Ciclo en Cuba: Cosas que hacen que el cine español valga la pena
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Por Frank Padrón
A mitad de Semana dentro de la muestra Cine Español del Nuevo Milenio (2001-2008) que desde hace algunos días puede apreciarse en las tres tandas del cine Chaplin (Cinemateca de Cuba) ya es posible sacar ciertas conclusiones. La primera de ellas es que la producción de la antigua metrópoli cubana entró en la nueva era con buen pie: aún sin finalizar la década inicial del siglo XXI puede apreciarse la diversidad de enfoques y estilos, las miradas que descentralizan la toponimia a lo exclusivamente madrileño, la presencia cada vez más protagónica del documental, lo coral como eficiente voz narrativa y la coexistencia feliz (a veces dentro de un mismo film) del drama y la comedia.
La première, con "Una palabra tuya" (2008) de la actual ministra de Cultura Angeles Gonzáles-Sinde ("La suerte dormida") enrola a dos compañeras de trabajo radicalmente distintas: la optimista y vital Rosario y la leal pero turbia y depresiva Milagros, quienes trabajan recogiendo basura en las calles. Acierta la directora en afin(l)ar su instrumental caracterológico: rezuman matices y singularidades los dos personajes, la relación entre ambas (y otros seres como la madre o el amante de Rosario), todo lo que las une y distancia dentro de un trayecto que contempla un acertado flujo a la hora de contar la historia de manera analéptica pero asistida por un notable montaje; sólo que, demasiado apegada a los accidentes de la historia, la directora parece olvidar dónde situar el punto final, de modo que su interesante filme padece de más de un desenlace.
El veterano Manuel Gutiérrez Aragón nos introduce con "La vida que te espera" (2004) en un intrincado paraje rural donde dos muchachas malviven con un tradicional padre al que sólo parecen interesarle las vacas y los arduos trabajos campestres, en los que enrola a la mayor de sus hijas; un homicidio y una historia de amor que va surgiendo a partir de éste nos introduce en un contundente estudio de caracteres y ambientes donde lo cortante y agreste del clima dramático se respira de principio a fin; entre sus indudables valores descuella el trabajo de la actriz revelación Marta Atura, reconocida como tal en varios certámenes españoles.
"Cosas que hacen que la vida valga la pena" (2004) es una comedia típica de Manuel Gómez Pereira ("Boca a boca", "Todos los hombres sois iguales", "El amor perjudica seriamente la salud"…): progresiva historia de amor esta vez entre Hortensia, divorciada y aburrida trabajadora social y Jorge, tipo corriente y separado, que a su vez los relaciona con otros y muy pintorescos personajes. Nada injustos fueron los premios Turia concedidos a la pareja protagónica (Ana Belén y Eduardo Fernández) pues de veras figuran ellos entre los sólidos méritos de una pieza divertida, reflexiva y muy bien armada.
No puede decirse lo mismo de "Camino" (2008), de Javier Fesser, acaso la cinta más polémica de las que integran esta muestra de cine ibérico: grandilocuente y manipuladora película que paradójicamente, alude a esas características partiendo de una historia real: una niña que muere de cáncer, utilizada por el Opus Dei para la canonización. Debe reconocerse en Fesser a un realizador que logra diseñar espléndidos momentos coreográficos, que sabe dirigir actores (Nerea Camacho, Carmen Elias, Jordi Dauder, Mariano Venancio, Ana Gracia...) y sobre todo, defender con vehemencia una tesis (en esta ocasión, es obvio: demonizar la institución religiosa a la que emplaza por fundamentalista y maquiavélica) pero difícilmente pueda sufrirse hasta el final esta historia morbosa, retorcida y llena de excesos donde los hubo, con todo y sus seis premios Goya, a todas luces también excesivos.
Dos notables cintas corales han arrancado aplausos: "En la ciudad" (2003), de Cesc Gay y "Tapas" (2005), de Juan Cruz y José Corbacho. Urbanas, intergenéricas (entre el drama y la comedia), intensas y sugerentes en sus cruces de personajes e historias de lo más motivadores, estudiosas las dos de la soledad, la amistad, el amor erótico, el matrimonio y la lealtad, ambas con la comida como motivo aglutinador y regente, la primera es una típica continuadora de la prestigiosa "Escuela de Barcelona", mientras la segunda (acaso más televisiva y light) se anota más alta puntuación en el dinámico montaje, aunque ambas exhiben una eficaz nómina actoral y muy certeros tratamientos narrativos y dramáticos.
Todavía hay qué ver en esta bien enrumbada Semana del cine español más reciente. Seguiremos entonces, en contacto.
