Dunia Ayaso y Félix Sabroso escriben sobre "La isla interior"
- por © Alta Films-NOTICINE.com
Por Dunia Ayaso y Félix Sabroso *
Se trata de una historia retratada desde la sencillez. Vamos asistiendo a las vidas de tres hermanos dos días antes de que ocurra el accidente de su padre, un progenitor con un problema heredable: la esquizofrenia. En este guión todo sucede a través del poder de la palabra. Es una historia en la que escuchamos a los personajes. Y a veces sus palabras contradicen sus actos. También asistimos a una serie de situaciones cargadas de emoción intimista porque la película trata sobre la carga familiar ¿genética y cultural? que todos tenemos que aprender a llevar.
En muchas películas se habla de personajes que cambian o que superan etapas. Siempre nos había apetecido contar una historia sobre seres que no consiguen cambiar: todo aquello que heredamos de lo familiar a veces se convierte en un obstáculo infranqueable que nos impide hacer el dibujo de nuestras propias vidas. En esta idea comienza todo. Muchas experiencias personales y de nuestros alrededores nutren esta película.
El objetivo de la historia es hablar de cómo se vive y, sobre todo, cómo se sobrevive a la carga que llevamos de nuestra educación, de nuestros padres, a la herencia genética o emocional y al vértigo que produce el tener que asumir que estamos predeterminados por dicha herencia. Trabajamos desde este fondo temático siempre, y de él se derivan los subtemas: el miedo a la locura, la imposibilidad de ayudar a las personas que tenemos cerca porque estamos “demasiado cerca”, la incapacidad para cambiar, las frustraciones e impotencias que se derivan de la influencia de la educación, etcétera.
El casting estaba pensado muy desde la génesis de la película. Unos actores que se entregaron con generosidad y fe a un proyecto de bajo presupuesto porque confiaban plenamente en el guión. En el caso de Cristina, siempre la hemos admirado y trabajar con ella era un objetivo que perseguíamos desde hace tiempo. Estamos especialmente orgullosos del trabajo de los actores de esta película. Es uno de los fuertes de la misma. Creemos que hay que trabajar concienzudamente para crear tipos especiales, hacer personajes que resulten únicos, que ?desde su imagen externa al trabajo corporal e interpretativo? representen nuevos y sorpresivos registros en la trayectoria de los actores protagonistas. Se trata de trabajar durante un periodo amplio de ensayos. Crear los personajes empezando por un trabajo de mesa durante el que se construye el interior emocional.
Victoria es una mujer enamorada que, después de declararse la enfermedad de su marido, decide coger las riendas. La enfermedad es la que aparentemente genera opresión y miedo a sus hijos, pero la actitud de ella es sin embargo concluyente en el fracaso de las vidas de éstos. En las familias se convive con injusticias invisibles de las que somos incapaces de defendernos porque sencillamente no las vemos.
El personaje de Martín (Alberto San Juan) nos permite hablar de la escritura, del proceso de creación y de su conexión con la locura, que siempre han estado muy conectadas. Es el escritor que no escribe, el temor a lo que podemos llegar a conseguir a partir de nuestro trabajo de escritura. El buceo en nuestros propios miedos. Martín fantasea con escribir, pero en ese sentido es un impotente. Si escribiese podría huir de lo familiar, pero está atrapado.
La película pretende tener una narrativa reposada. La cámara baila y busca las situaciones aprovechando para describir a través de planos muy compuestos el aspecto interno de la historia, las emociones de los personajes. Sería como jugar en paralelo con dos velocidades: el ritmo ágil para el tono interpretativo de los actores (buscando la ansiedad vertiginosa de su problemática) y una fotografía templada y con calma. Cámara en mano, pero con una fotografía cuidada y preciosista. Una luz fría, que contrasta con los colores de la isla. Tenemos como referente los cuadros de Hopper, sutileza y equilibrio con colores lavados, y el realismo duro de las fotografías de Diane Arbus.
