Exitoso estreno en Cuba de la nueva película de Fernando Pérez, "Martí: El ojo del canario"

por © Frank Padrón (Cuba)-NOTICINE.com
'Martí: el ojo del canario'
'Martí: el ojo del canario'
Más de 10 minutos de pie y aplaudiendo fue el saldo que dejó la premiére en una abarrotada sala Chaplin de "Martí: el ojo del canario", el más reciente film nacional en torno a la adolescencia y primera juventud del Apóstol de la Independencia cubana. Mientras, parte del equipo de realización subía al escenario, con lo cual se reforzaba la cálida ovación. La fecha elegida para su estreno en Cuba no era casual: el 24 de marzo se cumplieron 51 años de creado el ICAIC.

El reto de su director, Fernando Pérez ("Suite Habana") no era sin embargo cosa de niños: asumir al Héroe Nacional en una etapa –de los 9 a los 17 años-- donde no se cuenta con mucho material bibliográfico ni histórico como para armar un retrato fidedigno, al pie de la letra. De modo que al también guionista  Pérez le quedó no poco margen para la imaginación, y así armar un Martí personal y suficientemente fictivo.

Claro, que el magma sociopolítico donde transcurrió ese difícil periodo de su vida (segunda mitad del siglo XIX, coloniaje español que reprimía y sumía en la miseria al país, a lo cual se enfrentaban los llamados "infidentes": partidarios de un nacionalismo democrático, y se alzaron los llamados mambises; trata negrera, esclavitud plena y cruenta…) sí aparece trazado con riguroso conocimiento de causa, a lo cual la dirección artística responde con espíritu perfeccionista.

La reconstrucción de época y ambiente, de la peculiar arquitectura, asoman entre los méritos iniciales del film, tanto en el mercadeo callejero, la escuela de rígidos métodos escolásticos, el campo revuelto y brutal infectado por otro negocio sí vergonzoso (la referida trata de negros) o la abundosa y rica fauna que el joven Martí escucha y aprehende poniendo oídos en tierra, como en la casa pobre pero cálida donde la familia mayoritariamente femenina era regida por el padre autoritario e intolerante con mano de hierro, o en la biblioteca o la casa del maestro liberal y amado (Rafael M. de Mendive)  adonde el adolescente pasó buena parte de su infancia.

Todo es aprehendido con cuidado, elegancia y fruición por el lente maestro de ese colaborador habitual de Fernando: el –a propósito- flamante Premio Nacional de Cine 2010 Raúl Pérez Ureta, por el espíritu investigativo y acucioso de otro que ya forma parte del equipo: el director artístico y escenógrafo Erick Grass, atento hasta la exquisitez a ese importante rubro; por Miriam Dueñas en fidelísimos vestidos, Magali Pompa recreando reveladores maquillajes, Juan Francisco Carreño Oliver a cargo de un aspecto no menos significativo en la época: los peinados.

El montaje (Julia Yip) también ayuda, sobre todo cuando ha sido explícita la voluntad directriz de alternar pasajes más personales con los que diseñan el ambiente social que incidía de un modo u otro en aquellos, en varios momentos  incluso enfatizando en la dualidad de ambientes.

Qué decir del sonido (Raúl Lorenzo Amargó Pérez); por otra parte alguien muy vinculado al mismo, otro colaborador habitual del cineasta (el músico Edesio Alejandro), más que una partitura propiamente dicha, confecciona un mapa de sonidos (no) ordenados: en "Suite…" nos entregó una peculiar Habana llena de ruidos, voces y esa música natural de calles y barriadas.

Aquí lo hace de nuevo: la capital decimonónica o sus alrededores agrarios, las tertulias y bares o la tranquilidad campestre (sólo interrumpida por la orquesta afinadísima de la fauna cubana) conforman una banda sonora extraordinaria.

Y están por supuesto, las actuaciones.

En Damián Rodríguez Vidal Martí niño encontró un expresivo intérprete que, sobre todo con sus ojos, logra decir y comunicar más que con la palabra. Daniel Romero Bildaín, que lo sustituye el crecer el líder, se ajusta tipológicamente al personaje, mas le faltó a ratos interiorización y fibra.

Entre los adultos, Rolando Brito (el padre, Mariano) consigue momentos de indudable fuerza dramática, pero buena parte de su desempeño se ve lastrada por un énfasis excesivo: confunde autoritarismo (característica principal del cabeza de familia) con una proyección eufónica rayana en lo vociferante, redondeando a la larga una conformación caracterológica demasiado externa.

Otra cosa es Broselianda Hernández (la madre): en su desempeño coexisten la ternura y la firmeza, las contradicciones entre el amor por el hijo rebelde y la familia toda y el miedo al sufrimiento, la contraparte al radicalismo paterno que debió tener Doña Leonor Pérez.

Lo más importante, o lo que corona definitivamente los anteriores y tan decisivos logros, sin embargo, es la calidez y sensibilidad alcanzadas sin acudir en lo mínimo al melodrama o el efectismo. Pérez y su equipo componen esta biopic con las armas de la autenticidad, aún en episodios que responden sólo a la especulación y el "pudo haber sido"; mas en definitiva: ¿de esto mismo no se han nutrido gloriosas páginas en la historia del cine?.

No sólo por lo martianos que somos casi todos en este lugar donde naciera el gran pensador, escritor y patriota (1853-95) sino que cualquier espectador de cualquier meridiano va a identificarse con sus luchas incipientes, su nobleza y sentido de la justicia, su talento literario, su entrega a la causa por la que vivió hasta morir literalmente en el campo de batalla y cuyos años tan importantes iniciales el director ha logrado atrapar y trasmitir con inspiradora y contagiante pasión.

'Martí: el ojo del canario'Quienes elogiaron en Fernando el experimentalismo y la novedad discursiva de sus últimas entregas (la unánimente aplaudida "Suite Habana" o hasta la polémica y generalmente rechazada "Madrigal") quizá no le perdonen el abrazar aquí una narración clásica, aristotélica o (pudiera incluso concederse) convencional, pero todos los días no puede salirse con un empujón a la gramática fílmica o apartarse de la senda con un número avant garde.

No sólo porque el realizador filmó para una serie de TV producida por la española Wanda titulada "Libertadores" aceptando requerimientos concretos de producción, la manera elegida es pertinente, sino porque al propio sujeto, a la historia en general, no pienso le cuadraba muy bien un relato fragmentado, analéptico o lleno de los insufribles procederes (des) narrativos propios del Nuevo-nuevo cine.

Creo honestamente que así está muy bien, que asistimos a la representación de un carácter en formación (estamos, sin rebuscar mucho, ante otro relato "de aprendizaje"), una época, un país en condiciones muy especiales y muy definitorias para el complejo y largo proceso de la nacionalidad cubana, que han sido aprehendidos en sus latidos esenciales.     

("Martí: el ojo del canario", que conoció también una proyección especial en la inauguración del camagueyano taller de la Crítica, y en el Festival de Guadalajara, México conocerá su estreno comercial del 1 al 7 de abril, de nuevo en la bien equipada sala Chaplin de la Cinemateca de Cuba).

'Martí: el ojo del canario'