A mitad de Semana dentro de la muestra Cine Español del Nuevo Milenio (2001-2008) que desde hace algunos días puede apreciarse en las tres tandas del cine Chaplin (Cinemateca de Cuba) ya es posible sacar ciertas conclusiones. La primera de ellas es que la producción de la antigua metrópoli cubana entró en la nueva era con buen pie: aún sin finalizar la década inicial del siglo XXI puede apreciarse la diversidad de enfoques y estilos, las miradas que descentralizan la toponimia a lo exclusivamente madrileño, la presencia cada vez más protagónica del documental, lo coral como eficiente voz narrativa y la coexistencia feliz (a veces dentro de un mismo film) del drama y la comedia.
La première, con "Una palabra tuya" (2008) de la actual ministra de Cultura Angeles Gonzáles-Sinde ("La suerte dormida") enrola a dos compañeras de trabajo radicalmente distintas: la optimista y vital Rosario y la leal pero turbia y depresiva Milagros, quienes trabajan recogiendo basura en las calles. Acierta la directora en afin(l)ar su instrumental caracterológico: rezuman matices y singularidades los dos personajes, la relación entre ambas (y otros seres como la madre o el amante de Rosario), todo lo que las une y distancia dentro de un trayecto que contempla un acertado flujo a la hora de contar la historia de manera analéptica pero asistida por un notable montaje; sólo que, demasiado apegada a los accidentes de la historia, la directora parece olvidar dónde situar el punto final, de modo que su interesante filme padece de más de un desenlace.
El veterano Manuel Gutiérrez Aragón nos introduce con "La vida que te espera" (2004) en un intrincado paraje rural donde dos muchachas malviven con un tradicional padre al que sólo parecen interesarle las vacas y los arduos trabajos campestres, en los que enrola a la mayor de sus hijas; un homicidio y una historia de amor que va surgiendo a partir de éste nos introduce en un contundente estudio de caracteres y ambientes donde lo cortante y agreste del clima dramático se respira de principio a fin; entre sus indudables valores descuella el trabajo de la actriz revelación Marta Atura, reconocida como tal en varios certámenes españoles.
"Cosas que hacen que la vida valga la pena" (2004) es una comedia típica de Manuel Gómez Pereira ("Boca a boca", "Todos los hombres sois iguales", "El amor perjudica seriamente la salud"…): progresiva historia de amor esta vez entre Hortensia, divorciada y aburrida trabajadora social y Jorge, tipo corriente y separado, que a su vez los relaciona con otros y muy pintorescos personajes. Nada injustos fueron los premios Turia concedidos a la pareja protagónica (Ana Belén y Eduardo Fernández) pues de veras figuran ellos entre los sólidos méritos de una pieza divertida, reflexiva y muy bien armada.
No puede decirse lo mismo de "Camino" (2008), de Javier Fesser, acaso la cinta más polémica de las que integran esta muestra de cine ibérico: grandilocuente y manipuladora película que paradójicamente, alude a esas características partiendo de una historia real: una niña que muere de cáncer, utilizada por el Opus Dei para la canonización. Debe reconocerse en Fesser a un realizador que logra diseñar espléndidos momentos coreográficos, que sabe dirigir actores (Nerea Camacho, Carmen Elias, Jordi Dauder, Mariano Venancio, Ana Gracia...) y sobre todo, defender con vehemencia una tesis (en esta ocasión, es obvio: demonizar la institución religiosa a la que emplaza por fundamentalista y maquiavélica) pero difícilmente pueda sufrirse hasta el final esta historia morbosa, retorcida y llena de excesos donde los hubo, con todo y sus seis premios Goya, a todas luces también excesivos.
Dos notables cintas corales han arrancado aplausos: "En la ciudad" (2003), de Cesc Gay y "Tapas" (2005), de Juan Cruz y José Corbacho. Urbanas, intergenéricas (entre el drama y la comedia), intensas y sugerentes en sus cruces de personajes e historias de lo más motivadores, estudiosas las dos de la soledad, la amistad, el amor erótico, el matrimonio y la lealtad, ambas con la comida como motivo aglutinador y regente, la primera es una típica continuadora de la prestigiosa "Escuela de Barcelona", mientras la segunda (acaso más televisiva y light) se anota más alta puntuación en el dinámico montaje, aunque ambas exhiben una eficaz nómina actoral y muy certeros tratamientos narrativos y dramáticos.
Todavía hay qué ver en esta bien enrumbada Semana del cine español más reciente. Seguiremos entonces, en contacto.