Un trabajo exhaustivo en la creación plástica. En nuestras anteriores películas hemos dedicado mucho tiempo al aspecto formal a favor de una postura más pop o esperpéntica, y en el caso de Descongélate a favor de dos conceptos: el barrio y el thriller. En "La isla interior", el guión podría haber dado para una película hiperrealista de luz básica y narración docugráfica, pero queríamos huir de esta forma de expresión y cuidar al detalle todas estas cuestiones, creemos que eso es lo coherente con nuestra trayectoria, en la que la dirección artística y en general la forma ha tenido siempre gran importancia.
Volvemos a Hopper. Algunas imágenes de sus cuadros resultan sugerencias interesantes como ejemplos de composición (una mujer mira por una ventana en una habitación vacía, otra lee sentada en la cama de una habitación desnuda, objetos encuadrados con significación precisa) pero también en el tratamiento del color: cálido pero que sin embargo expresa cierta desolación. Ésta es una película junto al mar y en una isla: hay luz y color, que juega a contratexto con la soledad y la locura interna de los personajes.
A la hora de escribir o dirigir, entre nosotros naturalmente que surgen discrepancias... No ponemos nunca el piloto automático en el trabajo, se trata de un proceso muy vivo que se relaciona con nuestras propias vivencias y sensaciones y eso hace que a veces echemos un pulso para tomar decisiones. Al final el proceso nos merece la pena pero es muy duro.
Puede que alguien pueda interpretar el cambio como repentino, pero para nosotros ha sido un proceso natural y pausado que comienza con la serie Mujeres y luego en nuestro anterior trabajo cinematográfico, Clasificada S, que ya apuntaba una mirada más amarga.
De todos modos, volveremos a hacer comedia. Somos proclives a la mirada irónica y creemos que ésta aparece por momentos también en "La isla interior".
(*): Los canarios Ayaso y Sabroso contaron con un elenco encabezado por Candela Peña, Alberto San Juan, Geraldine Chaplin y Antonio de la Torre para este su sexto largometraje, que llega este viernes a los cines españoles tras estrenarse la semana pasada en la Seminci de Valladolid. "Perdona bonita pero Lucas me quería a mí", "Descongélate" y "Los años desnudos-CLasificada S" son otros de sus trabajos conjuntos.
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Se trata de una historia retratada desde la sencillez. Vamos asistiendo a las vidas de tres hermanos dos días antes de que ocurra el accidente de su padre, un progenitor con un problema heredable: la esquizofrenia. En este guión todo sucede a través del poder de la palabra. Es una historia en la que escuchamos a los personajes. Y a veces sus palabras contradicen sus actos. También asistimos a una serie de situaciones cargadas de emoción intimista porque la película trata sobre la carga familiar ¿genética y cultural? que todos tenemos que aprender a llevar.
En muchas películas se habla de personajes que cambian o que superan etapas. Siempre nos había apetecido contar una historia sobre seres que no consiguen cambiar: todo aquello que heredamos de lo familiar a veces se convierte en un obstáculo infranqueable que nos impide hacer el dibujo de nuestras propias vidas. En esta idea comienza todo. Muchas experiencias personales y de nuestros alrededores nutren esta película.
El objetivo de la historia es hablar de cómo se vive y, sobre todo, cómo se sobrevive a la carga que llevamos de nuestra educación, de nuestros padres, a la herencia genética o emocional y al vértigo que produce el tener que asumir que estamos predeterminados por dicha herencia. Trabajamos desde este fondo temático siempre, y de él se derivan los subtemas: el miedo a la locura, la imposibilidad de ayudar a las personas que tenemos cerca porque estamos “demasiado cerca”, la incapacidad para cambiar, las frustraciones e impotencias que se derivan de la influencia de la educación, etcétera.
El casting estaba pensado muy desde la génesis de la película. Unos actores que se entregaron con generosidad y fe a un proyecto de bajo presupuesto porque confiaban plenamente en el guión. En el caso de Cristina, siempre la hemos admirado y trabajar con ella era un objetivo que perseguíamos desde hace tiempo. Estamos especialmente orgullosos del trabajo de los actores de esta película. Es uno de los fuertes de la misma. Creemos que hay que trabajar concienzudamente para crear tipos especiales, hacer personajes que resulten únicos, que ?desde su imagen externa al trabajo corporal e interpretativo? representen nuevos y sorpresivos registros en la trayectoria de los actores protagonistas. Se trata de trabajar durante un periodo amplio de ensayos. Crear los personajes empezando por un trabajo de mesa durante el que se construye el interior emocional.
