo siempre un tanto forzado que implica el enredo, volvemos a una simpática reunión de los más diversos caracteres para diseccionarlos y analizarlos cuando en una zona del campo toscano a varios integrantes de una familia desempleada se le ocurre iniciar un insólito negocio: un criadero de avestruces y confunden a Mario (próspero consejal que pudiera darles el imprescindible financiamiento) con un desarraigado procedente de Salerno cuyo restaurante y su matrimonio están en la ruina. De nuevo, el desempleo y las dificultades para encontrar trabajo dan médula a la historia, que siempre tras la disección trágicómica de la realidad, finaliza con un brote de esperanza.
Ingenio, ironía, sagacidad para el retrato socio-sicológico, habilidad para la captación de ambientes (desde aldeas periféricas al corazón de la urbe) y para colocar todo en relatos bien escritos y mejor plasmados, así como mano precisa para la dirección actoral, caracterizan el cine de Paolo Virzì, un resucitador de la célebre "comedia a la italiana" de los años 60 y 70 que nos legó una grata Semana de cine italiano.