Semana de cine húngaro en Cuba: mucho "Hipo" y pocas nueces
- por © Frank Padrón (Cuba)-NOTICINE.com
Tal y como se esperaba por las referencias, la experimental "Hipo" resultó una de las ci(n)tas más valiosas dentro de la Semana de Cine Húngaro (2000-07) que finalizó este miércoles noche en la Habana, y que realmente no inclina la balanza a favor de aquella interrogante que lanzáramos en nuestro comentario inicial, sobre la continuidad en los altos kilates de la producción magiar que recibiéramos sobre todo en los años 60 y 70 del pasado siglo.
Comedias simpáticas y agudas, sí (como la que situó el punto final a la muestra: "Sexo y nada más", de Krisztina Goda en torno a una mujer entrada en los 30 que anhela ser madre pero no encuentra el hombre adecuado que la convierta en tal) que incluso, como también señaláramos, revelan entre líneas muchos de los problemas sociales y ontológicos que aquejan a la nación post-socialista en la actualidad, pero se echa de menos aquella enjundia, aquella riqueza conceptual y estética que signara la obra de los Jancsó, Meszaros, Fabri, Zsabó (como sabemos, aún en activo pero bastante alejado de sus glorias pasadas) y compañía.
"Hipo", afortunadamente, representa una tendencia que, no lo vamos a negar, dado su carácter innovador e intergenérico, se sabe no podría erigirse en un modelo mayoritario de producción, sin embargo, consuela saber que aún se encuentran verdaderos autores, artistas empeñados en concebir el cine como un arte aplicándoles como si fuera poco, un sello.
La dirigió en 2002 György Pálfi, quien se vuelca a la vida cotidiana de los habitantes del campo en una zona de la Hungría de hoy: el hipo de un anciano sirve de enlace a los elementos que componen el paisaje: los hombres y mujeres, los animales, las plantas . Siguiendo un método análogo al que lanzara el documentalista Godfrey Reggio en sus maravillosos films (Koyaanisqatsi, Powaqatsi...), y también heredado por nuestro Fernando Pérez en su ya antológica Suite Habana, el cineasta húngaro prescinde de las palabras y consigue toda una sinfonía de sonidos e imágenes, perfecta y armoniosamente sincronizadas desde planos que van de la profundidad de campo al big close-up pasando por inclinaciones y grúas que se detiene en detalles y aspectos aparentemente insignificantes, que pasarían inadvertidos a una mirada menos escrutadora y curiosa, pero su lente no lo es, al contrario nos ayuda a introducirnos en esos mundos pequeños y sin embargo tan importantes, apoyado en una contrastante y sensual fotografía, un montaje que hilvana y relaciona y una banda sonora que es toda una "masterpiece" en cuanto encuentra (y trasmite) la verdadera orquesta que es la naturaleza en sus ruidos y su música (sólo aparentemente) desorganizados.
Si no hubiera habido otros momentos altos (pocos, ya decíamos) dentro de esta muestra húngara, ya "Hipo" hubiera validado la misma. Esperemos, no obstante, que para la próxima sean más abundantes los que nos hagan, al menos evocar aquel antiguo esplendor de ese cine que iluminó nuestras pantallas décadas atrás.
Comedias simpáticas y agudas, sí (como la que situó el punto final a la muestra: "Sexo y nada más", de Krisztina Goda en torno a una mujer entrada en los 30 que anhela ser madre pero no encuentra el hombre adecuado que la convierta en tal) que incluso, como también señaláramos, revelan entre líneas muchos de los problemas sociales y ontológicos que aquejan a la nación post-socialista en la actualidad, pero se echa de menos aquella enjundia, aquella riqueza conceptual y estética que signara la obra de los Jancsó, Meszaros, Fabri, Zsabó (como sabemos, aún en activo pero bastante alejado de sus glorias pasadas) y compañía.
"Hipo", afortunadamente, representa una tendencia que, no lo vamos a negar, dado su carácter innovador e intergenérico, se sabe no podría erigirse en un modelo mayoritario de producción, sin embargo, consuela saber que aún se encuentran verdaderos autores, artistas empeñados en concebir el cine como un arte aplicándoles como si fuera poco, un sello.
La dirigió en 2002 György Pálfi, quien se vuelca a la vida cotidiana de los habitantes del campo en una zona de la Hungría de hoy: el hipo de un anciano sirve de enlace a los elementos que componen el paisaje: los hombres y mujeres, los animales, las plantas . Siguiendo un método análogo al que lanzara el documentalista Godfrey Reggio en sus maravillosos films (Koyaanisqatsi, Powaqatsi...), y también heredado por nuestro Fernando Pérez en su ya antológica Suite Habana, el cineasta húngaro prescinde de las palabras y consigue toda una sinfonía de sonidos e imágenes, perfecta y armoniosamente sincronizadas desde planos que van de la profundidad de campo al big close-up pasando por inclinaciones y grúas que se detiene en detalles y aspectos aparentemente insignificantes, que pasarían inadvertidos a una mirada menos escrutadora y curiosa, pero su lente no lo es, al contrario nos ayuda a introducirnos en esos mundos pequeños y sin embargo tan importantes, apoyado en una contrastante y sensual fotografía, un montaje que hilvana y relaciona y una banda sonora que es toda una "masterpiece" en cuanto encuentra (y trasmite) la verdadera orquesta que es la naturaleza en sus ruidos y su música (sólo aparentemente) desorganizados.
Si no hubiera habido otros momentos altos (pocos, ya decíamos) dentro de esta muestra húngara, ya "Hipo" hubiera validado la misma. Esperemos, no obstante, que para la próxima sean más abundantes los que nos hagan, al menos evocar aquel antiguo esplendor de ese cine que iluminó nuestras pantallas décadas atrás.