Victoria es una mujer enamorada que, después de declararse la enfermedad de su marido, decide coger las riendas. La enfermedad es la que aparentemente genera opresión y miedo a sus hijos, pero la actitud de ella es sin embargo concluyente en el fracaso de las vidas de éstos. En las familias se convive con injusticias invisibles de las que somos incapaces de defendernos porque sencillamente no las vemos.
El personaje de Martín (Alberto San Juan) nos permite hablar de la escritura, del proceso de creación y de su conexión con la locura, que siempre han estado muy conectadas. Es el escritor que no escribe, el temor a lo que podemos llegar a conseguir a partir de nuestro trabajo de escritura. El buceo en nuestros propios miedos. Martín fantasea con escribir, pero en ese sentido es un impotente. Si escribiese podría huir de lo familiar, pero está atrapado.
La película pretende tener una narrativa reposada. La cámara baila y busca las situaciones aprovechando para describir a través de planos muy compuestos el aspecto interno de la historia, las emociones de los personajes. Sería como jugar en paralelo con dos velocidades: el ritmo ágil para el tono interpretativo de los actores (buscando la ansiedad vertiginosa de su problemática) y una fotografía templada y con calma. Cámara en mano, pero con una fotografía cuidada y preciosista. Una luz fría, que contrasta con los colores de la isla. Tenemos como referente los cuadros de Hopper, sutileza y equilibrio con colores lavados, y el realismo duro de las fotografías de Diane Arbus.
Un trabajo exhaustivo en la creación plástica. En nuestras anteriores películas hemos dedicado mucho tiempo al aspecto formal a favor de una postura más pop o esperpéntica, y en el caso de Descongélate a favor de dos conceptos: el barrio y el thriller. En "La isla interior", el guión podría haber dado para una película hiperrealista de luz básica y narración docugráfica, pero queríamos huir de esta forma de expresión y cuidar al detalle todas estas cuestiones, creemos que eso es lo coherente con nuestra trayectoria, en la que la dirección artística y en general la forma ha tenido siempre gran importancia.
Volvemos a Hopper. Algunas imágenes de sus cuadros resultan sugerencias interesantes como ejemplos de composición (una mujer mira por una ventana en una habitación vacía, otra lee sentada en la cama de una habitación desnuda, objetos encuadrados con significación precisa) pero también en el tratamiento del color: cálido pero que sin embargo expresa cierta desolación. Ésta es una película junto al mar y en una isla: hay luz y color, que juega a contratexto con la soledad y la locura interna de los personajes.
A la hora de escribir o dirigir, entre nosotros naturalmente que surgen discrepancias... No ponemos nunca el piloto automático en el trabajo, se trata de un proceso muy vivo que se relaciona con nuestras propias vivencias y sensaciones y eso hace que a veces echemos un pulso para tomar decisiones. Al final el proceso nos merece la pena pero es muy duro.
Puede que alguien pueda interpretar el cambio como repentino, pero para nosotros ha sido un proceso natural y pausado que comienza con la serie Mujeres y luego en nuestro anterior trabajo cinematográfico, Clasificada S, que ya apuntaba una mirada más amarga.
De todos modos, volveremos a hacer comedia. Somos proclives a la mirada irónica y creemos que ésta aparece por momentos también en "La isla interior".
(*): Los canarios Ayaso y Sabroso contaron con un elenco encabezado por Candela Peña, Alberto San Juan, Geraldine Chaplin y Antonio de la Torre para este su sexto largometraje, que llega este viernes a los cines españoles tras estrenarse la semana pasada en la Seminci de Valladolid. "Perdona bonita pero Lucas me quería a mí", "Descongélate" y "Los años desnudos-CLasificada S" son otros de sus trabajos conjuntos.
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