Joaquín Oristrell escribe sobre "Dieta mediterránea"
- por © Alta Films / NOTICINE.com
Por Joaquín Oristrell*
Ésta es una comedia con amor, sexo, familia y cocina. Es una idea que me persigue hace años. Empezó a “seducirme” cuando comprendí que España se dirigía irremediablemente a ocupar uno de los primeros puestos de la gastronomía internacional. Fue cuando los restaurantes empezaron a cuidar su imagen, los platos menguaron, los cocineros tuvieron de pronto nombre y apellidos y la mayoría de mis amigos se hicieron forofos del tofu, la tempura y el sushi.
Pero la culpa de verdad la tuvieron las carreras meteóricas de cocineros estrella como Ferrán Adrià, Carme Ruscalleda o Santi Santamaría (por no citar a muchos más), que me abocaron a esta especie de “kitchen ópera” donde tres personajes evolucionan a lo largo de 40 años (de 1968 a 2008), en una trayectoria muy paralela a la de este viejo continente.
Comer es una necesidad pero también el primer placer del ser humano y posiblemente el último.
El sur de Europa pertenece a un área de hábitos alimentarios dominada por la influencia de un mar pequeño (Mediterráneo: pequeño mar entre tierras) por el que se movieron los persas, los macedonios, los griegos, los romanos, los árabes, los castellanos, los turcos, desparramando sus ansias de civilización por el resto del mundo.
A esa tradición alimentaria, que tiene en el pan, el vino y el aceite de oliva sus tres máximos ingredientes, se le ha dado en llamar "Dieta mediterránea"; algo que, por encima del hecho de comer y de sus cualidades nutricionales, se ha convertido en una forma de vida.
De esa forma de vida, en muchos sentidos totalmente opuesta a la de los países anglosajones, habla esta película.
De una manera sensual de nacer, crecer, amar, odiar, entender las relaciones sexuales, trabajar y continuar viviendo.
De una forma especial de valorar el tiempo.
De unos personajes que viven pegados a su tierra y a su familia.
Y eso lo hacemos de la mano de tres personajes únicos: Sofía (Olivia Molina), la gran cocinera, capaz de ofrecer recetas muy especiales a su cocina y a su vida, Toni (Paco León), el hombre que la ama por encima de todo y que la pega a la tierra, y Frank (Alfonso Bassave), el tipo solitario y escurridizo que huele el talento y es capaz de cualquier cosa por conseguirlo. Dos hombres y una mujer como eje de sus existencias.
¿Existe algún hombre que de verdad tenga la sensibilidad de entender a fondo a una mujer? Esta película responde que sí.
(*): Joaquín Oristrell, director y guionista de "Dieta mediterránea", que se estrena este viernes y participa en el apartado de cine y gastronomía del Festival de Berlín, se hizo primero conocido como guionista para otros cineastas, desde finales de los 80. Entre otros escribió para Fernando Colomo, Josefina Molina, Manuel Iborra y Manuel Gómez Pereira. En 1997 debutó como director con "De qué se ríen las mujeres", a la que siguieron "Novios", "Sin vergüenza", "Los abajo firmantes", "Insconscientes" y "Va a ser que nadie es perfecto".
Ésta es una comedia con amor, sexo, familia y cocina. Es una idea que me persigue hace años. Empezó a “seducirme” cuando comprendí que España se dirigía irremediablemente a ocupar uno de los primeros puestos de la gastronomía internacional. Fue cuando los restaurantes empezaron a cuidar su imagen, los platos menguaron, los cocineros tuvieron de pronto nombre y apellidos y la mayoría de mis amigos se hicieron forofos del tofu, la tempura y el sushi.
Pero la culpa de verdad la tuvieron las carreras meteóricas de cocineros estrella como Ferrán Adrià, Carme Ruscalleda o Santi Santamaría (por no citar a muchos más), que me abocaron a esta especie de “kitchen ópera” donde tres personajes evolucionan a lo largo de 40 años (de 1968 a 2008), en una trayectoria muy paralela a la de este viejo continente.
Comer es una necesidad pero también el primer placer del ser humano y posiblemente el último.
El sur de Europa pertenece a un área de hábitos alimentarios dominada por la influencia de un mar pequeño (Mediterráneo: pequeño mar entre tierras) por el que se movieron los persas, los macedonios, los griegos, los romanos, los árabes, los castellanos, los turcos, desparramando sus ansias de civilización por el resto del mundo.
A esa tradición alimentaria, que tiene en el pan, el vino y el aceite de oliva sus tres máximos ingredientes, se le ha dado en llamar "Dieta mediterránea"; algo que, por encima del hecho de comer y de sus cualidades nutricionales, se ha convertido en una forma de vida.
De esa forma de vida, en muchos sentidos totalmente opuesta a la de los países anglosajones, habla esta película.
De una manera sensual de nacer, crecer, amar, odiar, entender las relaciones sexuales, trabajar y continuar viviendo.
De una forma especial de valorar el tiempo.
De unos personajes que viven pegados a su tierra y a su familia.
Y eso lo hacemos de la mano de tres personajes únicos: Sofía (Olivia Molina), la gran cocinera, capaz de ofrecer recetas muy especiales a su cocina y a su vida, Toni (Paco León), el hombre que la ama por encima de todo y que la pega a la tierra, y Frank (Alfonso Bassave), el tipo solitario y escurridizo que huele el talento y es capaz de cualquier cosa por conseguirlo. Dos hombres y una mujer como eje de sus existencias.
¿Existe algún hombre que de verdad tenga la sensibilidad de entender a fondo a una mujer? Esta película responde que sí.
(*): Joaquín Oristrell, director y guionista de "Dieta mediterránea", que se estrena este viernes y participa en el apartado de cine y gastronomía del Festival de Berlín, se hizo primero conocido como guionista para otros cineastas, desde finales de los 80. Entre otros escribió para Fernando Colomo, Josefina Molina, Manuel Iborra y Manuel Gómez Pereira. En 1997 debutó como director con "De qué se ríen las mujeres", a la que siguieron "Novios", "Sin vergüenza", "Los abajo firmantes", "Insconscientes" y "Va a ser que nadie es perfecto".